Tras el desastre del 25-S, el líder socialista fuerza unas primarias antes de que haya Gobierno. La propuesta encuentra amplia contestación en el partido
Ha llegado el momento de que el PSOE decida su proyecto político y su liderazgo, y eso solo es posible en un congreso del partido. Esta es la razón que ha dado Pedro Sánchez para que los militantes, el próximo 23 de octubre, decidan quién debe ser su líder. Su programa se basará en ofrecer “un proyecto de izquierda, autonómo de los poderes económicos y del PP”, frente a otras opciones “legítimas” cuyos promotores quieren que el PSOE se abstenga ante Rajoy. Esta decisión, que se votará el sábado en el comité federal, saca a la luz el profundo conflicto que viven los socialistas y que Sánchez deja en manos de los militantes
El conflicto larvado durante casi dos años en el PSOE, muy poco después de que Sánchez fuera elegido secretario general en julio de 2014, explotó ayer con toda crudeza. La guerra ya es abierta ante la decisión del líder socialista, indeseada por muchos dirigentes territoriales, de convocar un congreso del partido cuando aún no está resuelta la gobernación de España.
No creían que se iba a atrever, reconocen dirigentes opuestos a Sánchez, pero su decisión es firme. El lunes la anunció ante la comisión permanente del PSOE y ahora debe ser votada el sábado en un comité federal a cara de perro, en el que se esperan decenas de intervenciones a favor y en contra de la convocatoria de ese congreso. Si es aprobado, los militantes votarán el 23 de octubre entre los aspirantes a la secretaría general. El proceso se interrumpirá hasta la primera semana de diciembre, en la que los delegados a ese congreso —elegidos por las federaciones— elijan a los miembros de los órganos de dirección y aprueben el proyecto político e ideológico del PSOE. La idea de Sánchez es aprovechar las semanas que quedan desde este martes hasta el 23 de octubre para ir avanzando con otros partidos en un posible acuerdo para su hipotética investidura. Si sale elegido secretario general, tendrá una semana para apuntalar ese acuerdo antes del 31 de octubre, fecha tope para que haya Gobierno.
Este calendario tan atropellado, que es considerado una auténtica tropelía para los críticos, lo explica Sánchez por la necesidad de que el conflicto larvado sobre su liderazgo y su proyecto respecto a intentar un Gobierno alternativo al del PP se resuelva a su favor o al de otro que gane ante los militantes. Las bazas que va a utilizar han causado estupor entre sus adversarios internos, ya que incidirán en razones ideológicas, respecto a las que la militancia es altamente sensible. Sánchez defenderá un proyecto “de izquierdas y autónomo de los poderes económicos y del PP”. Con este reclamo, quiere competir con “los compañeros y compañeras” que como él aspiren a hacerse con la secretaría general. A estos, de antemano, sin saber si alguien se va a presentar y quiénes serían, atribuye estar en el sector que “legítimamente cree que el PSOE debe abstenerse para que gobierne Mariano Rajoy”. O, quienes consideran que el PSOE no debe intentar la formación de un Gobierno. Con este alegato a favor de un proyecto de izquierdas, los adversarios de Sánchez tendrán que hacer un esfuerzo de explicación muy notable ya que este ha conectado con la militancia del partido, que le pide que “aguante” y no propicie la abstención de su grupo parlamentario ante una nueva investidura de Rajoy.
Este fue el discurso que este lunes desgranó después de una reunión de algo de más de cuatro horas de la comisión permanente del PSOE, formada por el núcleo central de la dirección socialista. El hecho de que Sánchez convocara a la permanente, con 26 miembros, y no al plenario, otras nueve personas, suscitó el rechazo de los críticos ya que con esa omisión el líder socialista se ahorraba escuchar otras posiciones contrarias a su criterio de convocar un congreso.
Detrás del líder
Hablar claro es lo que este lunes pidió Sánchez y es lo que él hizo. Nunca antes había reconocido que su liderazgo estaba cuestionado ni que había diferencias de proyecto político. Hasta este lunes el secretario general y su equipo habían insistido en que la unidad de acción era absoluta y todos respetaban los acuerdos del comité federal. Sobre los malos resultados electorales en el País Vasco y en Galicia pasó muy por encima y solo señaló que será en el comité federal y también en el próximo congreso cuando se aborde la pérdida de apoyo progresiva e incesante del PSOE. “Yo soy responsable de los fracasos y de los éxitos cuando los ha habido en otras comunidades autónomas”, se atribuyó.
La primera disputa se abrió en la comisión permanente
Las ausencias y algún silencio fueron ayer significativos en la reunión de algo más de cuatro horas de la comisión permanente del PSOE. Todos hablaron, a excepción de la responsable de Igualdad, Carmen Montón, consejera de Sanidad del Gobierno valenciano. El presidente de esta comunidad, Ximo Puig, responsable de Políticas Democráticas, no acudió a este encuentro por razones de su agenda institucional. Tampoco asistió el secretario general de Canarias, José Miguel Pérez. Pedro Sánchez abrió el fuego con un somero repaso al resultado electoral del día anterior, pero de inmediato anunció su intención de que el próximo sábado un comité federal vote la celebración de un congreso. El turno en contra lo abrió la responsable de Política Internacional, Carme Chacón, para quien se cometía “una ilegalidad” si la comisión permanente, y el plenario de la ejecutiva, convocaba un comité federal. Esta no sería la única acción ilegal de esta dirección sino que ha habido otras, entre las que citó la sustitución de Tomás Gómez, como secretario general del PSOE de Madrid. Todos los miembros andaluces de la dirección se opusieron a la celebración del congreso. La presidenta federal del PSOE, Micaela Navarro, de gran prestigio en el partido, se mostró en contra. Otro referente de la organización, Patxi López, sí apoyó su celebración. Ante la evidencia del cuestionamiento del liderazgo solo cabe, a su juicio, que se resuelva en un congreso. Quien gane debe tener todo el respaldo “y una única voz: la del secretario general”, señaló Sánchez.