Gonzalo Araluce-Vozpópuli

  • Los contratos con Huawei o el veto al F-35 abundan en las agrietadas relaciones entre Madrid y Washington, despertando inquietudes en esferas diplomáticas

La inquietud es latente en el ámbito diplomático. La sensación es que España se adentra en territorio “desconocido” tras los últimos desafíos dePedro Sánchez Donald Trump, algunos de ellos en ámbitos tan sensibles como el militar: además de vetar la compra de cazas de combate F-35 de origen norteamericano, rechaza de plano el incremento de la partida de defensa impuesto desde la OTAN. Un escenario complejo en las relaciones diplomáticas de nuestro país, que al mismo tiempo cabalga con simpatía hacia China pese a las reticencias de Washington. “No sabemos hacia dónde vamos”, admiten fuentes internas del departamento que dirige José Luis Albares, que no dudan en calificar de “errático” el rumbo de Exteriores.

Las fuentes consultadas por Vozpópuli admiten que el escenario internacional es particularmente volátil, más aún tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y su ofensiva global en términos arancelarios. Un complejo cóctel al que hay que sumar la guerra de Gaza y la crisis en Oriente Medio, así como el afán expansionista de Vladimir Putin, que sigue vigente más de tres años después de lanzar su invasión sobre Ucrania.

No obstante, admiten que la posición de España es particularmente compleja ante sus aliados, al posicionarse tan abiertamente contra Estados Unidos. La última decisión ha dado la vuelta al mundo: el veto a los cazas de combate F-35, el único avión que podía operar desde la cubierta del buque Juan Carlos I.

El movimiento se justifica en la apuesta por otros proyectos europeos, pero lo cierto es que ahora no hay ninguna alternativa en el mercado y que España deberá contar con un nuevo portaaviones para que las Fuerzas Armadas cuenten con aviación embarcada, ante la inminente retirada de los Harrier por obsolescencia. Eso, o esperar a que Europa desarrolle su propio caza con capacidad de despegue vertical, algo que no se contempla a corto plazo.

Del caza F-35 a la Cumbre de la OTAN: choque en Defensa

El veto se produce en un momento particularmente sensible en las relaciones entre España y Estados Unidos. Pedro Sánchez fue el gran protagonista de la última cumbre de la OTAN en La Haya, al oponerse abiertamente al plan de Mark Rutte y Donald Trump de aumentar el gasto de defensa al 5%. Otros países -como Italia- deslizaron que suscribieron el acuerdo para satisfacer los requerimientos de la Alianza, pero que el objetivo sería de difícil cumplimiento.

Sánchez fue un paso más lejos. En la cumbre escenificó la soledad respecto a otros socios y se opuso abiertamente a Donald Trump, al afirmar que España no excedería su inversión militar más allá del 2,1%: así satisfacía a sus socios habituales en el Congreso de los Diputados y de Gobierno, pero lanzaba un choque frontal contra el presidente de Estados Unidos, quien no dudó en calificar de “problema” a su homólogo español.

Porque el diagnóstico de ambos dirigentes sobre la situación internacional no puede ser más distante. Ocurrió con la Cumbre de la OTAN y también con Israel. Y, en ambos casos, Sánchez se ha presentado ante sus socios como el principal opositor a las decisiones asumidas por la administración Trump: fue uno de los primeros en apostar por la solución de los dos Estados y en reconocer a Palestina, lejos de la postura que defiende Estados Unidos.

Contratos con Huawei y reunión de Sánchez con Xi Jinping

Pero lo que más ha irritado al Gobierno norteamericano ha sido la reciente aproximación de España a China, incluido el viaje de Pedro Sánchez a Pekín para reunirse con Xi Jinping para cerrar acuerdos millonarios. El mandatario chino llegó a cambiar su agenda para recibir al español. Oficialmente, la reunión se centró en la “exportación de productos” nacionales y en estrechar la “cooperación en ciencia, educación y cultura”, aunque el acercamiento se produjo en un momento estratégico para el comercio global y para los intereses chinos sobre España.

La Casa Blanca no dudó en trasladar su indignación a España. El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, denunció el acercamiento de Pedro Sánchez a China: “Sería como cortarse el cuello”. También citó en Washington al ministro de Economía española, Carlos Cuerpo, para trasladarle su firme posición sobre Pekín.

Una polémica que persiste. En las últimas semanas se han revelado varios contratos adjudicados por el Gobierno de Sánchez a Huawei, empresa señalada por Estados Unidos y la Unión Europea por sus vínculos con Pekín; algunos de ellos, en cuestiones sensibles para la seguridad. Como contó Vozpópuli, una batería de leyes china obliga a la tecnológica a compartir con la inteligencia de Xi Jinping información sobre sus clientes.

Las revelaciones sobre los contratos con Huawei coinciden con el veto del Gobierno a los cazas de combate F-35 de diseño estadounidense. Y llueve sobre mojado, tras las tiranteces políticas Madrid-Washington en cuestiones de defensa o de geoestrategia. Una relación que no tiene visos de encauzarse a corto plazo y que inquieta en esferas diplomáticas, con la sensación de que España camina hacia territorio “desconocido” en sus relaciones internacionales.