Editorial-El Correo
- Apoya su insuficiente respuesta a la corrupción en un irrelevante equipo interino, una expulsión de Ábalos tan tardía que sonroja y ofensiva al PP
Pedro Sánchez ha aprovechado los días de reflexión en Quintos de Mora tras el demoledor informe de la UCO sobre la trama de mordidas para volver con fuerzas renovadas. Pero no tanto con medidas para limpiar a fondo el PSOE y el Gobierno como aconsejaría el brutal impacto de la corrupción entre sus filas. Sino para atacar al Partido Popular, denunciar su ‘pinza’ con Vox y defender la hoja de ruta de su Ejecutivo, «el último progresista que queda en Europa». En apenas dos días refugiado en la finca toledana del Estado, Sánchez intenta dar la vuelta a la tortilla. Ha pasado del gesto compungido en Ferraz por el escándalo a atrincherarse. De pedir «perdón» por las presuntas irregularidades de quienes han sido sus más estrechos colaboradores desde 2014 a contraatacar a la oposición, a quien reta a presentar una moción de censura casi imposible hoy para Alberto Núñez Feijóo.
Parapetado en las causas judiciales que afectan al PP, Sánchez relegó esta vez la autocrítica a un segundo plano para reiterar su rechazo al adelanto electoral. No está dispuesto a dejar «las riendas» del país en manos del PP y Vox, cuando apenas se detuvo en explicar cómo es posible que pusiera el PSOE en las de José Luis Ábalos y Santos Cerdán, a quienes censuró su «repugnante» trato a las mujeres. Una zafiedad que impregna sus grabaciones, retrato de la corrupción política en la concesión de obras públicas.
La respuesta de fondo planteada por Pedro Sánchez se antoja claramente insuficiente para sofocar la crisis en el socialismo. La reestructuración anunciada al término de la ejecutiva pasa por un equipo transitorio y de escasa relevancia, formado por cuatro dirigentes -una de ellas bajo la sombra de ser la gerente señalada en los audios de Koldo García-. Llevará el timón del partido hasta el Comité Federal del 5 de julio, encargado de elegir al nuevo secretario de Organización tras la dimisión de Cerdán, presunto gestor de las comisiones ilegales. La apertura de una comisión de investigación en el Congreso sólo añadirá ruido al necesario esclarecimiento de los hechos en los tribunales. Podemos ya se ha descolgado de la ronda de reuniones con el presidente del Gobierno al considerarla «un lavado de cara», y Junts avisa que su interés es sacar provecho de la «debilidad» del Ejecutivo. Como colofón a la falta de reflejos de Sánchez, el PSOE expulsó ayer a Ábalos quince meses después de abrirle un expediente por sus sospechas, hoy escandalosas. Una reacción tan tardía que causa sonrojo.