Una cosa es reinsertar a ex-etarras arrepentidos tras la disolución de ETA. Y otra rehabilitarlos previamente, y poner a De Juana Chaos como referente de la negociación que nos espera. A esa «circunstancia», a la paz mediada y diseñada por De Juana y compañía, no se pueden adaptar ni los jueces ni la opinión pública.
Cuando un Gobierno decide llegar a un acuerdo con asesinos sin su rendición y arrepentimiento mediante, tiene dos problemas, y los dos lo enfrentan a la Justicia y a la ética democrática. Uno, se pone en manos de los terroristas y sus exigencias de impunidad judicial, y, dos, se encuentra en la endiablada tesitura de tener que justificar ante la opinión pública sus tratos con los delincuentes. Y no le queda más remedio que dignificarlos, aunque se encuentren, como De Juana Chaos, entre los asesinos más despiadados de la historia de España.
Y he aquí a Zapatero contándonos que De Juana, duro entre los duros, referente del totalitarismo y el fanatismo etarras en estado puro, «está por el proceso». O preocupado ahora por los nuevos problemas legales de este sujeto, por las «dificultades» que la última condena le va plantear en eso de las exenciones de penas reclamadas por los del otro lado de la mesa como parte del trato. Y a Patxi López sorprendido por «la condena más dura por amenazas en España».
En esa lamentable necesidad que tienen los socialistas de hacer presentables a sus interlocutores, van camino de olvidarse que son de ETA y que ETA es una organización terrorista. Por eso ni Zapatero ni López quieren acordarse de que De Juana sigue siendo miembro de ETA, que ha asesinado a 25 personas, que mantiene el mismo discurso que antes de su primer asesinato y que amenazas como las suyas han sido siempre la antesala del asesinato en esa organización.
Patxi López reclamó ayer que los jueces apliquen la ley teniendo en cuenta las circunstancias y la situación. Es decir, que hagan como ellos e interpreten que la ETA de hoy no es igual de asesina que la de ayer. Y que les den un respiro para que puedan sentarse con ellos, sin que el Partido Socialista de Euskadi sea perseguido por ello ni el PSOE acosado por la opinión pública.
Pero una cosa es reinsertar a ex-etarras arrepentidos tras la disolución de ETA. Y otra rehabilitarlos previamente, sin disolución ni arrepentimiento, y poner a De Juana Chaos como referente de la negociación que nos espera. A esa «circunstancia», a la paz mediada y diseñada por De Juana y compañía, no se pueden adaptar ni los jueces ni la opinión pública.
Edurne Uriarte, ABC, 9/11/2006