Jesús Cuadrado-Opinión
El Gobierno progresista se está ganando un felicitación de Putin, como ya ocurriera con Hamás
El sanchismo agoniza en los platós reducido a simple activismo mediático. No hay más. Último montaje: pasados cinco años, reconvierten la peor gestión de la pandemia en un éxito. Poco importa lo que dijeran los prestigiados informes del Imperial College o las clasificaciones del Parlamento Europeo respecto a las medidas iniciales, que situaban la gestión de Salvador Illa a la cola de los 27. Pero esas tácticas de falsificación masiva encuentran más dificultades en Europa.
Aún resuenan las risotadas provocadas por Pedro Sánchez desvariando a la entrada del Consejo Europeo en el que se aprobó rearmarse contra Putin. Al presidente se le cayeron de golpe todas las caretas y dejó al descubierto que el Gobierno no tiene ninguna política de Defensa para España. No le gusta el rearme, dijo; él está por el desarme. Alardeó de negarle al Parlamento español la decisión de comprometer un aumento de gasto anual superior a los 30.000 millones, una revolución para las cuentas públicas. Y no es tanto por carecer de votos suficientes como porque no es un demócrata.
La doctrina militar del sanchismo se resume en esta perla del doctor: “La amenaza nuestra no es una Rusia que lleve sus tropas por los Pirineos a la Península Iberica”. Remató con esta otra: lo nuestro es “una amenaza más híbrida”. Pero, ¿tú sabes qué es la defensa colectiva, Pedro? Los españoles, atendiendo a los últimos estudios de opinión, sí comprenden que, en la OTAN y en la UE, si atacan a un país aliado es como si atacaran a España, y al revés. Con su posición contraria al plan “ReArmar Europa”, Sánchez propuso algo similar a dejar sin tejado la casa común en plena tormenta.
El intento de hacer trampas mediante mediciones del gasto diferentes a las ya homologadas y consensuadas por los países empeora la situación del Gobierno
En el Consejo, la primera ministra danesa intentó explicárselo. Los datos conocidos sobre el ritmo de rearme ruso llevan a concluir que la intención de Putin es atacar a países de la Unión Europea en tres o cinco años. A eso responde el acuerdo para fortalecer disuasión y capacidades militares del pasado 6 de marzo que Sánchez votó favorablemente, para desdecirse en público transcurrida una semana. De paso, irritó a los socios europeos proponiendo créditos y transferencias a cargo de los 27 para financiar el aumento de gasto español. Quien sigue estancado en el 1% del pib pide solidaridad a países que han hecho un esfuerzo presupuestario, como Alemania o Países Bajos, pasando del 1,5% a más del 2% solo en estos dos últimos años. El intento de hacer trampas mediante mediciones del gasto diferentes a las ya homologadas y consensuadas por los países empeora la situación del Gobierno.
Esta deslealtad tendrá consecuencias para los intereses españoles. El plan supone un crecimiento excepcional de la demanda para la industria de defensa europea. Que la política irresponsable de Sánchez tendrá un coste para las empresas españolas es una obviedad. Venderán mucho menos que si España siguiera con seriedad la política acordada por los socios europeos. Debemos preguntarnos si el Consejo de Administración de Indra va a empezar ya a preocuparse y ocuparse del asunto. Conocen lo que está en juego.
En compañía del infiltrado de Rusia en el Consejo Europeo, el húngaro Orbán -aliado de Vox-, los socialistas se posicionaron en el lado contrario al de los socialdemócratas
Cuando la ministra Robles se vuelva a quejar porque no se convoca a la industria española a las reuniones de los centros de decisión, ya conoce la respuesta. Es ahora, en las cumbres de OTAN y UE, en el momento de jugar el partido, cuando el Gobierno se ha situado fuera de juego. Paga el pato la economía española en pérdida de beneficios bien conocidos de esta industria. Como señala un reciente estudio del instituto Kiel, “solo la producción nacional puede generar las repercusiones tecnológicas hacia otras industrias y ganancias en productividad”. Que espabile el sector.
El pasado jueves en Bruselas, Sánchez y el PSOE estuvieron contra la construcción europea, necesitada de una Defensa común ya. Y nada de izquierda-derecha. En compañía del infiltrado de Rusia en el Consejo Europeo, el húngaro Orbán -aliado de Vox-, los socialistas se posicionaron en el lado contrario al de los socialdemócratas: el Partido Laborista británico de Starmer, el SPD alemán, la activa primera ministra danesa Frederiksen o toda la socialdemocracia nórdica. De la mano de las secuelas comunistas residuales -Sumar, Podemos, IU…-, el Gobierno progresista se está ganando un felicitación de Putin, como ya ocurriera con Hamás.
Es la hora de la opinión pública española, y nadie podrá alegar ignorancia sobre las consecuencias del no-gobierno sanchista. No hay ciudadano que no sepa que Sánchez solo está interesado en mantenerse “aforado” en Moncloa. Contra España y contra Europa.