Ya nos advertían desde pequeños que la ociosidad es la madre de todos los vicios. Lo recordé cuando el presidente del Gobierno se tomó cinco días de asueto ante la investigación de su mujer. Cinco días sin obligaciones laborales pueden traducirse en práctica del vicio solitario o en esto que ayer anunciaba con su párvula oratoria la portavoz Alegría y que han dado en llamar ‘Plan de acción por la democracia’. La víspera lo había presentado Pedro Sánchez y ayer lo hizo la portavoz, acompañada de Bolaños, Urtasun y Ana Redondo para diversificar.
Transparencia, dijo Alegría y transparencia repitió Bolaños con indómito cantar. Los dos coincidieron en que se trata de aplicar el Plan de Acción para la Democracia de la Comisión Europea de 2020 y de 2023, lo cual impone una salvedad o dos. El plan de la Unión Europea no requiere la aprobación de ley alguna en España. Se aplica y nada más. La segunda es que el sanchismo, en su mejor tradición falsifica el plan europeo en el que dice inspirarse. Ya lo hizo Bolaños al invocar la comisión de Venecia como garante de la Ley de Amnistía. Y Marichús Montero al explicar que no podían bajar el precio de las mascarillas porque no lo permitía la Unión Europea. Los dos mentían, como ayer. El plan europeo trataba de reforzar la libertad de expresión de los medios de comunicación, mientras Sánchez aspira a lo contrario.
No es de ahora. El autócrata de La Moncloa tiene una biografía coherente. Estoy leyendo ‘la trama rusa’ un libro excelente que acaba de publicar mi admirado David Alandete. Cuenta en él que Sánchez llamó al consejero delegado de Telefónica ( en su condición de propietario del 13% de las acciones de El País para pedirle un cambio en la línea editorial del diario de Prisa. Más adelante cuenta que en enero de 2015 le llamó de malos modos para que cambiar un titular de Fernando Garea, a lo que él se negó. Subió el tono para amenazarle con llamar a sus jefes, y lo hizo, pero tampoco atendieron su petición. Lo peor es que una periodista de El País le contó que alguien del equipo de Comunicación del PSOE la había llamado para exigirle que cambiaran el titular de una información que aún no se había publicado. Es decir, que alguien de El País llamaba al PSOE para informarle de lo que se iba a publicar antes de que ocurriera. Todos estos hechos fueron cargando el morral de los agravios del psicópata y no tardó en cobrárselos: una semana después de la moción de censura que les llevó a él y a su colchón a la Moncloa materializó la purga de El País en la que cayeron el director Caño, el director adjunto, Alandete, los subdirectores, José Manuel Calvo y Maite Rico y algunos otros. Antes, la escabechina había sido pregonada en las tertulias por José Luis Ábalos.
Ese personaje turbio que es Félix Bolaños casi igualó a su jefe al denunciar que a veces las encuestas, más que conocer la opinión de los ciudadanos parece que quieran influir en sus votos. Y lo dicen los jefes de Tezanos.
Prometen salvar la democracia y la libertad de prensa y lo quieren hacer sentándonos la mano a los periodistas. No hay más que leer sus labios.