- El presidente se pasó de frenada en un debate que no fue tal y al que Feijóo puso el epitafio: «Si rectifica, nos tendrá a su lado». Su intervención no es propia de un presidente. Para hacer oposición, solo tendrá que esperar a las próximas generales…”
«Insolvente”, “mala fe”, “obstruccionista”… El ‘moderado’ Pedro Sánchez ejerció en el Senado de radical –parecía el jefe de la oposición, jaleado por los suyos y sus socios que, coincidencias de la vida, contaba desde ayer con Susana Díaz, que prometió su cargo con un beso de Sánchez- y dedicó casi una hora a acusar a Alberto Núñez Feijóo de actuar en contra de los intereses de España y de mentir una y otra vez para intentar descalificar las medidas del Gobierno.
El presidente se pasó de frenada en un debate que no fue tal y que tuvo tintes de encerrona: más de una hora para la primera exposición de Sánchez, réplica de 15 minutos exactos del líder del PP cortados abruptamente por el presidente socialista del Senado, contrarréplica otra vez sin límite alguno de tiempo entre los aplausos de su bancada y cinco minutos finales para el gallego…
Entre risas nerviosas y gestos desde la tribuna, Pedro Sánchez ignoró las propuestas que llevó el líder de la oposición y se lanzó a una retahíla de ataques personales: mala fe, obstruccionista, insolvente, defensor de “las poderosas fuerzas a la que usted y su partido representan”, “meteduras de pata”, “patético”…
Sánchez usó también la réplica para volver a la descalificación de Feijóo, que obligó al gallego a usar su único turno de contrarréplica. Ante el tono desabrido de Sánchez, Feijóo volvió a hacer gala del estilo que le ha reportado cuatro mayorías absolutas en Galicia. “Ahora ya entiendo por qué usted y su partido me han insultado durante las últimas semanas…No me van a encontrar ahí, España se merece una política mejor”.
Sánchez usó también la réplica para volver a la descalificación de Feijóo, que obligó al gallego a usar su único turno de contrarréplica
Feijóo respondía a Sánchez con la moderación -cachaza gallega, lo llaman algunos- y dejaba en evidencia lo que viene sucediendo en Moncloa desde hace semanas: el nerviosismo de las encuestas que, con la llegada de Feijóo a Génova y con el final de la guerra entre Casado y Ayuso, no han hecho más que expandir la brecha entre el PP y el PSOE hasta los casi cincuenta escaños actuales. Una tendencia que ni los actos prefabricados en Moncloa ni los ataques ‘ad hominem’ van a frenar.
Sánchez está de los nervios, y se vio ayer en un debate en el que el presidente del Gobierno fue quien recurrió dos veces al ‘comodín’ de ETA y sus víctimas, descolocado porque el líder del PP no lo había hecho… Y fue el gallego el que sentenció: “Cómo va a mandar en España si no manda en su propio Gobierno”.
En definitiva, el cara a cara del Senado dejó la impresión de un jefe de Gobierno cada vez más nervioso, lejos de la moderación que presume y que, como en el debate del estado de la Nación, prefiere radicalizarse y disputar el espacio a su izquierda a su vicepresidenta Yolanda Díaz antes que reubicarse e intentar reconquistar un centro y a la izquierda moderada que es donde las encuestas muestran que se desangra con una hemorragia que ya le arrebató Andalucía y que le acabará sacando de Moncloa.
Y el gallego, sin levantar el tono, lanzó el epitafio: “Si rectifica, nos tendrá a su lado. Su intervención no es propia de un presidente. Para hacer oposición, solo tendrá que esperar a las próximas generales”. Las encuestas, esas que el CIS maneja con los nuevos asesores que Moncloa ha puesto en el cortijo de Tezanos para monitorizarlas mejor, lo vienen anunciando desde hace meses. Y por eso, Pedro Sánchez –“dígame, ¿cuándo le he insultado?”, tuvo el valor de preguntar ofendido tras dos horas de descalificaciones- está de los nervios.