ABC-LUIS VENTOSO

El presidente de España es incapaz de condenar los ataques de su socio Torra al jefe del Estado

LA figura del Rey, por su rol constitucional, por el prestigio de la Corona y por el suyo personal, constituye una escollera de protección de la unidad de España, su estado de derecho y las libertades democráticas. Los separatistas y la izquierda antisistema lo saben bien, por eso han iniciado una campaña frontal para tratar de deteriorar la Monarquía. El presidente catalán, el independentista xenófobo Torra, ha declarado a Felipe VI persona non grata en Cataluña y ha enfatizado que boicoteará sus visitas a la comunidad. Sus declaraciones contra el Rey son duras y reiterativas. Este domingo, refiriéndose a los próximos actos en recuerdo de las víctimas del atentado islamista de Barcelona, Torra rechazó la presencia del Monarca: «No lo hemos invitado y no asistiremos a ningún acto que convoque la Casa Real». También añadió que «los catalanes no tenemos Rey» y volvió a exigir a Felipe VI «disculpas» por su discurso de octubre contra el golpe separatista.

Ayer Sánchez tuvo audiencia con el Rey en Mallorca. Al salir del encuentro efectuó unas declaraciones, donde volvió a hacer propaganda simplona de su Gobierno, jactándose, por ejemplo, de que España crece ahora al 2,7% (frente a los tres años al 3% de Rajoy, que tan mal le parecían). La enviada especial de ABC, Almudena Martínez-Fornés, le planteó una pregunta clara y sencilla: ¿Qué va a hacer el Gobierno para proteger al Rey frente a la campaña de acoso que sufre por parte del separatismo catalán? Cualquier presidente respetuoso de su puesto –González, Aznar, Rajoy– habría respondido algo así: «Quim Torra, como máximo representante del Estado en Cataluña que es en calidad de presidente autonómico, está obligado por razón de cargo a apoyar al Estado y a quien ostenta su jefatura. El Gobierno rechaza y condena su absurda pretensión de boicotear la presencia del Rey en Cataluña. Como presidente del Gobierno de España, le pido que rectifique y mantenga la elemental lealtad institucional con el jefe del Estado».

Pero Sánchez no es González, Aznar o Rajoy, todos patriotas, cada uno con su ideología y personalidad. Sánchez es el primer presidente de nuestra historia que ha llegado al Gobierno sin ganar unas elecciones y apoyándose en partidos abiertamente golpistas, que hace solo diez meses intentaron romper España. Sánchez necesita a Torra para poder dormir cada día en la Moncloa, por eso en su respuesta a ABC se fue por los cerros de Úbeda, evitó defender expresamente al Rey y no hizo el más nimio reproche a la campaña de acoso al Monarca de sus socios separatistas.

En la hora en que escribo, en algunas televisiones –esas que ya saben– se ha declarado el Apocalipsis con el asunto Casado (que el Supremo podría dejar en nada en un par de meses). Es un asunto relevante, que debe ser contado y debatido, pero cuya gravedad es menor frente al hecho ya probado de que tenemos un presidente de España rehén del separatismo e incapaz de mover un dedo por su Rey, no vaya a ser que se incomode Torra, al que Sánchez llamaba «el Le Pen español». Hasta que necesitó sus votos y pasó de la cera a la coba.