Daniel Basteiro-EL ESPAÑOL
«Pediremos a los españoles que lo digan aún más claro el 10-N para que se respete el resultado electoral y todos los partidos lo atiendan».
Pedro Sánchez no podrá decir que no tenía opciones para evitar las elecciones. Tan solo que ninguna le gustó lo suficiente y que prefiere las elecciones el 10 de noviembre. La ronda de consultas del Rey Felipe VI concluyó con un Sánchez contra todos y un todos contra Sánchez. Y el Rey, en medio del fuego cruzado, optó por la máxima cautela y calcó los precedentes.
«Su Majestad el Rey […] ha constatado que no existe un candidato que cuente con los apoyos necesarios para que el Congreso de los Diputados, en su caso, le otorgue su confianza», dijo el comunicado. Jaque mate a la legislatura. Próximo asalto, salvo mayúscula sorpresa, el 10 de noviembre. En él, Sánchez espera ampliar su margen y, tras una nueva cita con las urnas, fortalecer su posición negociadora. Los socialistas creen que pueden pasar desde los 123 hasta los 130 o 140 escaños y, muy probablemente, no tener que depender de partidos independentistas para formar Gobierno.
«Les pediremos a los españoles que lo digan aún más claro el 10-N para que se respete el resultado electoral y todos los partidos lo atiendan», dijo Sánchez en Moncloa tras constatar el fracaso de la investidura. «Lo he intentado por todos los medios, pero nos lo han hecho imposible», según él. En la comparecencia, de marcado tono electoral y desde la Moncloa, Sánchez cargó contra todos los grandes partidos por el «bloqueo institucional que ha sufrido el país en los últimos meses».
Los reproches de los demás partidos
En medio de un trepidante cruce de mensajes y propuestas que dominó toda la jornada, tanto Pablo Iglesias, como Albert Rivera y Pablo Casado reprocharon al líder del PSOE que no haya querido ni siquiera negociar alguna de las dos propuestas sobre la mesa. La primera, expuesta el jueves por Iglesias, que le propuso un Gobierno de coalición para superar la investidura y los Presupuestos con un período de prueba tras el cual Sánchez podría expulsar a Unidas Podemos del Ejecutivo sin que la formación morada le retirase el apoyo parlamentario.
La segunda llegó este lunes, en un enorme golpe de timón del líder de Ciudadanos, Albert Rivera, que sorprendió a propios y extraños al ofrecer una abstención y comprometerse a negociar la del PP si Sánchez cumplía tres condiciones: deshacer su Gobierno con nacionalistas en Navarra (cuya mayoría parlamentaria depende de EH Bildu) y dar paso a un Ejecutivo de PSOE y Navarra Suma, planificar la aplicación del artículo 155 de la Constitución si la situación lo requiere en Cataluña y no subir los impuestos.
Este martes, los intercambios se multiplicaron mientras el Rey iniciaba la segunda y última jornada de consultas con los grupos políticos. Rivera reiteró su oferta y pidió por carta una reunión cara a cara con Sánchez (que el líder de Ciudadanos había rechazado en múltiples ocasiones), pero Sánchez sólo le concedió una llamada de teléfono y una carta de respuesta. En el encabezado podía leerse «estimado Albert». Hace menos de una semana, en la tribuna del Congreso, le había llamado «hipócrita».
Consultas de Sánchez
Sánchez hizo sus propias consultas con Iglesias, Rivera y Casado antes de que ninguno de los cuatro fueran a la Zarzuela. Lo único que esperaba el PSOE era que Iglesias anunciase su voto a favor y su compromiso con las 370 medidas propuestas por el PSOE hace dos semanas y que los dos partidos jamás han llegado siquiera a negociar pese a haber estado reunidos durante nueve horas en dos encuentros fallidos. De PP y Ciudadanos, los socialistas sólo querían una «abstención técnica» (como si una abstención no fuese siempre una toma de posición política) sin condiciones.
Sánchez lleva diciendo desde este lunes que, en realidad, ya cumple las condiciones de Rivera y que, por eso, el propio líder de Ciudadanos debería abstenerse sin más. Eso sí, el presidente en funciones en ningún momento se abrió a remodelar el Ejecutivo navarro para que no dependa de nacionalistas o a sentarse con Ciudadanos para estudiar la eventualidad de un nuevo 155. Todo el compromiso detallado se quedó en el compromiso de «aliviar» la carga fiscal, en especial de los autónomos, según un comunicado de Ferraz.
A medida que iban saliendo de ver al Rey, Iglesias, Rivera y Casado fueron compareciendo en el Congreso.
«Aún hay tiempo material»
El líder de Ciudadanos aseguró que «aún hay tiempo material» para pactar una investidura. Incluso a pesar de que el Rey no haya propuesto a un candidato. Los tiempos marcados por la ley apuntan a que el último día para celebrar una votación de investidura es el mismo lunes 23 de septiembre. En esa, se requeriría la mayoría simple de los votos. Sería la segunda votación, ya que la Constitución indica que dos días antes (el sábado, como muy tarde) debería procederse a una votación por mayoría absoluta, una vez conluido el debate, que tendría que celebrarse forzosamente antes.
Eso deja, según algunas fuentes, tiempo para negociar hasta el mismo jueves. Dos días más en los que el Rey podría llevar a cabo una ronda de consultas exprés y telefónica y la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, convocar un pleno del Congreso aunque fuera con sólo unas horas de antelación.
«Tenemos la obligación de intentarlo y vamos a pelear hasta el último minuto», dijo Rivera. «Si me llama esta tarde, esta noche, mañana, nosotros estamos disponibles 24 horas para desbloquear este país», según él.
Pablo Casado no fue tan optimista. «Quien tenía que intentar una investidura es Pedro Sánchez. Podía hacerlo con Podemos o con Ciudadanos», dijo en el Congreso. «Él tendrá que dar cuentas». «Si nos aboca a elecciones espero que no le salga gratis», pidió.
Iglesias alzó la voz. «No quiso. La arrogancia y el desprecio a las reglas básicas de una democracia parlamentaria se han impuesto sobre la sensatez», dijo tras conocer el comunicado del Rey que no encargaba a nadie la investidura.