Tras la colosal derrota del domingo pasado, Sánchez ha reaccionado de la única manera que sabe: con autoritarismo, mentiras, insultos y prepotencia. Tomó la decisión de convocar elecciones sin consultárselo ni al consejo de ministros como es preceptivo ni a su partido. Poco faltó para que no se lo dijera a Felipe VI. El primer vídeo lanzado por el PSOE mostraba por dónde iría la campaña. El Yak, la Gürtel, en fin, todo el cementerio de zombis que emplea el izquierdismo de Falcon y Tito Berni. Ayer lo volvió a hacer ante los diputados y senadores socialistas que, para su eterna vergüenza, aplaudieron como si aquello fuese la Albania de Enver Hotchka. Habló de la derecha extrema y la extrema derecha, de que es él o la vuelta a las cavernas y mostró su auténtico rostro, crispado y pagado de sí mismo, ese rostro que le permite asegurar que ha convocado elecciones “Debido a su conciencia”. Como si el que pacta leyes durante todo un mandato con los asesinos etarras pudiese alardear de tal cosa.
Por lo dicho sabemos que en esta campaña no va a dejar títere por cabeza ni infamia que cometer. A Sánchez no le ha importado que su convocatoria deje con los glúteos oreados a los rigores del clima a Yolanda Díaz y a Podemos, sus queridos socios de gobierno, al tener que poner de acuerdo a ambas formaciones en menos de diez días. Un diputado podemita decía que si no se han entendido en todo el mandato pretender hacerlo con tal premura de tiempo era pedirle peras al olmo. Es normal, porque Sánchez quiere que todo el voto de izquierda se concentre alrededor de su persona. “O yo, o la extrema derecha”, le escucharemos decir hasta la saciedad de aquí a julio. Da igual lo que hagan PP y VOX, porque lo único que le ha servido estos años – y tampoco tanto en la vista de los resultados de municipales y autonómicas – es invocar a Franco, a la guerra civil, a Largo Caballero y a la mendacidad revanchista de quien reinventa la historia porque no le gusta. Desengáñese Feijoó y pierda los complejines.
El PSOE ya no existe como tal y resta en pie un edificio construido en honor al de la urna y la cortina, entregado al vergonzante izquierdismo que aplaude a batasunos
Sánchez sólo lo ve como tonto útil, en expresión de mis mocedades, a quien utilizar para sus propios intereses. Igual que hace con todos. Sánchez solo quiere a Sánchez. Piense el líder popular que su visión, quizá oportuna hace veinte años, ahora es contraproducente. El PSOE ya no existe como tal y resta en pie un edificio construido en honor al de la urna y la cortina, entregado al vergonzante izquierdismo que aplaude a batasunos, comprende a los golpistas catalanes, da palmaditas en la espalda a los comunistas y desearía volver a aquella mal llamada república en la que se amenazaba de muerte a los diputados conservadores sin mayores problemas. Si exceptuamos que la consecuencia de esas amenazas era que luego se los encontraba asesinados en cualquier rincón de Madrid.
Digo más, señor Feijoó: Abascal, que trae de casa esta lección aprendida, no es el enemigo. Son Sánchez y su banda. No estaría de más que lo escribieran a la entrada de Génova
Nada hay que pactar con Sánchez. Lo que hay que hacer es vencerlo democráticamente y expulsarlo de la vida pública española. Cualquier mensaje que no sea este conseguirá desmotivar al votante de centro derecha. Resalte el PP todo lo que de malo y podrido ha tenido el mandato sanchista, que hay una buena lista de cosas por señalar, incite a una participación masiva a despecho de calores, vacaciones y otras gollerías, porque aquí se trata de que cambie este gobierno por uno más decente y en eso nos va la vida, y despreocúpese de si lo llaman facha, ultra o cualquier otra cosa. Porque, insistimos, Sánchez no va a hacer prisioneros y menos a Feijoó. Digo más, señor Feijoó: Abascal, que trae de casa esta lección aprendida, no es el enemigo. Son Sánchez y su banda. No estaría de más que lo escribieran a la entrada de Génova.