Celia Maza/Juanma Romero- EL CONFIDENCIAL

En Londres no creen que Sánchez haya conseguido nada nuevo de lo que no estuviera ya acordado respecto al Peñón. La polémica sobre Gibraltar ha pasado más desapercibida en el Reino Unido

En los últimos días, el equipo del presidente trasladaba el mensaje de que el Gobierno español no iba de farol, que estaba dispuesto a llevar su órdago hasta el final. Mantendría el veto al Brexit si no se asumían sus exigencias. Pero este sábado Pedro Sánchez sorprendía con una comparecencia en Moncloa recién llegado de La Habana para anunciar que la situación había cambiado tras haber alcanzado «un acuerdo sobre Gibraltar».

Sin embargo, en Londres no creen que Sánchez haya conseguido nada nuevo de lo que no estuviera ya acordado respecto al Peñón. Aunque en España la polémica sobre Gibraltar ha adquirido gran protagonismo, en el Reino Unido ha pasado más desapercibida y nunca hubo una preocupación real de que Madrid fuera a hacer descarrilar la cumbre europea del domingo.

Desde el principio, la ‘premier’ Theresa May dejó claro que no estaba dispuesta a modificar ni una coma del Acuerdo de Retirada —el único texto con valor jurídico— ni de la Declaración Política sobre futuras relaciones. Y así ha sido porque la «claridad jurídica» que tanto ha demandado el Gobierno español se ha resuelto finalmente con una carta.

La misiva enviada por el embajador del Reino Unido ante la UE, Tim Barrow, al Consejo Europeo —que para ser más exactos contiene un solo párrafo— asegura que: «El único propósito del artículo 184 del acuerdo de salida es crear obligaciones de compromiso para la Unión y el Reino Unido para negociar acuerdos que rijan la relación futura». Algo que «no impone obligaciones respecto al alcance territorial de dichos acuerdos» y que, por lo tanto, «no es obligación ni presunción, sobre la base de esa disposición, que dichos acuerdos tengan el mismo alcance territorial que el previsto en el artículo 3 del acuerdo de salida» (donde sí se especifica a Gibraltar).

«El 184 no ha sido modificado. (…) España está haciendo una cesión histórica»

Un portavoz de Downing Street ha declarado en cualquier caso que la «primera ministra ha sido absolutamente clara sobre que respaldamos la soberanía británica para Gibraltar y que lograremos un acuerdo sobre el futuro que funcione para el conjunto de la familia de Reino Unido».

Para el Gobierno español era imperativo que se modificara tanto el artículo 184 del Acuerdo de Retirada como la redacción de la Declaración Política sobre el futuro de las relaciones entre la UE y Reino Unido, donde por cierto no se menciona en ningún momento al Peñón.

Jugar con los tiempos

Ante esta situación Pedro Sánchez, en la comparecencia con la que cerró su visita oficial a Cuba, este viernes, dejaba en el aire su propia presencia en la cumbre. Y en su círculo más cercano no querían dar por descartado ningún acuerdo. Guardaban celosamente las cartas. «Queda tiempo, queda tiempo», señalaban fuentes muy próximas al jefe del Ejecutivo.

Finalmente, el desbloqueo llegó en el último minuto. Apurando, en efecto, los márgenes, manteniendo el suspense hasta el final. Ese tira y afloja difundido casi en directo, con una tensión ‘in crescendo’, permitía al presidente anotarse el tanto. Colocarse la medalla. Y lo hizo, en una declaración solemne, sin preguntas, recién llegado de La Habana. España lograba a última hora un «triple blindaje histórico», en palabras del jefe del Ejecutivo. «Hemos dado un paso decisivo y estamos con las garantías absolutas para resolver un conflicto que dura más de 300 años entre el Reino Unido y España», proclamó. Hasta sonar quizá algo grandilocuente, al referirse a una «solución» que en realidad no altera la cuestión de la soberanía británica sobre el Peñón, cedido a Londres por el Tratado de Utrecht como colonia en 1713. Sánchez también informaba de que había adelantado al Rey la solución, para conferirle así a la salida el mayor rango político.

Un acuerdo «con tres blindajes»

¿Por qué «triple blindaje»? Según explicó el mandatario socialista, de entrada, porque «por primera vez en la historia» se logra una declaración conjunta del Consejo y de la Comisión Europea que aclaran el sentido del artículo 184. Dos, porque el Ejecutivo británico «reconoce por escrito esta interpretación». Y tres, porque en el marco de la declaración política de futura relación con el Reino Unido, las instituciones europeas «refuerzan la posición de España», «como nunca había estado» de cara a las negociaciones venideras, que son las «más trascendentales», porque se hablará de la «cosoberanía y de otras cosas» con Londres.

Lo que en definitiva demandaba el Gobierno es que quedase claro que el estatus de Gibraltar tenía que pasar siempre por España, se tenía pues que «fijar para siempre el encaje» del Peñón. En los últimos días, desde el Ejecutivo señalaban que a la Administración de Mariano Rajoy le faltó «ambición» para negociar, por lo que ahora tocaba poner toda la carne en el asador.

Por otra parte, ni el Ejecutivo de May ni el bloque europeo veían margen posible para reabrir el acuerdo de divorcio, por lo que se ha optado finalmente por negociar varias declaraciones paralelas en las que, aunque no son legalmente vinculantes, los 27 y Londres avalan la interpretación legal que hace España sobre el polémico artículo.

A May le costó casi su puesto que su Gabinete aceptara la semana pasada el borrador del Acuerdo de Retirada. En un solo día hubo hasta siete dimisiones en el Gobierno y los euroescépticos estuvieron muy cerca de reunir las 48 cartas necesarias para activar una moción de confianza a su liderazgo. El hecho de haber aceptado las demandas de España para modificar la redacción de cualquier artículo, habría abierto para la líder ‘tory’ la caja de Pandora, ya que en Westminster, donde se vive ahora una auténtica guerra civil, los brexiteers y eurófilos habría pedido incluir también sus demandas y toda la batalla habría vuelto a su punto inicial.

Por otra parte, ni el Ejecutivo de May ni el bloque europeo veían margen posible para reabrir el acuerdo de divorcio, por lo que se ha optado finalmente por negociar varias declaraciones paralelas en las que, aunque no son legalmente vinculantes, los 27 y Londres avalan la interpretación legal que hace España sobre el polémico artículo.

A May le costó casi su puesto que su Gabinete aceptara la semana pasada el borrador del Acuerdo de Retirada. En un solo día hubo hasta siete dimisiones en el Gobierno y los euroescépticos estuvieron muy cerca de reunir las 48 cartas necesarias para activar una moción de confianza a su liderazgo. El hecho de haber aceptado las demandas de España para modificar la redacción de cualquier artículo, habría abierto para la líder ‘tory’ la caja de Pandora, ya que en Westminster, donde se vive ahora una auténtica guerra civil, los brexiteers y eurófilos habría pedido incluir también sus demandas y toda la batalla habría vuelto a su punto inicial.

Más de 88 ‘tories’ han declarado públicamente que votarán en contra del acuerdo. Solo 17 conservadores apoyaron el jueves a May

A día de hoy, no parece que May tenga garantizado el respaldo de la Cámara de los Comunes, donde se deben ratificar en última instancia tanto el Acuerdo de Retirada como la Declaración Política. Más de 88 ‘tories’ han declarado públicamente que votarán en contra. Solo 17 conservadores apoyaron el pasado jueves a la primera ministra. Considerando que el líder de la oposición laborista Jeremy Corbyn ha pedido a los suyos que rechacen el pacto, el panorama está complejo.

Por su parte, los norirlandeses del DUP, de cuyo apoyo depende el Gobierno de May tras perder la mayoría absoluta, también se muestran bastante críticos ante los documentos. La formación ha celebrado este sábado su congreso anual y su líder Arlene Foster ha criticado con dureza el llamado ‘backstop’ o plan de emergencia que existirá tras el periodo de transición para evitar que exista una frontera dura en Irlanda. Hasta que se encuentre una solución mejor, el Reino Unido permanecerá en la unión aduanera y e Irlanda del Norte quedará además alineada con mercado único solo para bienes.

En este sentido, Foster ha advertido que si el Acuerdo de Retirada se aprueba en Westminster tal y como está ahora redactado, su partido tendría que valorar si sigue respaldando a May para que los conservadores puedan gobernar.

Por su parte, el excéntrico Boris Johnson, que ha sido invitado al congreso del DUP, ha pedido a los norirlandeses que no retiren el apoyo al Ejecutivo porque eso significaría entregar el poder a Corbyn. En cualquier caso ha dicho que había que «tirar el ‘backstop’ a la basura».

Críticas de PP y Cs

En La Moncloa recalcaban este sábado que los acuerdos alcanzados «aclaran y fijan lo que quieren decir artículos específicos del acuerdo». En concreto, en la carta que firman conjuntamente los presidentes de la Comisión y del Consejo Europeo, Jean-Claude Juncker y Donald Tusk, los socios comunitarios confirman su «visión compartida» de las inquietudes de España y su «comprensión» y «solidaridad» respecto a Gibraltar. Ambos líderes subrayan en su misiva que los acuerdos independientes a los que puedan llegar la UE y Londres sobre el Peñón, una vez producido el Brexit, requerirán de la «conformidad previa» de España. Clarifican además el sentido del artículo 184 del texto de retirada: Gibraltar «no será incluido» en la visión territorial de los acuerdos que se cierren entre la Unión y el Reino Unido.

No solo para May lo pactado este sábado en el último momento no supone ningún cambio. La oposición acusó al presidente de no haber jugado bien sus cartas. Pablo Casado, el líder del PP, habló incluso de «cesión» y un «fracaso histórico», al no haber logrado incorporar la cláusula en el tratado de retirada y por haberse conformado con unas cartas de los presidentes del Consejo y de la Comisión que «no sirven» y no son jurídicamente «vinculantes». Es decir, que el Gobierno ha capitulado ante Londres.

Es, al menos, la lectura del PP, que tampoco dista demasiado de la del líder de Ciudadanos, Albert Rivera. «Hace un mes, Sánchez decía que todo estaba ‘resuelto y cerrado’ respecto a Gibraltar. Luego le colaron un gol y cuando tenía que defender los intereses de España se fue a 7.500 kilómetros para reunirse con los líderes de la dictadura cubana», señalaba el jefe de la formación naranja en Twitter, al tiempo que urgía a una comparecencia urgente del líder del Gobierno en el Congreso, que este ya ha agendado para el 12 de diciembre, aprovechando que ese día tenía que explicar en la Cámara Baja su plan para Cataluña.

Para España, la misiva de Juncker y Tusk satisface sus exigencias. «Jurídicamente no se podrá interpretar otra cosa, porque las partes ya se han puesto de acuerdo en qué quiere decir el acuerdo», indicaban a este periódico fuentes del Gobierno que han estado muy involucradas en la frenética negociación de estos últimos días. Es decir, que ya no habrá más dudas.

El anuncio de Sánchez y el desbloqueo de la decisiva cumbre del Brexit llega a una semana de las elecciones andaluzas, en las que esta cuestión es también muy sensible. No en vano, el pasado 16 de noviembre, en el arranque de la campaña, el Consejo de Ministros aprobó un plan para el Campo de Gibraltar, una zona muy deprimida de la comunidad (con un paro de hasta el 25%, 10 puntos por delante de la media nacional), con una dotación total cercana a los mil millones de euros.

No por casualidad el primero de los mensajes directos que Sánchez desgranó en el tramo final de su comparecencia tenía como destinataria la población del Campo de Gibraltar, que durante los últimos días vivió con «zozobra» y con «preocupación» el bloqueo británico. El Gobierno, proclamó, «siempre va a velar por sus intereses, económicos y sociales». Pablo Iglesias adelantó el respaldo de Podemos a la posición española precisamente si ello redunda en beneficio de los trabajadores de la comarca gaditana.