Ramón Pérez-Maura-El Debate
  • Si hay alguien que se crea que es una casualidad que el día que tuvo que quitar las competencias de Organización en el partido a Ábalos, entre todos los afiliados no encontró a ninguno limpio y sólo podía elegir a Cerdán es que vive en la utopía. ¿Mala suerte? No. Estaban todos en el mismo barco

Todos hablamos de la corrupción que rodea a Sánchez. La que le toca muy cerca. La lista está en la mente de casi todo el mundo: su mujer, su hermano, el fiscal general del Estado, Santos Cerdán, José Luis Ábalos. No sé si Koldo García estuvo en el Peugeot. Pero sí hay testimonios escritos del propio Sánchez sobre la admiración que sentía por él. Aquel aizkolari ejemplar.

En todo caso, Sánchez no había designado oficialmente a Koldo para ningún caso de responsabilidad. Aunque a estas alturas ya sabemos que fue él quien se lo adjudicó a Ábalos como asistente. Pero en esta ecuación podemos dejar a Koldo fuera de los elementos que equilibran la balanza. A quienes no podemos excluir es a Cerdán y a Ábalos. Y, habiendo sido los colaboradores políticos más estrechos de Sánchez, él los ha dejado caer. Yo no sé si hay alguien tan iluso como para creer que la red de corrupción que tenían montada ambos secretarios de Organización del PSOE podía existir sin conocimiento del secretario general del partido. Si hay alguien que se crea que es una casualidad que el día que tuvo que quitar las competencias de Organización en el partido a Ábalos, entre todos los afiliados no encontró a ninguno limpio y sólo podía elegir a Cerdán es que vive en la utopía. ¿Mala suerte? No. Estaban todos en el mismo barco y por eso se cogió a quien podía seguir con el negocio. Las tramas de corrupción de esta magnitud nunca las lleva una sola persona. Hace falta la participación de varios.

Yo siempre pienso que estas tramas corruptas tienen que ser más comunes de lo que conocemos. Porque si todas ellas acabaran desmanteladas por la Policía, no habría tantas. Los delincuentes tendrían miedo a ser detenidos. Pero si aparecen y reaparecen casos de corrupción tan flagrantes desde el mundo de la política es porque entre ellos saben que hay muchos, quizá la mayoría, que actúan con impunidad.

Sánchez sigue clamando la inocencia de su hermano y su mujer. Los tribunales dirán. Desde luego quien se haya leído «La sagrada familia» el libro de Alejandro Entrambasaguas estará de acuerdo conmigo en que el futuro penal de David Sánchez pinta color teléfono antiguo. Lo que yo me pregunto es si un Sánchez que ha dejado caer a dos íntimos como Cerdán y Albares -miren con qué dureza se refiere a ellos el Equipo Nacional de Opinión Sincronizada- valorará más, cuando lleguen condenas que yo veo inevitables, decir que esto es el lawfare contra su familia y la solidaridad con sus familiares en primer grado o por el contrario preferirá dejarles caer. Lo primero puede acabar costando a Sánchez la Moncloa. Y permanecer allí es su único objetivo. Lo segundo puede ser un argumento bastardo, pero los suyos le compran cualquier teoría. Los que no sé es si le van a seguir comprando su pisto los que ya se ven condenados, los que tienen más difícil, si no imposible, evitar la cárcel. Ellos ven que Sánchez ya solo se la juega por su mujer y su hermano. Porque yo apuesto a que si García Ortiz es finalmente condenado, Sánchez y su Equipo Nacional de Opinión Sincronizada lo ningunearán como al trío del Peugeot. El fiscal general acabará siendo un sinvergüenza que pasaba por allí y se aprovechó de ellos. Se admiten apuestas.