El líder del PSOE, Pedro Sánchez, está dispuesto a convocar un congreso federal exprés al que se presentaría. Su intención es ser reelegido secretario general y así despejar la lucha de poder que semana tras semana resquebraja al PSOE y mina su autoridad. Así lo confirmaron ayer a este diario tres miembros de la dirección, entre ellos dos personas de la Comisión Permanente de la Ejecutiva muy próximos a él.
El congreso es «una posibilidad barajada entre otras», dicen. Su convocatoria depende de muchos factores. Los críticos la conocen y creen que Sánchez quiere «blindarse».
El candidato del PNV, Iñigo Urkullu, que tiene muchas posibilidades de ser reelegido lehendakari tras las elecciones autonómicas del domingo, rechaza en una entrevista con EL MUNDO la «vía unilateral» para conseguir más autogobierno para el País Vasco. En las antípodas del discurso del nacionalismo catalán, Urkullu asegura que dar pasos en ese sentido sin pactar con el Gobierno central «no tendría cabida en Europa» y recuerda que la «propia historia» del autogobierno vasco «es pactista».
El PSOE se parece cada vez más a una olla a presión. Pedro Sánchez se siente atacado y maniatado por parte de su partido, que le resta autoridad y legitimidad al provocar continuas escaramuzas más o menos abiertas. Unas convulsiones que, piensa, minan sus posibilidades de liderar un Gobierno alternativo al del PP, como explican fuentes próximas al secretario general.
En el otro lado, la mayoría de los presidentes autonómicos del PSOE, encabezados por la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, así como un buen puñado de históricos consideran que Sánchez lleva al partido al desastre con un estilo de dirección cesarista y ajeno a la opinión del resto de líderes de peso. Según el análisis de los críticos, los resultados electorales a los que Sánchez está abocando al PSOE son cada vez peores, sin autocrítica y sin un proyecto coherente que pueda enderezar esta situación.
El entorno de Sánchez lanzó ayer un mensaje a los críticos: el secretario general intentará liderar un «Gobierno alternativo» al del PP, piense lo que piense Susana Díaz, que la semana pasada sentenció que con 85 diputados no se puede gobernar.
Además, fuentes de la Ejecutiva confirmaron ayer a este diario que no comenzará sus negociaciones el día del Comité Federal, el 1 de octubre, sino el lunes 26 de septiembre porque el tiempo apremia y hay que explorar las posibilidades de gobernar cuanto antes. En el Comité Federal informará de sus primeros resultados.
La voluntad de Sánchez, según fuentes de la dirección, es abrir esta negociación siguiendo el mandato que el partido aprobó el pasado 28 de diciembre: el rechazo a facilitar la investidura de Rajoy o de cualquier otro candidato del PP y a llegar a acuerdos con los partidos independentistas.
Sin embargo, en el bando crítico apuntan que el anuncio de intentar liderar un Gobierno es una «farsa». Si realmente aspira a ello, añaden las fuentes consultadas, integrantes del Comité Federal, debe aclarar de inmediato con quién. Habida cuenta de que Albert Rivera ya ha anticipado su negativa a entrar en el juego, la única posibilidad pasaría por pactar con Podemos y contar con el apoyo independentista, una fórmula que aseguran sería rechazada en el Comité Federal.
«Ni aun cuando los independentistas aparcaran su petición de referéndum podríamos aceptarlo. A estas alturas ya ha quedado claro que se han situado fuera de la Constitución. Llegar a La Moncloa con su respaldo implicaría estar sometidos a un chantaje permanente». Si la fórmula última es ésa, vaticinan, habrá voces que pidan, ahora sí, consulta a la militancia, e incluso aseguran estar dispuestas a hacer campaña por el no.
Los críticos creen que lo que busca el secretario general es, en realidad, «blindarse», entreteniendo con la idea del Gobierno alternativo para activar el plan del congreso exprés en el que cree que podría neutralizar a la baronesa andaluza.
En todo caso, y a la espera de los resultados electorales del domingo en Galicia y el País Vasco, Sánchez tiene varios escenarios sobre la mesa. En el caso de que las cosas vayan mal, sopesa adelantar el congreso federal a primeros de diciembre para atajar la guerra de poder. Previamente, el 23 de octubre se elegiría al secretario general del partido en unas primarias mediante voto directo de la militancia –una semana antes de que termine el plazo para que se convoquen de nuevo elecciones si no hay investidura–. El congreso federal propiamente dicho se celebraría el 3 y el 4 de diciembre y convalidaría el voto de los militantes para elegir secretario general.
La dirección cree que esta convocatoria además de acabar con la guerra de poder permitiría, si hay terceras elecciones, que el secretario general y candidato acuda a las urnas sin obstáculos.
La cúpula de Ferraz está convencida de que la premura en las fechas complica las opciones de Susana Díaz, que tenía ya decidido presentarse a la secretaría general. Díaz está dispuesta a ir al congreso, según su entorno, pero daba por hecho que sería después de las terceras elecciones, en el caso de que tengan que repetirse. Si la presidenta de la Junta tuviera que presentarse ahora para liderar el PSOE, debería dejar el Gobierno autonómico en pocas semanas asumiendo el riesgo de presentarse a las elecciones generales de diciembre, donde podría obtener un mal resultado. Por el contrario, hay fuentes que mantienen que dará el paso porque teme más un fracaso electoral en Andalucía –y ahora mismo las encuestas no le son favorables– que a nivel nacional.
El Comité Federal del PSOE del 30 de enero aprobó celebrar el congreso a finales de mayo. El 2 de abril, sin embargo, otro Comité Federal decidió aplazarlo hasta que haya Gobierno. La situación de interinidad ha llevado a que el cónclave se retrase sine die.