Solo Pedro Sánchez era incapaz de ver que sus cesiones a las exigencias de Junts iban a tener una réplica en las que va a formular ERC cuando faltan menos de dos meses para las elecciones adelantadas por el huésped de la Generalidad, el increíble hombre menguado. Hace unos años, en homenaje a Jack Arnold, acuñé para Artur Mas el alias de ‘el increíble hombre menguante’ en atención a sus encadenados retrocesos electorales. La ventaja de Aragonés es que él ya venía menguado desde casa.
Apenas conseguida la amnistía, Junts volvió a reunirse con Cerdán y el mediador salvadoreño en Suiza para seguir donde nos habíamos quedado: la autodeterminación, el ‘ho tornarem a fer’ de siempre. Aragonés quiere plantarse en el 12 de mayo habiéndole arrancado a Sánchez “la soberanía fiscal plena” con un sistema de concierto y cupo como el vasco.
Este ha sido desde siempre el oscuro objeto de deseo catalán. Recuerdo que a finales de los ochenta acompañé a mi jefe de entonces, Ramón Jáuregui, en un viaje a Cataluña. El entonces consejero de Economía y Finanzas, Ramón Trias Fargas nos invitó a comer en un precioso restaurante modernista de Barcelona, ‘La Dama’, y mostró el más absoluto desinterés por cuanto le contaba Jáuregui sobre el País Vasco, el terrorismo y la novedosa experiencia de la coalición entre nacionalistas y socialistas. Me causó buena impresión y lamenté su fallecimiento muy pocos meses después de aquel encuentro, pero a él solo le interesaba hablar de la financiación vasca, del sistema de concierto y cupo.
Recordemos la infame legislatura en la que la troika formada por PSC, ERC e ICV desterró del Govern al heredero de Jordi Pujol, aquel tipo que construyó su nación para esquilmarla. En aquel tiempo, 2009, el consejero socialista Antoni Castells diseñó un sistema de financiación que Zapatero llevó a todas las Autonomías, con la abstención de las gobernadas por el PP. Aquello supuso una mejora sustancial de la financiación catalana, unos 4.000 millones, pero al nacionalismo le parecía poco; ellos seguían soñando con el imposible modelo vasco, sin tener en cuenta que su juego metafórico con los conceptos tiene un pase literariamente hablando, pero se estrella contra las matemáticas. El cálculo vasco es tolerable por el sistema porque el PIB de Euskadi es el 5% del español, pero la economía catalana supone el 19% de la española y una financiación semejante haría reventar el sistema por las cuadernas. La suma de las partes de un todo, lo escribiré una vez más, no puede superar el 100%. Es triste por los sueños incumplidos, pero es así la vida.
La recaudación del 100% de los impuestos generados en Cataluña, supondría 52.000 millones, el doble de lo que ingresa con el vigente sistema financiero.
Lo que no ha percibido Pedro Sánchez es que está entre un Frente Popular de Judea y un Frente Judaico Popular, que compiten encarnizadamente por ver quién odia más a los romanos, quien les exige más y quien desdeña más groseramente al Rey. Sánchez está en medio, condenado a satisfacer alternativamente a los dos combatientes en puja. Está obligado a compensar a uno por la cesión que haya hecho al otro. Solo alcanzará el equilibrio mediante el suicidio (político, se entiende). Lástima que en el camino se cargará la nación española.