ABC – 03/04/16
· Presionado por el negro futuro que le dan los sondeos si hay otras elecciones, avisa al Comité Federal de que acudirá a la negociación sin «líneas rojas».
· Otra consulta a las bases para eludir a los barones. Si logra convencer a Iglesias, el nuevo acuerdo será consultado a los 190.000 militantes para sortear el rechazo de muchos en el Comité Federal a Podemos.
· El retraso del 39 Congreso no suscitó debate. El «error» de fijar para mayo el cónclave sin saber si habría gobierno, como reconoció Iceta, facilitó ayer que todos ratificaran la decisión sin armar más ruido.
Todos en el PSOE saben que Pedro Sánchez se juega su futuro a un improbable acuerdo «a tres», con Podemos y Ciudadanos, que le permita ser investido presidente del Gobierno antes del 2 de mayo. Si no lo logra, se repiten elecciones el 26 de junio y si el PP vuelve a ganar –como pronostican los sondeos– el PSOE ya no podrá vetar la investidura de Mariano Rajoy o su sucesor en julio, y Sánchez quedará en una muy difícil tesitura.
Este es el análisis que desde hace semanas ronda la cabeza de los dirigentes socialistas y explica la mezcla de frialdad, escepticismo y respeto con la que acompañaron ayer –tímidos aplausos– el discurso de su líder ante el Comité Federal. Y eso, a pesar de los intentos de éste por darle un tono épico a esta «hora decisiva». La Ejecutiva había convocado la reunión aprisa y corriendo, el martes, en teoría solo para ratificar la decisión de retrasar
sine die el 39 Congreso previsto en mayo. Pero, al final, primó la delicada tesitura en la que se haya el partido después de cien días sin gobierno y una investidura fallida. De hecho, en su discurso abierto a los medios, Sánchez ni citó el asunto del retraso del cónclave porque, en el fondo, le hubiera obligado a ahondar en las fechas y en el escenario del que huye como gato escaldado, la repetición de elecciones. El resto le siguió el juego, se limitó a pasar de puntillas, incluida Susana Díaz, y se aprobó el asunto sin votos en contra.
Lo importante fue el debate, corto en turnos de palabra –solo doce– pero muy intenso porque se entrevió el duelo de liderazgos que viene entre él y Díaz. A la presidenta andaluza le favoreció que los otros dos pesos pesados con derecho a intervenir, el presidente asturiano, Javier Fernández, y el extremeño, Guillermo Fernández Vara –el castellano-manchego, Emiliano García-Page, y el valenciano, Ximo Puig, no suelen hablar porque forman parte de la Ejecutiva–, no estaban presentes por compromisos previos. Ella no fue la que habitualmente llega última al cónclave y se vuelve en el AVE siguiente a Sevilla. Ayer se mostró inusualmente locuaz: realizó largas declaraciones a los periodistas antes de entrar, suministró luego a los medios el contenido de su discurso a puerta cerrada y remató con una larga charla informal con los periodistas en el vestíbulo, antes de irse.
Quince millones de votantes
Salía de replicar al líder, que en su dicurso en abierto a los medios ya había dejado claro que va a hacer lo que sea necesario para ser investido. Sánchez admitirá «cambios sustanciales» en el acuerdo con Ciudadanos, si es preciso, algo que ha puesto en alerta a los de Albert Rivera, y luego se lo consultará a las bases, como hizo el 27 de febrero con éxito. Sánchez apeló a «la unidad de las fuerzas del cambio» (PSOE, Podemos y Ciudadanos), que «representamos a 15 millones de españoles» y «compartimos el objetivo de renovar» España echando a Rajoy. «No hay margen para el error», insistió Sánchez, dispuesto a «ceder» pero demandante de igual actitud en Rivera e Iglesias.
«El cambio, por difícil, por complejo, es posible. Nos quedan tres semanas y espero y deseo que España no se vea abocada a repetir elecciones. Por nosotros no va a ser», recalcó. El líder socialista dijo que respetará las resoluciones del Comité Federal, pero más de un barón crítico dio un respingo en su asiento cuando le escuchó que está dispuesto a introducir «cambios sustanciales» en el acuerdo firmado con Ciudadanos el 24 de febrero. Vara no estaba ayer escuchándole, pero el día anterior ya dejó dicho que no ve un pacto con Podemos si es a costa de dinamitar el acuerdo con los de Rivera.
Nadie se fía de Iglesias
Ningún dirigente socialista se fía de Pablo Iglesias porque creen que su único objetivo es fagocitar al PSOE, aunque ayer se mostraran comprensivos con la estrategia de su secretario general, básicamente por la tesitura en la que está el PSOE. Solo el aragonés Javier Lambán se atrevió a disentir del mantra oficial de que Sánchez está más cerca hoy de ser presidente del
Gobierno. Antes de entrar, el valenciano Ximo Puig dijo que si se convocan elecciones generales sería un «fracaso» de los partidos» y que la aritmética parlamentaria «necesita transversalidad». A su juicio, el PSOE tiene que «poner todo su coraje y ambición» para que haya un nuevo Ejecutivo.
Por su parte, la presidenta de Baleares, Francina Armengol, muy afín a Sánchez, como la secretaria general del PSM madrileño, Sara Hernández, afirmó que le «gustaría que Podemos pudiera estar» presente en un Gabinete presidido por Sánchez. Antes, él dijo que su gobierno sería «plural» y «parlamentario» porque el resultado del 20-D no permite otra cosa.
ABC – 03/04/16