ABC 30/09/16
· Susana Díaz se ofrece a «coser» las heridas del partido, y acusa al secretario general de buscar un congreso sólo por «intereses personales»
· Verónica Pérez: «La autoridad soy yo»
· La presidenta del Comité Federal se plantó ayer en Ferraz a la voz de «la autoridad soy yo», pero el líder hizo exhibición de que aún controla la sede
· Congreso ya o gestora, gobierno PP y congreso luego
· Sánchez está dispuesto a negociar la fecha del calendario que propondrá al Comité Federal, pero los críticos piensan tumbarlo y quitarle el control del PSOE
Desde la página 1 Susana Díaz y los críticos creían que provocando la dimisión de la mitad más uno de los miembros de Ejecutiva Federal del PSOE producirían la inevitable caída del resto, incluido Pedro Sánchez, y la consiguiente toma del control provisional del partido por la presidenta del Comité Federal, Verónica Pérez, secretaria provincial de Sevilla y «mano derecha» de Díaz. Se basaban en la tradición (existe precedente en Castilla y León en 2014) y en que, políticamente, deja a cualquiera en situación insostenible. Lo que nadie esperaba era una resistencia tan rocosa de Sánchez, que está rompiendo el partido.
Ahora mismo hay dos «PSOE». Uno, el atrincherado con él en la sede de Ferraz: ayer reunió a 15 de los 18 miembros de la Ejecutiva que no han dimitido (la líder en Cantabria, Eva Díez Tezanos, y la valenciana Carmen Montón no fueron) más el apoyo de federaciones como Cataluña, País Vasco, Navarra, Rioja, la mitad de Madrid, Galicia, Baleares o Murcia; y hay otro PSOE, el que intentó tomar Ferraz de la mano de Pérez. La sevillana llegó llevando tras de sí no solo el poder vicario de Díaz y Andalucía, sino de las federaciones más potentes: Extremadura, Castilla-La Mancha, Asturias, Aragón, Comunidad Valenciana y Canarias, además de la «vieja guardia» que no quería que Sánchez llegara «vivo» al Comité Federal de mañana.
Lo hizo a la voz de «la autoridad soy yo», pero el «aparato» que sigue controlando el secretario de Organización, César Luena, le impidió ejercerla. Estuvo dos horas en el vestíbulo «escoltada» por el servicio de seguridad, según denunció, durante las cuales pudo hablar, entre otros, con el gerente, Gregorio Martínez. Pero, como hay dudas jurídicas sobre quién tiene la razón, Martínez se cree en la obligación de estar con el statu quo, es decir, con Sánchez y los suyos.
La situación fue tan tensa que al abogado que acompañaba a Verónica Pérez ni siquiera le permitieron fumar un cigarro en el patio de la sede del PSOE. Hasta para ir al baño tuvieron que pedir permiso.
Ferraz fue ayer un búnker blindado para los más de 150 periodistas que se agolparon en la calle todo el día, con la puerta del garaje entreabierta y una sensación de trinchera. Dentro, la inmensa mayoría de los que acompañaron a Sánchez en esta hora incierta, con Patxi López, Óscar López y Meritxell Batet a la cabeza, le insistieron en «buscar salida» antes de mañana a un conflicto que pudiera eternizarse en los tribunales o acabar incluso en agresiones (hay una convocatoria de «rodea Ferraz» a la hora del Comité).
Aun así, todos siguieron el guión y apoyaron la propuesta que van a hacer mañana: un nuevo orden del día para convertir el 39 congreso en uno extraordinario que elegirá líder, con primarias el 23 de octubre y plenario el 12-13 noviembre. Esas fechas son las que está dispuesto a negociar Sánchez, no su liderazgo. Los críticos, que no aceptan eso ni su legitimidad, volvieron a la sede. Lo hicieron para registrar un escrito dirigido a la presidenta de la Comisión
de Garantías, la vasca Isabel Celáa, por tres de sus cinco miembros (mayoría) exigiéndole que les convocase «en 24 horas». Si el plazo se cumple sin convocar la reunión, esos tres miembros harán un dictamen que disolverá la «ejecutiva» que no reconocen.
Pero si esa reunión no se convoca y Sánchez ignora el dictamen, el conflicto histórico que vive el PSOE se va a dirimir de la peor manera posible: con unos y otros discutiendo a cara de perro quién entra o no al día siguiente en el Comité Federal. El «sanchismo» sostiene que los 17 ejecutivos críticos dimitidos ya no pueden hacerlo, pero es que los barones y las federaciones rebeldes sostienen que es toda la Dirección, con el líder a la cabeza, la que ya no puede estar en la mesa presidencial del Comité Federal porque está cesada.
¿Gestora con Fernández?
Los barones, dirigidos, esta vez sí, por Verónica Pérez, van a intentar que los 295 miembros del Comité asuman el control desde el principio para imponer la elección de una gestora, presidida por el asturiano Javier Fernández, algo que rechazan Sánchez y los suyos. Sospechan que, si eso ocurre, esa gestora forzará que el PSOE acabe absteniéndose en otra investidura de Mariano Rajoy y el fin de Sánchez –que ha hecho del «no es no» su bandera– será un hecho. Desde Andalucía se ocultaban las cartas que se pretende jugar. Susana Díaz había convocado a su Comité Director en Andalucía, el máximo órgano entre congresos, y se esperaba que desvelase algunos de los próximos movimientos que el sector crítico, liderado por ella por mucho que quiera tapar ese hecho en este momento, va a llevar a cabo.
Pero apareció una lideresa transformada. Ni una alusión directa, ni una sola palabra de qué se va a hacer en el Comité Federal del próximo sábado y ni una pista de cuáles son sus intenciones en el futuro. Susana Díaz sorprendió por su tono suave, su calma y su perfil bajo. Hasta tal punto que ni mencionó a Pedro Sánchez, ni por su nombre ni por su cargo, y obvió toda referencia a los dimitidos en la Ejecutiva Federal. Y eso que siete estaban sentados en el Comité Director, que todos tomaron la palabra para expresar su dolor por la situación y que el Comité Director estuvo presidido por Antonio Pradas, a quien todos los presentes ofrecieron una enorme ovación.
Susana Díaz lanzó un mensaje lleno de alusiones y dobles sentidos, y transmitiendo serenidad y tranquilidad. «El PSOE andaluz va a trabajar para recuperar la fraternidad en el partido, la confianza. Vamos a estar a la altura, vamos a coser», dijo la presidenta andaluza.
«Lo que nunca nos perdonarían es que se pusiera el interés personal por encima del de la organización». «¿Qué le está pasando al PSOE? ¿Cómo es posible que hayamos perdido votos frente a un Gobierno tan insensible como el del PP? Frente a un PP tan corrupto. ¿Cómo es posible que hayamos sacado un resultado peor cada vez?».
Hasta en dos ocasiones Susana Díaz ha recordado que se han perdido seis millones de votos desde el año 2008, aunque se ha remontado hasta Zapatero, «que tuvo que tomar decisiones difíciles y duras», y recordó también que se convocó un Congreso Federal hace dos años para frenar «ese declive, pero no ha sido así, hemos empeorado los resultados desde la oposición». En este contexto, Díaz explicó que hace falta un Congreso Federal, «donde tienen que votar todos los militantes, pero merece la pena una reflexión seria, ¿Es un problema de liderazgo? Seguramente, pero hay que hacer un debate en profundidad tranquilo, sosegado».
Frente al discurso de Ferraz sobre la importancia de los militantes, Susana Díaz ha contrapuesto el de los votantes. Según ha dicho, el PSOE también es patrimonio de sus millones de votantes, «a los que tenemos la obligación de devolverles la ilusión y que trabajamos por que vivan mejor».
Con las referencias de Sánchez a los dos bandos del PSOE dijo lo mismo: «Ni somos un partido de bandos ni somos una banda». Sí nombró a Podemos, formación sobre la que ha dicho comprender «que algunos compañeros se hayan deslumbrado con los fogonazos de los nuevos partidos», al tiempo que reivindicaba «nuestro patrimonio, que tiene más de cien años de historia».