Teodoro León Gross-ABC

  • El presidente puede hacer teatro de cara a la galería, pero está hecho unos zorros

El tono altisonante, casi vocinglero, y el gesto provocador de Sánchez en lo de UGT no es casualidad. «¡Les ganamos y les volveremos a ganar!», tronaba, como el macarra de bar que se ve débil y lo disimula con un exhibicionismo desafiante. En realidad, él perdió en las urnas en 2023, por más que compensara el resultado con un mercadeo para comprar los escaños que lo mantuvieran en el poder, a izquierda y derecha, tapando aquel regateo con la retórica falsa de una ‘mayoría progresista’ y regando de pasta a su maquinaria mediática para vender el relato de aquella impostura. Pero su debilidad ya no sólo es de pura aritmética parlamentaria, también se desangra por los escándalos de corrupción, con su mujer, su hermano, su fiscal general y la banda de su asalto al poder atrapada en una red de corrupción con el comisionista dispuesto a tirar de la manta.

Los aliados del Frankenstein son muy conscientes del filón que han encontrado. ¡Jauja! Por más que se repita que el PSOE miente a sus socios, a unos y otros, prometiéndoles una cosa y la contraria –ahí queda el impuesto a las energéticas– esto es sencillamente ridículo. Por supuesto el Gobierno no engaña a esos socios; son ellos los que se dejan engañar para hacer caja. Es una coreografía artificial pero muy lucrativa. En los pasillos se lamentan de la incoherencia –por ahí pasa Gabriel Rufián, asegurando que no tragan con el peaje de la derecha; por ahí Miriam Nogueras, que no traga con España; por ahí el PNV, Bildu, Podemos, cada cual más campanudo con sus credenciales de autenticidad– pero con eso sólo suben su cotización para hacer más caja. Es todo. Para ellos no hay ninguna opción más rentable que pueda salir de las urnas; así que esto debe prolongarse tanto como sea posible. Van a exprimir al Estado, comprando cada votación, y Sánchez pagará, claro está, a cargo del contribuyente.

Las últimas rondas han ido a más. Bildu se llevó un premio para los presos de ETA y el PNV ha sacado catorce impuestos, ‘dumping’ a la carta y una silla en el Ecofin, rebajando aún más el cupo. Y la corrupción sólo mejora sus oportunidades. Cada escándalo debilita más a Sánchez, con La Moncloa convertida en un pudridero, ya por las filtraciones de información confidencial en la guerra sucia contra una rival, ya por la compra de voluntades al servicio de los negocios de su mujer, ya por la producción de bulos de su aparato de propaganda. El presidente puede hacer teatro de cara a la galería, pero está hecho unos zorros. Eso sí, el instinto de supervivencia del animal moribundo siempre lo hace peligroso. Ahora está más dispuesto a todo que nunca. Sus socios lo saben, y le sacan tajada en cada votación a la espera de la gran tómbola de la negociación presupuestaria. Sólo queda fijar el precio, y será alto. Si la misma noche electoral del 23J, antes de negociar nada, Sánchez ya proclamaba «somos más» es por una obviedad: él sabía que pagaría cualquier precio, fuese el que fuese.