- Todo lo que hace Sánchez va encaminado a perpetuarse de forma indefinida. Y esto no es una frase hecha. Mantiene el país a flote mientras, poco a poco, va instalando sus peones en todas las instituciones y compañías estratégicas del país
Durante los últimos meses han sucedido muchas cosas increíbles, pero hay dos que, por su inmensa gravedad, me gustaría resaltar: la imputación (ahora llamada investigación) del fiscal general del Estado por parte del Tribunal Supremo, y la patada en el trasero que Pedro Sánchez le ha dado a Álvarez-Pallete para colocar a su amigo Marc Mutra al frente de Telefónica.
Que el señor Álvaro García Ortiz no haya dimitido no es una sorpresa en la España de Sánchez. En cualquier otro país normal este señor estaría fuera de la Fiscalía hace meses, pero aquí no, aquí sigue en su puesto tan pancho. Es tan sumamente inaudito todo lo que está pasando que a mí ya me parece hasta interesante. Como cuando ves una película de terror y por mucho que te espante no puedes parar de verla.
Y qué decir de José María Álvarez-Pallete… En su fuero interno estoy seguro de que el ahora expresidente de Telefónica llegó a pensar que Pedro nunca se iba a atrever a tanto. Error. Parece mentira que a estas alturas no sepan que Pedro no hay más que uno y a ti te encontré en la calle. Nadie está a salvo con él. Pedro solo quiere a Sánchez.
El asalto al poder ya no es una idea teórica, es un hecho. Pedro está tomando todas las instituciones del Estado y lo está haciendo sin el menor disimulo.
De alguna manera, lo admiro. Me recuerda al emperador Claudio de Robert Graves. Mientras todos pensaban que Sánchez era un pelele, él, pacientemente, aprovechaba esa confusión para organizar y ejecutar su toma del poder con una meticulosidad sistemática que, estoy seguro, será estudiada en los libros de historia.
Todo lo que hace Sánchez va encaminado a perpetuarse de forma indefinida. Y esto no es una frase hecha. Mantiene el país a flote mientras, poco a poco, va instalando sus peones en todas las instituciones y compañías estratégicas del país. Así, cuando llegue el castañazo épico, que llegará, tendrá el suficiente poder acumulado como para que nadie tenga la capacidad real de presentar oposición. Estará tan protegido y le deberán tantos favores que será totalmente invulnerable.
Tres o cuatro veces al año ceno con una eminencia que tiene la amabilidad de invitarme a su casa para charlar. Hablamos de todo, aunque es tal su grado de sabiduría que, en realidad, lo único prudente en su presencia es escuchar y, si puedes, aprender.
La última reunión tuvo lugar hace unos diez días. En un momento dado, tras hablar sobre Ahmed al-Sharaa, el líder de la organización HTS que tomó Damasco el 8 de diciembre pasado, me lanzó la siguiente pregunta: «¿Qué es lo que más te preocupa de España, Gonzalo?»
Yo le respondí, atendiendo a lo que he comentado antes, que Pedro Sánchez. Le dije que no entendía cómo nadie con capacidad hacía absolutamente nada para oponerse a los movimientos que el presidente del Gobierno está llevando a cabo de cara a perpetuarse en el poder. Y aunque mi anfitrión me dio la razón en cuanto al peligro que supone el presidente del Gobierno, noté claramente que esperaba que yo me callase para darme la auténtica respuesta: la amenaza para España no es Sánchez, es Alberto Núñez Feijóo.
Y no crean que es una respuesta teñida de ningún color político. Se trata de una persona tan inteligente que hace mucho que trascendió a ese juego. Me explicó lo que él mismo bautizó como la «teoría del okupa».
Alberto Núñez Feijóo es un gran okupa. Consciente de que no tiene nada que hacer contra Pedro Sánchez es incapaz de dejar su puesto de poder. Le atrae tanto su sillón de Génova que no entiende otro proyecto que no sea el suyo. Pero no solo eso; además, es egoísta, porque, aunque se sabe incapaz de derrotar a Sánchez, tampoco deja ningún hueco para que otro, u otra, con más capacidades lo pueda conseguir. Con todo lo que se juega España ha decidido instalarse en la mediocridad, haciendo como que hace y diciendo como que dice sin hacer ni decir nada en realidad. Nadie sabe qué piensa Feijóo. Es un hombre reactivo incapaz de ser altruista con los intereses generales no solo de su partido, sino de España. En definitiva, Feijóo es un okupa.
Lo he estado pensando mucho y creo que tiene razón. Da igual que Pedro Sánchez haya dado la vuelta a su cartas y todos veamos cuál es su jugada. No importa, porque la única persona que tiene capacidad real para reaccionar simplemente no hace nada. Si el señor Feijóo fuera de verdad una persona generosa y pensara en los intereses de nuestro país, se iría rápidamente del poder para dejar paso a las personas que tienen la capacidad y las ganas de presentar batalla real.