Agustín Pery-ABC
- Un animal descontrolado desgarra la democracia por mera supervivencia. Feijóo tendrá que ser el Jim Corbett en un país despedazado
El tigre es más peligroso cuando está herido. Supongo que la advertencia de David Attenborough sirve al enfrentarse a cualquier fiera. También al ser humano. Seguro, a un presidente de Gobierno. Acorralado, el monclovita gruñe, araña, muerde y, si te alcanza, hará todo por desgarrarte. Mientras periodistas ‘fake’ se afanan en enlodarlo todo para ganarse la mercenaria soldada, las embestidas de la fiera herida son cada vez más espasmódicas y peligrosas para la democracia que tanta jaqueca le provoca.
Asistimos a una demolición descontrolada de todo lo que es la España constitucional. En eso andan Sánchez y sus jenízaros y la cosa se va a poner mucho más complicada porque la bestia da zarpazos. Acelera la invasión de las empresas; blinda al fiscal general y prepara el ecosistema para que la asociación a la que pertenece, minoritaria en la carrera, controle el cotarro cuando él ya no esté; busca cómo doblegar a las rebeldes puñetas mientras un cada vez más nervioso y patético Conde-Pumpido no se toma ni molestia en simular independencia; trata de amordazar a la prensa, asfixiarla mientras refugia bajo el ala pública a voceros que se comportan como derviches; torpedea negociaciones bancarias como si las empresas privadas fueran su cortijo y hasta aventa teorías conspiranoicas para explicar tercermundistas apagones mientras su mamporrero de guardia descarrila en su verborrea sin ser capaz de arrancar los trenes y despegar los aviones…
A esta fiera habrá que abatirla con el jarabe de urna. Y eso tampoco está garantizado porque, más allá de los recurrentes miedos al pucherazo, hay una sociedad que ha pasado de narcotizada a militarizada. Como en todo régimen populista, el sanchismo lo es, el victimismo arrumba a la razón y ejerce de placebo moral. Todo hay que permitírselo al amado líder porque su misión es mesiánica: liberar a su pueblo de caer bajo la bota de la extrema derecha. La historia nos ofrece multitud de ejemplos de salvapatrias mudados en dictadores. Las comparecencias de Sánchez y su troupe como víctimas confirman que la fase actual es la del paroxismo. Él, empecinado en complicarle la vida a la gente; los suyos, cumpliendo militarmente con el guion, recitando tan memorísticamente que superan las dosis soportables de servilismo. Todo infinitamente menos preocupante que la constatación de que la degradación moral del sanchismo lo es también de esos ciudadanos a quienes el fin, por artero e hiperbólico que sea, justifica todos los zarpazos de la fiera.
El líder del PP adquirió ayer un compromiso con los españoles, explicó sin circunloquios cuál es su hoja de ruta y ofreció esperanza. Feijóo tendrá que ser el Jim Corbett de un país despedazado. Ojalá lo logre. Será una tarea tan titánica como imprescindible. Abjurar de los extremos para que volvamos al centro. Ahí donde se debate, no se combate. Imposible mientras la fiera ande merodeando.