Jesús Cuadrado-Vozpópuli
Está en juego la lealtad de España con la “defensa colectiva”. Se lo dirán los aliados a la cara en La Haya–
El Gobierno arriesga la seguridad de los españoles cuando, al dictado de la dictadura china, ordena la retirada de la fragata española integrada en un grupo naval aliado. Apartar a la Méndez Núñez de la formación comandada por Reino Unido en aguas próximas a Taiwán, además de humillar a la Armada española, hunde la credibilidad internacional del Gobierno al nivel de bono basura. Obviamente tendrá consecuencias, aunque no serán televisadas.
Si en una comparecencia en el Parlamento un ministro de Asuntos Exteriores comprueba cómo todos los socios de Gobierno se posicionan contra su plan militar, debería saber que, en democracia, está obligado a dimitir. Al despreciar la gravedad de la situación, José Manuel Albares demostró que la Defensa le importa un comino. Para que lo entienda Sánchez: un Gobierno sin política de Defensa Nacional no es un Gobierno.
En el PSOE hoy nadie es capaz de explicar a los españoles cuál es la posición del partido en política de Seguridad y Defensa. En sus centros de análisis, como las fundaciones socialistas Alternativas y Avanza, se enredan con un proyecto fantasmal de ejército europeo alternativo, pero sin ninguna respuesta a cuestiones concretas como con qué Sistema Antimisiles Balísticos se protegerían las ciudades españolas sin el paraguas de la Alianza Atlántica y EEUU. El sanchismo dejará un Partido Socialista inútil total para la Defensa Nacional.
España, un caso único, con deuda y déficit disparados, un gasto militar aún del 1%, sin presupuestos y sin acuerdo parlamentario, tendrá que dar explicaciones a los países que, entre 2022 y 2024, pasaron del 1% al 2% para cumplir con la Alianza.
Y aún peor. Sin plan de financiación, Sánchez arriesga la viabilidad presente y futura de la Defensa. Impresiona comprobar que lo sabe, pero no le importa. Para hacer frente a las obligaciones de gasto, hay países, como Portugal, con deuda elevada, pero, déficit controlado; otros, como Alemania, con déficit alto, pero, deuda baja; y casi todos con el 2% anual de PIB ya cumplido, como Francia y Reino Unido. España, un caso único, con deuda y déficit disparados, un gasto militar aún del 1%, sin presupuestos y sin acuerdo parlamentario, tendrá que dar explicaciones a los países que, entre 2022 y 2024, pasaron del 1% al 2% para cumplir con la Alianza. Si creía que las trampas que le han funcionado con los españoles durante siete años también le iban a servir con los aliados, ya sabe que “naranjas de la China”.
Lo cierto es que la “defensa colectiva”, de la que depende la seguridad de los españoles, y que solo puede proporcionarles la OTAN, no es compatible con un Gobierno manifiestamente contrario a la OTAN. Imposible, incluso para un campeón del cinismo como Sánchez. Cuando, tras 80 años, un sistema de seguridad de Europa dependiente de EEUU ha llegado a su fin y necesariamente los europeos deben asumir rearme y aumento del gasto, desde el Consejo de Ministros sanchista se cuestiona el vínculo transatlántico Europa-USA.
Lo que importa: solo con robustas capacidades militares de disuasión se puede evitar ese conflicto bélico. Una suerte de “ni se le ocurra, señor Putin”. En ese marco se ubica el esfuerzo europeo en presupuesto militar. Si quieres paz, ¡disuasión!
Deberían saber que no depende de la voluntad de Donald Trump, al que no conviene confundir con los Estados Unidos. Cuando él pase, los estadounidenses seguirán apoyando su pertenencia a la OTAN, como demuestra una reciente encuesta de Gallup, en la que un masivo 67% es partidario de mantenerse y solo un 12%, de salir. Entonces, ¿qué ha cambiado? Abundan los análisis sobre la posibilidad de una guerra en Europa provocada por Rusia en solo 3-5 años. Lo que importa: solo con robustas capacidades militares de disuasión se puede evitar ese conflicto bélico. Una suerte de “ni se le ocurra, señor Putin”. En ese marco se ubica el esfuerzo europeo en presupuesto militar. Si quieres paz, ¡disuasión!
La Unión Europea se encuentra en una encrucijada histórica decisiva para su propia supervivencia, recibiendo andanadas desde todos los flancos contra su cohesión interna. En la cumbre atlántica de La Haya de finales de junio, lo que la parte europea de la Alianza asumirá es un reequilibrio en el esfuerzo financiero ya acordado antes de Trump. Hoy Estados Unidos aporta más de 800.000 millones de dólares anuales y Europa, con el esfuerzo de los dos últimos años, 450.000. Ahora se acordará que los europeos eleven otro 1% de sus PIB respectivos, 200.000 millones más. España, por no cumplir en su momento, deberá acumular toda la subida que le corresponde de golpe.
Está en juego la lealtad de España con la “defensa colectiva”. En las aguas del mar del Sur de China, al desertar de unas maniobras acordadas previamente con los aliados, Sánchez y el PSOE ponen en riesgo la Defensa Nacional. Se lo dirán los aliados a la cara en La Haya.