IGNACIO CAMACHO-ABC
- El documental de (sobre) Sánchez es un ejercicio de transparencia inédito. Como el de Tamara Falcó, más o menos
En la serie de (sobre) Sánchez, contra lo que cabía esperar, no aparece todo el rato Sánchez. También salen empleados de Sánchez. El jefe de gabinete de Sánchez. El cocinero de Sánchez. Las camareras de Sánchez. Algunos ministros (y ministras) de Sánchez. Personal de Moncloa encargado de preparar los papeles de Sánchez. La esposa de Sánchez. Los padres de Sánchez. Los perros de Sánchez Los ayudantes de Sánchez. Algunos mandatarios extranjeros hablando con Sánchez. Incluso sale el Falcon de Sánchez. Lógico: se trata de un documental cuyo protagonista es Sánchez, elaborado en virtud de un convenio con dos productoras audiovisuales suscrito por la secretaría de comunicación de Sánchez. Pero no es un instrumento de propaganda de Sánchez, sino un trabajo de servicio de público para que los españoles conozcan mejor a Sánchez, los detalles de la tarea de Sánchez, la vida cotidiana de Sánchez. Y se emitirá, si encuentra dónde, el año que viene, coincidiendo con la presidencia europea de Sánchez y con dos campañas electorales. Una casualidad por completo ajena a la voluntad de Sánchez.
Los críticos del presidente sostienen que el citado convenio es irregular, ilegal y acaso constitutivo de desviación de poder por vicio de discrecionalidad, déficit de motivación y falta de concurrencia. Una suerte de prevaricación política a mayor gloria de Sánchez, como las encuestas de Tezanos, alto cargo de Sánchez que no tiene la culpa de que la mayoría de votantes siga respaldando en masa a Sánchez porque es más listo, más alto y más guapo (sic) que sus adversarios. Todos esos reproches de la oposición y la prensa son espurios, falsos, propios de resentidos y malpensados. No existe ningún peligro de sesgo partidista o de favoritismo político: el texto oficial del acuerdo garantiza que el contenido de la obra se atendrá a los «principios de objetividad y ausencia de carácter propagandístico». Y hasta prevé la constitución de un comité para vigilar el cumplimiento de ese compromiso.
En realidad, la miniserie de marras viene a dar satisfacción a un derecho: el de los ciudadanos a conocer la actividad del jefe del Gobierno y a ver cómo funciona la Moncloa por dentro. En vivo, aunque no en directo. Un ejercicio de transparencia inédito. Como el de Tamara Falcó, más o menos. ‘Cinema verité’: asistiremos a las reuniones de Sánchez, a los viajes de Sánchez, al esfuerzo de Sánchez. Oiremos las conversaciones de Sánchez. Entraremos en el comedor de Sánchez, en el despacho de Sánchez, en el coche de Sánchez. Con plena naturalidad, sin imposturas escenográficas ni concesiones al narcisismo. Un relato verista, de escrupuloso rigor objetivo. De hecho, es tal la neutralidad del reportaje fílmico que ni siquiera lleva el nombre de Sánchez en el título. Una producción tan aséptica y desprovista de electoralismo como cualquier decisión del Consejo de Ministros.