TEODORO LEÓN GROSS-ABC

  • Su especialidad ha sido deshacerse de todo lo que oliera a muerto

En una pirueta formidable, y completamente inesperada, Pedro Sánchez ha activado la última reinvención de Pedro Sánchez: ser el líder que derogue el sanchismo. Siempre hay que estar preparados, con Sánchez, para una maniobra audaz y abracadabrante, pero esta vez Sánchez ha sido más Sánchez que nunca al emprender la demolición del sanchismo. Primera acometida: contra el Ministerio de Igualdad de su Gobierno. Después de declararse el presidente más feminista de la democracia al frente del gabinete más feminista del mundo… va donde Alsina y dice que «hemos retrocedido» con «discursos planteados más como confrontación que como integración». Lejos de sus ínfulas del 8M, ahora entona ese ejercicio de contrición: ¡se nos fue la mano! Hay más. Después de haber convertido a Bildu en un aliado preferente, con deferencias exquisitas, ahora niega esa relación y Bildu ya es «ese partido del que usted me habla». Es más, el sanchismo se legitimaba sosteniendo que el PP era una oposición destructiva que les negaba todo, y ahora Sánchez admite que el PP ha votado más veces con ellos que sus aliados.

De aquí al 23J, aún hay margen para mucho más. Sánchez no va a dar a Feijoo el honor de derogar el sanchismo. El gran líder antisanchista va a ser él mismo. De momento Sánchez ya proclama que el PP, al pactar con Vox, asume las tesis de Vox, y por tanto representa el verdadero peligro. Es un modo de aceptar que él, al pactar con Podemos y aliarse con Esquerra y Bildu, asumió las tesis de Podemos, Esquerra y Bildu, y por tanto el PSOE ha siso más peligroso que todos ellos. En definitiva una cosa lleva a la otra. Mediante esa lógica transparente, sincera y rotunda, está confesando al país que el sanchismo ha sido y es un peligro para España. De ahí que haya activado esta autoenmienda a la totalidad. Ya tiene programa electoral y a este ritmo, para el 23J, tendrá la tarea muy avanzada.

Y así Sánchez se ha puesto manos a la obra: si su especialidad ha sido deshacerse de todo lo que oliera a muerto, esta vez es su propio turno. Y Transformer Sánchez ha vuelto a hacerlo, como viene sucediendo desde su estreno felipista en 2014 para engañar después a Felipe, su rubalcabismo socialdemócrata en el cartel de 2015 antes de traicionar a Rubalcaba, el partidario de pactar con Ciudadanos antes de ir a una repetición electoral, el partidario de no pactar con Ciudadanos sino con Podemos yendo a una repetición electoral, el candidato que no podría dormir pactando con Podemos o con los indepes antes de coserlos a Frankenstein, el paladín del 155 tras el golpe de 2017 antes de indultar a los promotores del golpe de 2017…. y lo previsible, por justicia poética, es que el líder que vino del «no es no» acabe facilitando una grossen koalition al grito de «¡sí es sí».

Con cierta perspectiva, lo raro en Sánchez hubiera sido no acabar siendo el gran antisanchista del país. Ya sólo le faltaba engañarse a sí mismo para haber engañado a todos.