María Vega-El Español

¡Bienvenido, Mister Maersk! Así podría titularse el vídeo difundido el pasado jueves por la Moncloa en el que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, recibía al consejero delegado de A.P. Moller-Maersk, Søren Skou, en el Complejo presidencial.

Maersk es una empresa con glamour. No solo porque tenga miles de millones para invertir o por su apuesta por las energías verdes y la innovación. También porque es danesa. Y ya sabemos que ser Dinamarca siempre fue la aspiración de España por su modelo de Estado de bienestar y su economía de alto valor añadido, aunque -todo hay que decirlo- nosotros tenemos mejor clima.

El caso es que esta naviera quiere invertir en España 10.000 millones de euros dentro de un plan con el que nuestro país podría convertirse en líder mundial de metanol verde, un biocombustible que puede sustituir a los fósiles en el transporte por mar. Un negocio ‘verde’ que, además, vendría acompañado de 85.000 empleos.

Así que en un momento en el que los fondos europeos ya no solo se enfrían por los datos de su lenta ejecución, sino que están amenazados de ser congelados por Bruselas por las dudas sobre su control, el presidente del Gobierno ha conseguido la foto y el anuncio perfecto.

«Los fondos europeos ya no solo se enfrían por los datos de su lenta ejecución, sino que están amenazados de ser congelados»

Con Skou en la Moncloa, Sánchez pretende ‘demostrar’ a los españoles y a la Comisión Europea que los fondos se van a utilizar para lo que fueron concedidos: transformar la economía española.

Ha contado con la ayuda de la consejera de Maersk, Amparo Moraleda, cuyo nombre sonó como ministrable en tiempos de Zapatero. Y con la inspiración de otra musa de los gurús de Moncloa: Mariana Mazzucato.

Y es que con esta fotografía, Sánchez -arropado por Manuel de la Rocha– vuelve a dar impulso al Estado emprendedor. Y lo hace en un momento en el que al analizar las encuestas, algunos empiezan a sugerir que si aguanta la economía -cosa difícil- es posible evitar el desastre electoral en las generales de 2023 que parecía inevitable hace unos meses.

[Mazzucato y la cooperación de la coalición de izquierdas con el Ibex 35. Por María Vega]

«Con Maersk, Pedro Sánchez vuelve a ser un presidente business friendly. Eso sí, con las multinacionales extranjeras»

Con Maersk, Pedro Sánchez vuelve a ser un presidente business friendly. Eso sí, con las multinacionales extranjeras. Con las nacionales, el líder del Ejecutivo no quiere hacerse fotos. Recuerden que los ejecutivos del Ibex 35 son «los del puro». Y también que las grandes empresas españolas deben ser «más solidarias» y «arrimar el hombro», según María Jesús Montero.

Para ellas, el Gobierno ha diseñado una hoja de ruta alternativa: la del impuesto a las energéticas y el impuesto a la banca. Ese impuesto cuyo diseño ha desmontado el BCE con un informe calificado de ‘copia y pega’ por José Luis Escrivá.

En este acto, el ministro ha hecho de telonero al presidente que culpó a Luis de Guindos -es decir, al PP-, del contenido de ese documento en el que el supervisor europeo explica por qué el impuesto lo pagarán los clientes que pidan un crédito.

[Sánchez, a los «corifeos del neoliberalismo» y al PP: habrá impuestos a la banca y las eléctricas]

Si para Fráncfort estas declaraciones son un escarnio, las formas empleadas para comunicar la inversión de Maersk han generado perplejidad en grandes empresas españolas que tienen proyectos muy innovadores y que muchos de ellos, también se enmarcan en los PERTE.

Primero porque no es habitual que una multinacional ceda la gestión de la comunicación de una operación corporativa de este calibre a un Gobierno.

Segundo por el contraste entre el buen trato que ha dado el Ejecutivo a los daneses frente al daño a la reputación de la empresa española que hace Sánchez cada vez que habla de los «poderes ocultos» para movilizar a sus votantes más radicales.

[Sánchez confirma que será candidato y carga contra los «cenáculos madrileños de señores con puro»]

El deterioro institucional que padece España preocupa cada vez más a las elites empresariales. Quizás porque a ellas también les gustaría que nuestro país fuera Dinamarca en el ranking Doing Business, donde el escandinavo ocupa el puesto número cuatro y España el 31.

La realidad es que el clima político no solo impide escalar en ese ranking, sino que nos ha hecho perder posiciones en los últimos años. Y lo preocupante es que no hay nada en el horizonte que invite a pensar que la situación vaya a mejorar en el próximo año de sondeos y urnas.

Con un presidente envalentonado, un día es el Ibex y otro el Banco de España. Y ahora el BCE, un banco central que con su programa de estímulos ha venido sosteniendo el ‘gasto social’ de su Gobierno.

De ahí que la preocupación de la empresa española por la deriva del presidente sea cada vez más compartida por las instituciones europeas. En especial, por la Comisión Europea de Ursula von der Leyen, que confió su legado a los fondos europeos y asiste ahora confusa a la falta de respuesta de España a la lógica exigencia de transparencia y control en la gestión de esas ayudas.

ATENTOS A…

El anuncio de Alberto Núñez Feijóo de recuperar la desgravación por vivienda para capear la subida de los tipos de interés no ha gustado a algunos sectores próximos al PP que no comprenden cómo se abre ahora este debate cuando se trata de una deducción que suprimió de manera definitiva el PP de Mariano Rajoy.

Con los datos agridulces del paro de octubre sobre la mesa (con récord en caída de parados y síntomas de agotamiento en afiliación), algunos economistas cercanos al partido creen que Feijóo debe reforzar su discurso económico ante un año complicado en el que Sánchez va a utilizar toda su artillería gubernamental para seguir en el poder.