Isabel San Sebastián-ABC

  • El Gobierno quiere jóvenes que desconozcan su historia

El real decreto de enseñanzas mínimas de Bachillerato, que ayer desveló en exclusiva ABC y hoy llega al Consejo de Ministros, es un producto tóxico, altamente nocivo para la salud de nuestros hijos. Una mezcla venenosa de adoctrinamiento en la ideología de extrema izquierda imperante en este Ejecutivo, sectarismo acrítico, ignorancia e inducción a la vagancia. Una estafa en términos de formación, que abocará a nuestros bachilleres a competir con coetáneos de otros países infinitamente mejor preparados para hacer frente a los desafíos de un mundo globalizado. Y lo peor: un gigantesco acto de manipulación colectiva destinado a privar de criterio propio a las nuevas generaciones por el procedimiento de hurtarles los conocimientos, herramientas y capacidades necesarios para forjarse una opinión en libertad. O sea, un ataque frontal contra el concepto de ciudadanía que define a las sociedades democráticas.

De cuantas tropelías ha cometido este presidente, ésta es sin duda la más grave. Porque atenta contra el futuro de España, contra los jóvenes llamados a dirigirla en los días venideros, contra la esperanza y contra la igualdad. Cuando entre en vigor esta aberración pedagógica, quienes dispongan de medios enviarán a sus vástagos a centros privados, nacionales o extranjeros, donde puedan recibir una educación basada en pautas útiles y racionales. Los más desfavorecidos deberán resignarse a que sus chicos consuman la basura establecida por Sánchez como menú de enseñanza o a que se conviertan en holgazanes impunes sabiendo que, hagan lo que hagan, completarán sus estudios. ¿Qué más quiere un poder cuya vocación es perpetuarse que responder en las urnas ante una legión de ignorantes? El proyecto educativo de Frankenstein constituye un despropósito de consecuencias aterradoras.

No entraré en el aspecto científico, que los entendidos (Real Sociedad Española de Física) descalifican con argumentos sobrados. Si de algo sé yo un poco es de Historia, amputada nada menos que de diez y nueve siglos, y de la tergiversación infecta que de ella han hecho ciertos políticos con el propósito de justificar sus delirios interesados. ¿Por qué desaparecen de los libros de texto nuestras raíces hispanas, nuestro legado común, la Reconquista, determinante en la configuración de nuestra nación, o cualquier vestigio de hazañas tales como el descubrimiento de América o la circunvalación y cartografía del mundo? ¿Por qué se habla de ‘perspectiva de género’ sin mencionar a Isabel la Católica o se trata la Edad Media desde un enfoque económico de marcado sesgo marxista? Porque el propósito es barrer de la memoria todo aquello que nos une, en aras de facilitar el camino al separatismo, además de inculcar en las mentes vírgenes esa vergüenza de ser español que impregna a esta izquierda traidora y la lleva a renegar de su patria.

Alberto Núñez Feijóo tiene muchas cosas que enmendar, aunque ninguna tan urgente como este engendro de ley cuyos efectos serán devastadores e irreversibles.