ISABEL SAN SEBASTIÁN-ABC

  • Su enemigo es Núñez Feijóo, a quien sus peones cubren de insultos antes de copiarle las propuestas

En la batalla contra el terrorismo, Sánchez ha elegido bando: el de los criminales. Su coartada moral se basa en afirmar que ETA ya no existe, aunque sabe que se trata de una burda falacia; un argumento que parece válido pero en realidad no lo es, porque la organización que durante décadas sembró España de cadáveres es más influyente que nunca en el escenario patrio. Ya no mata, pero está muy viva. Ahora el protagonismo recae en su brazo político, llamado EH Bildu. Y por si alguien albergaba dudas sobre la filiación de dicho grupo, la dejó patente su líder, Arnaldo Otegi, el pasado mes de octubre, al afirmar literalmente: «Tenemos a 200 presos en la cárcel y si para sacarlos hay que votar a favor de los Presupuestos, pues votamos. Así de alto y de claro os lo digo». «Tenemos». Primera persona del plural. Pistoleros y portavoz unidos por el vínculo indisoluble de un pasado compartido y un futuro común. Misma escoria con distinto nombre.

A fin de asegurarse el respaldo parlamentario de esa cuadrilla de facinerosos y cumplir los compromisos contraídos por Zapatero en esa rendición infame a la que tienen la desvergüenza de llamar ‘paz’, el presidente del Gobierno está dispuesto a todo. Un todo que incluye soltar a la hez de la hez etarra, a dos asesinos múltiples con decenas de muertos sobre la conciencia, no ya ayunos de contrición, sino orgullosos de su historial sanguinario: Txapote y Parot. El paradigma del odio ciego, despiadado y brutal que constituye el santo y seña del partido escogido por Sánchez como socio de legislatura. De nuevo los encargados de salvar la cara al jefe del Ejecutivo recurren a la media verdad, que es la peor de las mentiras, en el empeño de justificar esta medida ignominiosa.

Los etarras no son liberados, dicen, sino acercados a cárceles vascas, como lo fueron otros muchos con gobiernos anteriores. Sucede, no obstante, que, a diferencia del ‘gratis total’ actual, los beneficiarios de aquellos acercamientos hubieron de pagar un precio en forma de arrepentimiento, y sobre todo que entonces las prisiones no estaban bajo el control del PNV, como lo están hoy gracias a la cesión de competencias oportunamente negociada por los socialistas precisamente con el propósito de facilitar la puesta en la calle de los terroristas sin tener que ensuciarse las manos. Hipocresía y cobardía sumadas a la traición a las víctimas y a la nación.

En este momento de crisis feroz, cuando los españoles nos enfrentamos a un cúmulo de amenazas a cuál más grave, un auténtico hombre de Estado se habría acercado a la oposición en busca de pactos pensados en beneficio de la mayoría. Sánchez ha preferido la compañía de Txapote y Parot. Su enemigo es Núñez Feijóo, a quien sus peones cubren de insultos antes de copiarle las propuestas.