TEODORO LEÓN GROSS-ABC

  • Sánchez se vende ahora en versión ‘light’, frente a un Feijóo en manos de la peligrosa extrema derecha

Estos últimos días de precampaña se dirime un duelo crucial: la guerra del posicionamiento, disputándose el espacio central. El sanchismo arrastra la pesada herencia de Frankenstein, pero Feijóo se ha visto atrapado en los pactos con Vox con sus estridencias previsibles en el fin de semana del Orgullo y las lonas. La posición hasta ahora confortable de Feijóo se ha visto sacudida. Sánchez y los suyos acertaron al convocar ahora, a sabiendas de que las negociaciones dañarían la posición del PP y lo alejarían del centro. Este es un momento clave.

El centro, sí, es determinante para la victoria electoral. Úrsula von der Layen, en Madrid, advertía del éxito creciente «del extremismo tanto de izquierda como de derecha» apelando a que los grupos de centro sepan resistir con ideas claras. Por supuesto, la prensa sanchista tituló de modo que pareciera una refutación de Vox, obviando ese ‘izquierda y derecha’. También Felipe, a su modo, apunta ahí. En los extremos hay riesgos tóxicos. Pero no en el otro extremo, sino en los dos extremos. El PP hasta ahora dominaba el espacio central tras cinco años de Frankenstein, con cientos de miles de votos potencialmente transferidos desde el centroizquierda según los sondeos. Y ahí ha planteando su campaña Sánchez, desgastando al PP bajo el signo de la extrema derecha, como derecha extrema.

Esta es la guerra de posicionamiento. Ante el dominio aparentemente cómodo con que Feijóo salía del 28M, Sánchez ha asumido él mismo la misión de derogar el sanchismo, borrar a Podemos del mapa, vetar a Irene y su corifeo de Igualdad, reducir a Esquerra a mal necesario en su éxito de pacificar el conflicto catalán y negar su relación Bildu, todo ello día a día, de plató en plató, con gestualidad de buen chico de primera comunión. No importa que sea falso. La democracia no está definida por la verdad, como advierte Rorty, sino por la opinión.

Sánchez tiene clarísimo cuál es el mejor modo de afrontar el rechazo que él provoca: tratar de que el rival genere aún más rechazo. De ahí: ultraderecha, poderes oscuros, caverna mediática… con un relato victimista de 1º de Populismo.

Tiene lógica. En el ‘marketing’ electoral opera también el ‘positioning’, cambiando la mente del consumidor por la mente del votante. El objetivo final es, como dice Ogilvy, ser percibido como la opción preferible. Por eso Sánchez se vende ahora en versión ‘light’, como paladín del estado del bienestar, europeísta sensato, frente a un Feijóo en manos de la peligrosa extrema derecha.

Y en este pulso crucial es arriesgado ausentarse del debate a cuatro. Feijóo sabe que el ‘ticket’ con Yolanda Díaz es más amable que su ‘ticket’ con Santiago Abascal –la pareja de baile beneficia a Sánchez– pero cuidado: si Feijóo no está, además Sánchez quedará entre Abascal y Yolanda, ganando puntos de centro en la mente del espectador. Estar ahí da margen; no estar hace que te ‘posicionen’ tus rivales. Tácticamente, en este pulso, de altísimo riesgo.