Entrevista

José Antonio Zarzalejos-El Confidencial

  • Fernando Savater cree que la marcha de Ferrovial lleva a la gente a la preocupación, que el problema es Podemos, pero no Vox, que la intervención de Tamames puede ser un «esperpento» y que este será el último año de Sánchez

Fernando Fernández-Savater Martín (San Sebastián 1947) vive en la capital donostiarra. De junio a noviembre se baña en la playa de la Concha a diario, «aunque caiga sirimiri» porque es, dice, lo «único sano que hago». Allí está su casa, pero en Madrid tiene otra para estancias más cortas en el barrio de Salamanca. Es un piso repleto de libros que rebosan en las estanterías, descansan en las sillas y ocupan las mesas. «Algunos sé dónde están, pero cuando mi hijo me pide uno que sé que tengo, pero no dónde, le doy el dinero y le digo: vete a comprarlo». 

Savater es aficionado a leer novela y a escribirla. Fue finalista del premio Planeta en 1993 con El jardín de las dudas y el galardón se lo llevó Mario Vargas Llosa con Lituma en los Andes. Pero en 2008 triunfó en el Planeta con La hermandad de la buena suerte , un relato ambientado en el mundo de la gran afición del filósofo: la hípica. Sin embargo, su libro Ética para Amador —que fue un encargo de una profesora de un instituto barcelonés para mejorar los comportamientos de sus alumnos— ha sido su gran éxito. Sigue vendiéndose después de incontables reediciones. Luego vino Política para Amador y, antes y después, decenas de obras de ensayo, de relato y hasta panfletos. Es también autor de obras de teatro, alguna de ellas representada en el María Guerrero de Madrid.

Fernando Savater —fundador, de Basta Ya, una organización que se enfrentó a la banda terrorista ETA— fue catedrático de Filosofía en la Universidad del País Vasco y luego en Madrid —»allí no podía seguir»—. Gustavo Villapalos creó una catedra de carácter propio para este donostiarra que a sus 75 años dice no admitir la cancelación de sus opiniones y que es, posiblemente, uno de los intelectuales españoles que habla con mayor claridad, contundencia y agudeza de la vida pública española.

PREGUNTA. ¿Cuál es su diagnóstico de la situación política y social en España? ¿Cree, como Javier Lambán, que hay que temer que nuestro país sea un proyecto fallido

RESPUESTA. Creo que es fallida la creencia de que había en nuestro país una serie de valores consolidados a partir de la Transición de la que soy hijo y protagonista. Esa, la de la Transición, es la mejor época que hemos tenido. No solo por la reconciliación y por la armonía del país, sino también por valores que se recuperaban. Todo eso estaba amenazado por el terrorismo y por los demonios tradicionales en España. 

P. Esa sensación no la tuvimos en el País Vasco. 

R. Sí, lo pasamos peor. Y me extrañaba que los intelectuales no veían lo que allí sucedía como algo especialmente grave y lo de Cataluña todavía menos porque allí no había muertos. Siempre me parecía que el problema de la democracia tradicional desde el siglo XIX en España había sido el carlismo, es decir, la combinación entre el separatismo y el clericalismo. Lo hemos seguido arrastrando y hasta provocó la Guerra Civil.

P. O sea que el carlismo ha vuelto. 

R. Sí, tanto en el País Vasco como en Cataluña. Pero los intelectuales escribían de otras cosas. Ese tema lo veían como algo pueblerino. A mi me decían que estaba obsesionado con el País Vasco. Y yo les contestaba que ciertamente era así porque ¿con qué iba a estar obsesionado, con Timor Oriental? La mayoría de los intelectuales no hacían reflexiones sobre el terrorismo, pero tampoco sobre el separatismo. Y así, no solo no se preocupaban del tema, sino que nos ponían verdes a los que tratábamos del asunto. Desde entonces me pusieron una cruz: era de derechas, apoyaba a la Guardia Civil…y eso me llamó la atención, pero claro, poco a poco, el socialismo ha ido convirtiéndose cada vez más en lo que temíamos que fuera con Zapatero y con Sánchez, o sea, una especie de revival del enfrentamiento civil pero ahora en plan moderno: con las identidades y la cultura de la cancelación

P. Esos son fenómenos quizás más recientes.

R. Con Sánchez hemos tenido que ver a Bildu y a los separatistas catalanes convertidos en puntales del país. Es algo muy preocupante.

«Ferrovial se ha ido porque podía y otros no se van porque no pueden. ¿Por qué se van a quedar escuchando a Ione Belarra?» 

P. ¿Pero está esa preocupación política en la calle?

R. Sí. Creo que la gente empieza a estar preocupada, por ejemplo, con el traslado de sede de Ferrovial. Pienso que se irán otras empresas. Porque ¿cómo vas a estar escuchando las cosas que dicen Belarra o Garzón sobre las empresas y los empresarios y considerar que este país es bueno para invertir? Ferrovial se ha ido porque podía y otros no se van porque no pueden. ¿Por qué se van a quedar escuchando a Ione Belarra? 

P. Entonces, ¿atribuye el cambio de sede de Ferrovial a causas políticas? 

R. Es que los políticos que tenemos en el Gobierno no son como el resto de los políticos europeos. En Europa no hay gente así.

P. ¿Se refiere a que son extremistas o a que no están preparados?

R. Las dos cosas. Primero porque aquí tenemos una peculiaridad que es el populismo de izquierdas. Vox no es un problema comparable con Podemos. Esa izquierda ha sido y es el problema. Y los que hemos estado dando clases mucho tiempo en América Latina conocemos perfectamente el fenómeno bolivariano, como este que se da aquí, de todo a cien. 

P. Por lo tanto, ¿Vox no se encuadraría también en el populismo peligroso para el sistema democrático? 

R. No, de momento. No han matado a nadie, no han dicho que haya que acabar con la Constitución… cosas que estamos oyendo de los otros.

«Una cosa es ser progresista y otra ser imbécil» 

P. Entonces, no hay una España fallida pero sí una democracia de baja calidad, ¿a eso se refiere? 

R. El Colegio de Eméritos acaba de publicar un libro muy interesante con ensayos de gente de mucha categoría y que se titula Democracia menguante y esa es la tendencia de nuestro sistema. En España la gente —a diferencia de lo que ocurre en otros países europeos— ni se atreve a decir que es de derechas. Eso es anómalo. Aunque tantos y tantos que se dicen de izquierdas viven como si fueran de derechas y comparten esos valores. Pero si Sánchez es la izquierda, hay que pasarse a la derecha urgentemente. Tengo amigos que me dicen que me leen, pero también que me atribuyen una deriva ideológica. 

P. Está etiquetado, efectivamente, como un «derechista descarado». 

R. Eso es gracioso porque quiere decir que la izquierda y el progresismo es Sánchez. Lo asombroso no es que digan que yo soy de derechas, lo asombroso es que la gente vea esta izquierda que se apoya en Bildu y en los separatistas catalanes, que apoya leyes inefables, y que te pregunten ¿cómo es que a usted no le gusta todo esto?, ¿cómo no está usted apoyando esto? Pues porque esto es una mierda, hablando mal y pronto. Una cosa es ser progresista y otra ser imbécil. 

«Creo que este año será el último de Sánchez y rezo por ello a todos los santos. Tendrá un revolcón serio en mayo y otro en las generales» 

P. ¿Cómo definiría entonces a Sánchez y a este PSOE? 

R. Sánchez es un oportunista político. Es lo que se llamaba siempre en España un piernasSánchez es un piernas de la política. Los propios socialistas se dieron cuenta e intentaron ponerlo fuera de juego; lo que ocurrió es que él ha sabido poner fuera de juego a los demás. Es una bestia política. Tiene mucha audacia, aunque no tiene conocimientos, pero en política ser audaz es importante, no es un timorato como Rajoy. Ser audaz retribuye con recompensa política, aunque Sánchez tiene el peor score de votos del PSOE y, por lo tanto, no ha levantado entusiasmos. Pero dispone del apoyo de los que saben que con otro les iría peor. ¿Dónde va a encontrar Bildu uno mejor que Sánchez, o ERC o Podemos? Es indispensable para mucha gente. 

P. Pero ¿están Sánchez y el PSOE en una etapa declinante? 

R. Yo creo que sí. Creo que este año será el último de Sánchez y rezo por ello a todos los santos. Creo que tendrán un revolcón serio en mayo y otro definitivo en las generales, pero las leyes que han aprobado están ahí. Sánchez está dejando cosas que van a perdurar más allá de su presidencia. Por ejemplo, la ley trans, la del solo sí es sí, los disparates de la memoria histórica…y las ventajas que ha dado al separatismo van a continuar.

P. En este contexto, iniciativas como la de que Ramón Tamames sea el protagonista de una moción de censura. ¿Cómo la valora? 

R. Me parece una iniciativa pintoresca. Es un personaje ególatra, probablemente está en esta iniciativa para que se le vea como ha estado toda su vida en todos los sitios. Pero para meterse con Sánchez sirve porque servimos cualquiera. Puede tener un efecto contrario porque la gente diga que, si eso es lo que hay contra Sánchez, mejor Sánchez. 

P. ¿No cree que Tamames sea capaz de hacer una intervención bien articulada? 

R. Capaz sí, porque intelectualmente no tiene comparación con los políticos de ahora. Pero no sé si lo que diga va a estar bien expuesto, con el riesgo de que todo gire en torno a su persona. A saber si su planteamiento tendrá eco o no. La gente puede verlo como un episodio político, pero también como un acto que pertenezca al género del esperpento

«Es un personaje ególatra, probablemente está en esta iniciativa para que se le vea, como ha estado toda su vida en todos los sitios» 

P. ¿Está cumpliendo su rol la derecha frente a Sánchez y el PSOE de manera eficaz? ¿Acierta o se equivoca Feijóo? 

R. La veo otra vez con miedos y complejos. Feijóo tiene miedo a parecer demasiado de derechas, de que le acerquen a Vox. Mientras que él tiene enfrente a un señor al que no le da ningún reparo que le califiquen de extrema izquierda, porque se apoya en gente que es de extrema izquierda, en cambio Feijóo tiene pánico a que le afilien a Vox, cosa que le sitúa en inferioridad. Él tiene un escrúpulo que Sánchez no tiene. No me tranquilizan las cosas que hace; lo mismo que no me tranquiliza la gestión sobre la lengua que hizo en Galicia. 

P. Entonces, en ese contexto, ¿qué significa Vox? 

R. Evidentemente Vox es una reacción de hartazgo ante este constante lavado de cerebro que practica Podemos en España. Para mi asombro, cuatro millones votaron a ese conjunto de descerebrados que venía repitiendo las peores tonterías que habíamos oído en Caracas. Vox responde a eso. Yo a Santi Abascal le conozco desde que era pequeño y, en ocasiones, he reñido con él a propósito de esas cosas hiperespañolas que a veces decía y que me daban un poco de miedo, pero en los momentos graves de nuestras vidas yo siempre he visto a Santiago en el lado de los buenos, nunca en el de los malos. Y, en cambio, entre los malos veo a gente que ahora está dando instrucciones democráticas. No me gusta su opción política, no me gusta el lenguaje que tienen. Yo no les voy a votar, pero no me dan miedo. 

«Para mi asombro, cuatro millones votaron a ese conjunto de descerebrados que repetía las peores tonterías que habíamos oído en Caracas» 

P. Llegaríamos así a la conclusión de que España es un escenario populista. 

R. Evidentemente. Las políticas que se están haciendo aquí nada tienen que ver con las que se desarrollan en otros países europeos. A pesar de la que la presidenta de la Comisión de la UE está enamorada de Pedro Sánchez, todo lo demás no responde al europeísmo. La prueba es Ferrovial. Algunos piensan que mañana al Gobierno le puede dar por cerrar Mercadona y ponen tierra por medio.

P. Y ha saltado un nuevo caso de corrupción. 

R. En el PSOE es tradicional. La corrupción en España empieza con Filesa y ahí ha seguido. Luego, por supuesto, ha habido corrupción en el PP. España es un país más corrupto que otros porque hay más impunidad, ahora bien, casos como los ERE en Andalucía, o lo que está ocurriendo ahora con el caso Mediador, no se han visto más que en el PSOE, para qué vamos a engañarnos. El PSOE es un partido prototípico de la corrupción. Los Juan Guerra han nacido en ese partido.

P. ¿Cuál es su diagnóstico sobre Cataluña tras las medidas adoptadas, como la reforma penal? 

R. Cataluña ya esta funcionando a todos los niveles como un país independiente. La presencia de España tanto allí como en el País Vasco es prácticamente nula. Lo único que falta es el reconocimiento verbal y explícito de la independencia. Lo que ha hecho el Gobierno de Madrid es decir a los secesionistas que hagan lo que quieran, pero que no le llamen independencia para no comprometerle. Hagan lo que lo harían si fuesen independientes, pero no lo digan. En realidad, lo que hoy nos defiende en Cataluña es lo mal que se llevan los independentistas entre sí. Por eso, el discurso del Rey fue providencial, dijo lo que tenía que decir. Felipe VI lo dijo muy bien, pero no lo ha dicho ningún presidente del Gobierno ni hemos visto que la política gubernamental respondiese a eso que dijo el Rey, que es lo que había que decir

P. ¿Y el País Vasco? 

R. Allí hay cosas que anhela Cataluña como el sistema vasco de fiscalidad. Los nacionalistas hacen lo que quieren con la financiación a cambio de un óbolo para el Estado. Lo demás, como las cuentas del Gran Capitán. Es una comunidad en grave decadencia, pero todavía se mantiene, es un territorio pequeño y manejable. Pero los partidos no nacionalistas allí tienen que camuflarse. 

«Lo que hoy nos defiende en Cataluña es lo mal que se llevan los independentistas entre sí. Por eso, el discurso del Rey fue providencial» 

P. En Cataluña y en el País Vasco la Iglesia se ha alineado con el nacionalismo. 

R. Porque eso es carlismo. ¿Por qué no ha habido carlismo en Francia? Porque hubo revolución laica y nacional. La educación ha salvado a los franceses del carlismo que tenemos en España. En nuestro país la educación cayó en manos de los curas y los curas en Cataluña y País Vasco eran anti centralistas. Francia tiene bretones, vascos y catalanes y podía haberle sucedido como a España, pero tuvieron la revolución, que fue nacional y laica. La educación republicana siempre ha sido para ellos una prioridad y en España no. Aquí lo más que se ha hecho por los maestros es fusilarlos. 

P. ¿Qué opinión le merece la monarquía parlamentaria? 

R. Creo que Felipe VI es una figura extraordinaria; creo que hemos tenido mala suerte en muchas cosas, pero el Rey es una figura muy importante. A pesar de su aislamiento por el Gobierno, cada vez mayor, Felipe VI es una figura que valoraremos con el tiempo. Porque ha sido un cortafuegos.

P. ¿Y don Juan Carlos? 

R. Tuvo un papel importante y positivo. Pudo inclinarse a las peores decisiones en la Transición y escuchó a los mejores. Tuvo habilidad política, aunque también una mano que se le distraía en algunas cosas. El balance en líneas generales es positivo. Pero en España lo espectacular son las putas y la cocaína, como estamos viendo en el caso de Tito Berni. Y eso también le afectado a la imagen del Rey, que ha tenido una vida excesiva. Pero lo que hizo es lo bastante importante como para extender un manto sobre las cosas que ha podido hacer mal y lo mejor que nos ha dejado ha sido a su hijo, al que ha educado bien. Hoy, personas como Felipe VI en España se pueden contar los dedos de las manos. Él y algunos jueces. Todo lo demás es Ione Belarra

«Hoy, personas como Felipe VI en España se pueden contar los dedos de las manos. Él y algunos jueces. Todo lo demás es Ione Belarra» 

P. ¿Siente la cultura de la cancelación? 

R. En Francia está siendo un auténtico problema porque allí le dan más importancia a la cultura que nosotros. Aquí cancelamos la cultura hace mucho. Lo que está ocurriendo en Inglaterra pone los pelos de punta. Es España hay mucho disparate —sobre el tema trans, por ejemplo— pero lo que me preocupa es la educación. A los niños les están contando mentiras en el terreno de la historia, de la biología, de la zoología… nunca ha habido un grupo de falsificadores de ciencia dirigiendo la educación como hay ahora. Y todo eso lo vamos a seguir teniendo más allá de Sánchez. Nos lo quitaremos de en medio, pero todo eso va a continuar en las aulas, en las leyes. 

P. ¿Nos hemos dejado algún tema en el tintero? 

R. Solo uno: help me. Y confesar que la complicidad de tantos con el terrorismo y el separatismo me ha abierto los ojos, sinceramente.