A la espera de que Pedro Sánchez comunique a Mariano Rajoy su no definitivo cuando se firme el acuerdo con Ciudadanos y Coalición Canaria –que facilitará al candidato 170 votos afirmativos– los socialistas han comenzado a pensar ya en el día después. Y el día después de la investidura fallida del candidato del PP no será el 3 de septiembre tras la segunda votación, sino el 26, tras el veredicto de las urnas en Galicia y el País Vasco. La campaña electoral de ambas comunidades aplazará los movimientos para la posible formación de Gobierno hasta finales de septiembre.
«A ver quién es el guapo que se opone a la investidura de Rajoy si pacta con C’s y CC». La pregunta que se formuló el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, el pasado mes de julio será respondida en el Congreso la próxima semana. El guapo que se opondrá será Pedro Sánchez al frente de su grupo de 85 diputados. Veteranos socialistas, con el empuje camuflado de los presidentes autonómicos críticos con la dirección, han hecho oír su voz para que Sánchez reconsiderase su no. En vano. Esa ofensiva político-mediática ha fracasado.
A pesar de la rocosa resistencia del líder socialista, ni los veteranos ni los barones regionales tiran la toalla y consideran que aún existe una oportunidad de convocar el Comité Federal después de los comicios vascos y gallegos para debatir qué hacer en un escenario distinto al actual, cuando falte un mes para la disolución automática del Parlamento. «Votar no a Rajoy ya es inevitable, pero después de las vascas y las gallegas el escenario político será distinto, habrá un motivo para pedir la convocatoria del Comité Federal y debatir allí qué es lo que el PSOE plantea a los ciudadanos para evitar las terceras elecciones», aseguran los dirigentes críticos con la dirección.
Tanto la dirección –al menos de momento– como por supuesto los barones regionales –a excepción de Iceta y Armengol–, rechazan la posibilidad de intentar una alternativa de Gobierno de izquierdas con Podemos y los nacionalistas. Pero las fuentes consultadas por este diario aseguran que algunos presidentes autonómicos y los veteranos socialistas encabezados por Felipe González defienden un movimiento del PSOE andaluz reclamando al PP que presente otro candidato distinto a Rajoy –puesto que habrá sido rechazado por la Cámara– para abrir la posibilidad de una abstención después del 25-S. O, incluso, reclamando contrapartidas más duras que las que le ha puesto Albert Rivera. Sin embargo, esta hipótesis no tiene cabida en la estrategia política de Pedro Sánchez. «El PSOE votará no a Rajoy o a cualquier candidato. No es un no a Rajoy, es un no al PP, así se decidió en el Comité Federal, además, eso ya lo intentó Albert Rivera y fracasó», aseguran los colaboradores del líder socialista.
El fondo de esta división de opiniones tiene que ver con la posibilidad de las terceras elecciones, que cobrará fuerza tras el 25-S. La cúpula del PSOE, constituida casi en gabinete de resistencia en su batalla orgánica de cara al futuro Congreso, considera que unas nuevas elecciones beneficiarían a los socialistas, puesto que interpretan que Podemos está a la baja. De hecho, lo único que no quieren es que se celebren en Navidad, para lo que plantearán si llega el caso una batalla para reformar la ley.
Mientras que los presidentes autonómicos críticos, encabezados por Susana Díaz, creen que los comicios serían un auténtico desastre para el PSOE, al margen del descrédito definitivo que supondrían para toda la clase política y de las consecuencias que el bloqueo de ocho meses está teniendo para la gestión de las comunidades autónomas y la imagen de España en el exterior.
«Esta dirección nos lleva al matadero. Unas terceras elecciones serían brutales para el PSOE», es el diagnóstico de los más críticos. A pesar de que los escasos presidentes autonómicos que se han atrevido a hablar pidiendo un debate sobre qué debe hacer el PSOE –como Fernández-Vara, García-Page o Javier Lambán– han sufrido la ira de los militantes y simpatizantes instigados por la dirección, los interlocutores consultados no descartan algún movimiento interno para convocar el Comité Federal tras las elecciones vascas.
Los críticos de Sánchez consideran prioritario evitar las terceras elecciones y para ello creen que aún hay tiempo y que Sánchez «algún movimiento tendrá que hacer porque está en riesgo la supervivencia del partido». Destacan, en este sentido, que la dirección no puede escudarse en una resolución aprobada a finales de enero, en otro escenario político, ni en la reunión del último Comité Federal en el que no se aprobó resolución alguna.
De momento, la posición de Pedro Sánchez no parece amenazada, mientras los líderes regionales críticos no den los pasos necesarios para pedir la convocatoria de un Comité Federal. Si alguno de ellos –como pareció evidenciarse en el mes de julio– creía que el líder socialista iba a propiciar la abstención de los diputados del PSOE para que sus adversarios pudieran culparle y acto seguido relevarle en el congreso del partido, ya se habrá dado cuenta de que los recursos de los que disponen los líderes para mantenerse en el cargo son numerosos.
Algunos destacados socialistas, sin cargo, consideran que hay demasiado miedo entre los barones y que el secretario general se aprovecha de esta falta de valor para propiciar un debate interno sobre cuál debe ser la actuación política del PSOE en esta severa crisis institucional.
Mientras tanto, Pedro Sánchez espera la llamada de Mariano Rajoy para comunicarle el no. Llamada que se podría producir el domingo después de la firma del acuerdo del PP con Ciudadanos y Coalición Canaria. El líder socialista aguarda con interés el contenido de ese acuerdo para justificar su decisión de no permitir la investidura de Rajoy como presidente. Fuentes de la dirección han asegurado que las noticias que llegan acerca del posible contenido del pacto PP-Ciudadanos indican que a Sánchez le será fácil justificar el no en función del poco alcance de las reformas pactadas.
Moncloa aún no ha decidido si la comunicación de Rajoy y Sánchez será a distancia o bien mantendrán una reunión que sólo podría celebrarse el lunes.