Inma Castilla de Cortázar-LaRazón
- Con el líder del «País del Disparate» han salido escaldados todos los partidos afines, aliados o colaboradores, con la única excepción de Bildu
«… y solamente no entiendo cómo se sufre a sí mismo un ignorante soberbio. De cuantas cosas me cansan fácilmente me defiendo, pero no puedo guardarme de los peligros de un necio». (Lope de Vega y Carpio)
Sin ánimo alguno de aspirar a vivir como «Alicia en el País de las Maravillas» y conscientes de que «en todas partes cuecen habas» muchos ciudadanos abominamos de este esperpéntico «País del Disparate» en el que –a duras penas– estamos sobreviviendo. Una prueba del mencionado rechazo ciudadano ha sido el monumental revolcón que ha sufrido el partido «socialista» de Pedro Sánchez en las recientes elecciones municipales y autonómicas del pasado domingo 28M.
Ante tan patente debacle, Pedro Sánchez no apareció cerca de sus diezmadas huestes: se escondió en la noche electoral, quizá para evitar soportar, en público, los comentarios de la derrota sin paliativos que, incluso, en sus financiados medios de comunicación tuvieron que reconocer y reiterar mientras y al final del escrutinio.
Sin encomendarse ni a Dios, ni al diablo (en honor a la verdad, esto no me consta), reapareció a las pocas horas resplandeciente –sin haber procedido a los trámites y consultas pertinentes, explícitamente previstas en el Artículo 115 de la Constitución– para ser la noticia, para centrar toda la atención en su insigne persona al convocar unas Elecciones Generales dentro de ocho semanas. Ni la complaciente (complaciente con Moncloa) periodista de la SER, Ángels Barceló, pudo controlar su reacción de indignado sobresalto. Para rematar la jornada ese mismo lunes 29M, Moncloa adjudica 440 millones para publicidad, en el mayor contrato conocido que cuadruplica el anterior para la similar convocatoria.
El campeón de los golpes sorpresa –también llamados «golpes bajos»– evita a las bravas que nadie se entretenga en comentar los imponentes resultados de la oposición constitucionalista (PP y Vox) en las elecciones celebradas la víspera. Por supuesto, evita que los barones del PSOE decidan que no sea Sánchez el candidato a esas inminentes elecciones generales porque, sencillamente, no es capaz de renunciar a la presidencia del Consejo de la UE, que le corresponde a España a partir del 1 de julio de 2023.
Con el líder del «País del Disparate» han salido escaldados todos los partidos afines, aliados o colaboradores, con la única excepción de Bildu, que es el único que se ha beneficiado de su estrecha amistad con Sánchez. Bildu, con Otegi en el timón y sus cuarenta y cuatro etarras en las listas electorales, ha alcanzado: la friolera de veintinueve mayorías absolutas; nada menos que 1.050 concejales en el País Vasco (119 más que en las anteriores elecciones de 2019); ser la primera fuerza en la Juntas Generales de Guipúzcoa y en ciento doce municipios vascos y navarros; superar en votos al PNV (24,33% vs 25,3%) en Álava y al PSE (21,93% vs 22,79%) en Vitoria-Gasteiz, es decir, irrumpir como el primer partido en la tradicionalmente más constitucionalista de las tres provincias y capitales vascongadas. Por si todo esto fuera poco, Bildu logra consolidarse en Navarra con 345 concejales (25 más que en las municipales de 2019) y, particularmente, en Pamplona donde se mantiene, a pesar de los pesares, como segunda fuerza política.