- Se le va a complicar un poco el discurso al presidente si quiere mantener su remoquete de «la derecha y la extrema derecha» que tengo dicho que es como hablar de Trinidad y Tobago, que inevitablemente van juntas
La sesión de control al Gobierno de este miércoles fue muy interesante porque nos dijo mucho de lo que está pasando en España y por qué está pasando. Y nos dio una pista muy clara de un Pedro Sánchez más ensoberbecido que nunca. Que ya es decir.
Alberto Núñez Feijóo le hizo un enunciado en cascada de los casos de corrupción que asolan a su Gobierno y, como es norma de la casa, se cumplió el dicho popular de «¿Qué hora es? Manzanas traigo». Lo que le dicen le resbala. Le es absolutamente indiferente. Nada le afecta. Y lo que es peor, a una buena parte de sus votantes y medios afines, tampoco.
Fue muy revelador que la vicepresidente Montero se pusiera enferma precisamente ayer. Probablemente le subió la fiebre ante el espectáculo de aparecer sentada en el banco azul al lado de la ministra que ha hecho el papelón del que se reía Núñez Feijóo: «Señora Díaz, a Pablo Iglesias esto no se lo habrían colado». Pero el Gobierno, por más que ayer todo fueran sonrisas en el banco azul, lleva la procesión por dentro.
Esta subida del Salario Mínimo Interprofesional ha sido la más cuestionada de la Historia. Primero se ha hecho sin el respaldo de los que la pagan, representados por la patronal. Aunque hay muchos sueldos que se pagan desde bolsillos privados y no desde empresas. Y después se ha hecho sin un acuerdo dentro del Gobierno. Vistas las discrepancias exhibidas en la rueda de Prensa del martes, no cabe imaginar cómo deben ser las reuniones del Consejo de Ministros. Aquello debe ser un despelote todavía mayor que el que se pudo ver el pasado 4 de febrero cuando Gustavo Petro tuvo la idea genial de retransmitir en directo una reunión del gobierno colombiano en la que volaron los cuchillos.
Parece bastante lógico que Sumar se oponga a un impuesto que le han colado y que reduce drásticamente la subida de ingresos anunciada por Díaz. Y de ahí podemos salir con una situación inédita: Que el PP y Sumar voten juntos contra el Gobierno. Algo como lo que ocurría cuando Aznar y el comunista Anguita se aliaban contra Felipe González. Pero con una inmensa diferencia: Anguita y su Izquierda Unida no formaban parte del Gobierno y Sumar lo es.
Se le va a complicar un poco el discurso a Sánchez si quiere mantener su remoquete de «la derecha y la extrema derecha» que tengo dicho que es como hablar de Trinidad y Tobago, que inevitablemente van juntas. Pero ¿qué va a hacer Sánchez si la derecha y la extrema izquierda votan juntos contra su Gobierno? En el momento de soberbia y engreimiento en que se encuentra, supongo que nada. Y ya sabemos que ninguna democracia del mundo mantendría un Gobierno de coalición en el que una parte de ese gobierno vota en contra de lo acordado por el Gabinete.
Por lo demás, que no intenten buscar incongruencias en que el PP no apruebe ese impuesto. Es completamente lógico. Con haber reducido la subida anunciada a lo que de verdad van a recibir los trabajadores, se hubieran evitado este enfrentamiento. Pero claro, a quien no le hubieran mejorado los ingresos entonces hubiera sido al Estado. Y el fin último de esta subida, para el PSOE, no son los ciudadanos, sino engordar las arcas del Estado. Como siempre.