EL ESPAÑOL está publicando nueva información sobre la relación familiar de Pedro Sánchez con la prostitución, que Feijóo llevó por primera vez al Congreso de los Diputados el pasado julio al acusarle de ser «partícipe a título lucrativo» de este «abominable negocio».
Este periódico tiene constancia, tal y como ha recogido este domingo, de que su mujer gestionó locales en los que se ejercía la prostitución en los años en que Sánchez era concejal en el Ayuntamiento de Madrid y enarbolaba un programa contra la explotación sexual de la mujer.
Pero existen múltiples sospechas de que esa situación de incompatibilidad y contradicción ética se prolongó en el tiempo más allá de esa etapa.
Hoy, EL ESPAÑOL, a partir de una entrevista exclusiva con el periodista y comercial de la revista MENsual, revela que Begoña Gómez habría pagado en metálico en los años 2003, 2004 y 2005 por anuncios de las saunas de su padre en esta publicación para gays.
Y que, además, Gómez era «la que llevaba las cuentas» y la encargada de pagar a los proveedores de la sauna Adán. Un local cuyo «grueso del negocio», según esta fuente, era indudablemente la prostitución.
Se trata de testimonios muy precisos, de un testigo de primera mano que no oculta su identidad al proporcionarlos. Y este periódico dispone de otras confidencias similares que apuntan en una dirección igualmente comprometedora para la mujer del presidente.
Es propio de todo gobernante democrático ofrecer aclaraciones transparentes a propósito de cualquier hecho pasado en su trayectoria que pueda servir de indicio a los ciudadanos sobre aspectos problemáticos de su conducta o su carácter.
De hecho, es difícil no ver en la doblez mostrada por Sánchez en lo concerniente a su vida familiar un marcado paralelismo con el estilo político general del que ha hecho gala desde que gobierna.
Es decir, una ambigua relación con la verdad y la mentira, y una reiterada contradicción entre la defensa pública de un ideario y sus actos efectivos.
Por eso, tiene razón el PP en criticar que Sánchez no se haya pronunciado sobre este tema desde que Feijóo lo sacó a la palestra. Y en exigirle que detalle cómo pudo lucrarse, en forma de patrimonio inmobiliario o de rentas, a costa del negocio de su suegro.
Máxime cuando también pesa sobre el piso familiar en el que residió con Begoña Gómez la sospecha de que se pagó con dinero procedente de las saunas de Sabiniano.
El silencio de Sánchez es ya insostenible.
Porque cada vez se le hará a los ciudadanos más difícil creer que, al igual que pareció no enterarse de los manejos aparentemente corruptos de Ábalos, Koldo y Cerdán, compañeros de singladura en el Peugeot, el presidente también desconociera a qué se dedicaba su suegro, y las tareas que había desempeñado en estos negocios su mujer.