- El venenoso Zapatero y el analfa Sánchez (exlíder el uno y líder el otro del exitoso artefacto inventado por González y Guerra) creen entroncar con el partido que llenó Madrid de checas después de empeñarse en la guerra civil porque no aceptaba haber perdido las elecciones del 33
El principal valedor internacional de Maduro y su régimen es Zapatero. El expresidente es una mancha indeleble para su partido, pero no la única. Si hacemos caso al discurso y reivindicaciones del sanchismo (y, antes, del zapaterismo), el actual PSOE no nació en el congreso socialista de Suresnes en 1974, pues sería el mismo, sin solución de continuidad, que se fundó en la taberna Casa Labra de Madrid en 1879. Se equivocan. Felipe González, y sobre todo Alfonso Guerra, le aplicaron la eutanasia al irrelevante y agotado PSOE de los viejos que habían hecho la guerra, con Rodolfo Llopis a la cabeza. Luego robaron sus siglas y, con la financiación y/o el sostén político de la Internacional Socialista, de sus principales miembros (muy especialmente el canciller alemán Willy Brandt), de la CIA, y de la inteligencia franquista, capitalizaron la lucha antifranquista… que había hecho el PCE.
Pero si en contra de estos hechos, rigurosamente estudiados y demostrados, el venenoso Zapatero y el analfa Sánchez (exlíder el uno y líder el otro del exitoso artefacto inventado por González y Guerra) creen entroncar con el partido que llenó Madrid de checas después de empeñarse en la guerra civil porque no aceptaba haber perdido las elecciones del 33; después de su golpe de Estado armado de octubre del 34, concebido para desatar esa guerra civil; después de dar un pucherazo en las elecciones de febrero del 36; después de sembrar el caos y la violencia en los meses siguientes; después de asesinar (sí, lo asesinó el PSOE) al líder de la oposición monárquica y de intentarlo con el otro; si en contra de la verdad —que lo que hoy llamamos PSOE nació en 1974– ellos prefieren llenarse el pecho de medallas de sangre y de mierda, es su opción.
La orgullosa rama pues del podrido árbol, la rama llamada Zapatero, tarro de rencor inexplicable, especialista en abrir heridas largo tiempo cicatrizadas, mentiroso incendiario que trajo la crispación porque, según su confidencia a Gabilondo, la necesitaban (los dos, supongo), esa rama es el principal valedor del régimen de las maletas voladoras de Barajas (mi príncipe), de las torturas del Helicoide, de los asesinatos callejeros por paramilitares del régimen, de tanta sangre joven perdida a borbotones, de un pucherazo que deja pequeño al perpetrado por aquel Frente Popular al que el par de sucesores de González (cómo lo siento por usted) cree pertenecer de algún modo, a través del tiempo y de los muertos, y sueñan con reeditar. O más bien han reeditado ya, aunque no hayan tenido el arrojo de Mélenchon y escondan el nombre que le corresponde al invento de Stalin. El invento de jugar a ser demócrata, acusar de fascista a todo el que se les ponga por delante (incluidos sus conmilitones incómodos, sus socios críticos), y romper la baraja en el momento adecuado para declarar la revolución e imponer la dictadura, que es lo que les pide el cuerpo. Y lo que Sánchez va adelantando.