Antonio Casado-El Confidencial
La cita del lunes está condenada al fracaso, si el pacto contra el coronavirus no se instala en la centralidad constitucional
Es infantil sugerir la insolidaridad del PP mientras se celebra públicamente la adhesión de los demás (menos Vox y CUP, los extremos se tocan), al clarinazo de Moncloa contra el coronavirus. Y se engaña a la ciudadanía si se la hace confiar en un pacto de Estado con fuerzas de aversión declarada al orden vigente o al propio Reino de España.
Por ahora el llamamiento del todos a una es un folio en blanco. Un escenario teatral sin obra. Pero algo puede anticiparse. Si no acaba instalado en la centralidad constitucional podría reinventar el pacto de investidura, pero nunca sería un pacto de Estado como el que se plantea para la reconstrucción económica y social del país después de la crisis sanitaria.
La pelota está en el tejado de Pablo Casado, cabeza visible del pilar derecho del sistema. Acudirá a su cita telemática del lunes con el presidente del Gobierno después de escuchar a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, hablando de «presupuestos de la reconstrucción». Sugiere que apoyar el pacto supone apoyar los PGE de 2021.
Apoyar el pacto para la reconstrucción es apoyar los PGE de 2021. Y, por tanto, la continuidad de Sánchez. De ahí las reticencias del PP
Y, por tanto, también supone apoyar la continuidad de Sánchez, reconocerle el mérito de la victoria y dar por bueno el tablero basado en el pacto PSOE-Podemos en complicidad de nacionalistas vascos (PNV) y catalanes (ERC).
Lo cual es mucho suponer porque se detecta un evidente malestar de pueblo soberano y oposición política a la espera de ajustar cuentas por los errores cometidos. De ello es consciente Pablo Casado. Por eso recela del protagonismo de Moncloa, exige que la búsqueda de la unidad transcurra por trasparentes cauces institucionales (marco parlamentario) y no se presta a diluir la intransferible responsabilidad del Gobierno. Así se lo dirá al presidente en su cita del lunes por la mañana, condenada al fracaso, a la vista de los antecedentes.
No habrá fumata blanca mientras siga vivo el factor Iglesias en la parte convocante de un eventual frente común contra el coronavirus
Tengámoslo claro por pura constatación de la realidad. Nada que ver con los deseos o los temores del comentarista. La salida centrada de la crisis (con PP y Cs dentro) es incompatible con la parte del Gobierno que detesta las bases del sistema político vigente. No habrá fumata blanca mientras siga vivo el factor Iglesias en la parte convocante de un eventual frente común contra el coronavirus. Casado nunca pondrá su firma junto a la de Iglesias en un pacto nacional y Sánchez no romperá con Iglesias a cambio de contar con el PP en la reconstrucción.
La salida al dilema en una España económicamente arruinada y socialmente explosiva no podrá ser otra que las urnas cuando se dé por terminada la crisis sanitaria. El olfato nos dice que entonces que el vigente tablero parlamentario va a saltar por los aires y la demanda de elecciones entonces será incontenible. Salvo que la opinión pública entienda que se ha hecho una buena gestión de la crisis, algo incompatible con el hecho de encabezar la lista de países con mayor tasa de mortalidad relativa por coronavirus.
La salida a la situación de una España arruinada y socialmente explosiva no podrá ser otra que las urnas cuando termine la crisis sanitaria
Por no descender a los numerosos incidentes de un recorrido marcado por reacciones tardías, improvisación, fallos en la coordinación de tareas y palabras rotas del presidente o los ministros en sus retóricas comparecencias públicas en horas de máxima audiencia televisiva, mientras la población civil daba el ejemplo de unidad en la desgracia no correspondido por la clase política, más allá del acartonado discurso oficial.