Luis Ventoso-ABC

  • Para nada, las exigencias del separatismo le amargarán la legislatura

Si escuchamos los cánticos del Orfeón Progresista, la doble jugada de Sánchez de abrir un diálogo bilateral con los separatistas y apostar por Illa habría resultado magistral. Un alarde de visión redondiana, plasmado en que el PSC ha ganado en votos en Cataluña tras casi doblar su porcentaje. «El PSOE no oculta su satisfacción con los resultados y además de Illa hay otro ganador, Sánchez, que sale fortalecido», recalcan en TVE, hoy una televisión de partido costeada por los impuestos de todos. Redondo y Sánchez serían Maquiavelo y Sun Tzu revividos, dos estrategas de leyenda.

Siento ser un cenizo y discrepar. Me temo que es precisamente ahora cuando empiezan los sudores fríos de Sánchez con la casi irresoluble cuestión catalana.

Mago del enredo, ha venido toreando a los separatistas con picardía, merced a sus promesas de sacar a los presos y al señuelo de una ‘mesa de diálogo’ (que al irrumpir la pandemia se ha quedado en barbecho). Pero el fortalecimiento electoral de los independentistas los llevará a exigir ya al Gobierno hechos concretos, pasos reales hacia la independencia. El PSOE acabó creyéndose su propia fantasía de que con ‘diálogo’ y cesiones ‘dentro del orden constitucional’ podría alcanzar un acuerdo estable con ERC, cuando es el partido de Junqueras, que vive su independentismo con el fervor del gurú de una secta religiosa. Un gran bromazo de muchos politólogos es presentar a ERC como un partido moderado. Este lunes ya han enviado dos recados a La Moncloa. Primer rejón: Junqueras ha dicho que un Gobierno con PSC y ERC juntos «es imposible», porque «no hay dos partidos más antagónicos en Cataluña». Ha recordado el «larguísimo historial de corrupción de los socialistas» y los acusa de «haber aplaudido repetidamente la cárcel y los exilios». Junqueras solo acepta un Gobierno independentista con «la autodeterminación y la amnistía» como metas. Borrás ya anuncia que está por la labor. Illa será líder de la oposición, inane ante un Ejecutivo separatista con mayoría absoluta. Segundo rejón: este mismo martes Rufián presentará en el Congreso una moción para un «referéndum de autodeterminación».

Aunque lo ha ido dilatando con astucia, Sánchez ha llegado al callejón sin salida donde se encontrará todo presidente de España que fabule con cabalgar a lomos del tigre: los separatistas le exigen un referéndum imposible con la Constitución actual, que no puede concederles sin incurrir en delito. Pero al mismo tiempo, el PSOE carece de apoyos suficientes para reformar la Carta Magna y poder legalizar esa consulta. Conclusión: al final Sánchez tendrá que decir un ‘no’ explícito a sus socios independentistas y la legislatura española penderá de un hilito, que ERC cortará si no ve avances hacia su República (se suele olvidar que en 2019 ese partido ya obligó a Sánchez a convocar elecciones al tumbarle sus presupuestos).

¿Sánchez fortalecido? Su calvario catalán empieza precisamente ahora y le amargará la legislatura.