Primero la adoración, luego la purga. Sánchez camufla las críticas al cupo catalán con un juego de sillas en el partido. ¿Quién caerá? ¿Quién será ensalzado? Así, hasta finales de noviembre. Todos chitón
Primero que le besen los pies y procederá luego a la degollina. El congreso federal del PSOE (que alguien dijo ‘confederal’ a la vista de lo que viene), será una ceremonia de sometimiento y aclamación al caudillo como antesala de la gran purga. A estos autócratas les encanta protagonizar estas exhibiciones de fuerza y poderío, a ser posible con el acompañamiento de la correspondiente limpia de esos semovientes escépticos o tibios que no se identifican con los sagrados mandamientos del sumo conductor.
Fue en ese momento cuando la ignota Begoña Gómez, muy sospechosa ya de todo tipo de trapicheos, se transformó en musa del ‘fango’ y diosa de los ‘tabloides digitales’, según la jerga abstrusa de la Moncloa
No se esperaba este cónclave hasta el año que viene. Sánchez ha acelerado el calendario para modificar un guion que se le empezaba a atragantar. Es un recurso típico del personaje, y no le ha ido mal. Tras el batacazo de las generales de 2019, invitó a Podemos a formar un gobierno de coalición pese a sus aspavientos de «no podría dormir» nunca jamás. Salvó el escollo y el artefacto medio funcionó. Luego de las autonómicas de mayo del pasado año, cuando el PSOE estaba muertito, convocó elecciones generales en pleno mes de julio, con las vacaciones y los calores. Volvió a acertar. No las ganó pero dejó a Feijóo con cara de Landa tras el ‘no’ de la sueca. Minutos después de que el juez Peinado citara como imputada a Begoña Gómez, Sánchez se inventó el retiro amoroso de cinco días para recibir muestras de cariño por parte de su militancia. Esta artimaña, demasiado pedestre incluso para su crédula tropilla, le salió medio regular. Hasta el punto de que las palabras ‘dimisión, corrupción y esposa de Pedro Sánchez‘ abarrotaron los titulares de la prensa europea. Fue en ese momento cuando la ignota Begoña Gómez, muy sospechosa ya de todo tipo de trapicheos, se transformó en musa del ‘fango’ y diosa de los ‘tabloides digitales’, según la jerga abstrusa de la Moncloa. Tampoco le salió demasiado bien la inoportuna gira africana con la que pretendía camuflar el incendio de la inmigración, asunto que se ha convertido en el eje del tablero político europeo (ahí, Alemania) y que encuentra al Gobierno español con los calzones a medio poner.
Miles de millones de todos para la carcundia golpista y al resto de españoles, que respetan la Constitución, el Estado de derecho y hasta evitan insultar al Jefe del Estado, que les vayan dando
Ahora, para camuflar el incendio del concierto catalán -más oro para los golpistas y desprecio para las regiones preteridas- se le ha ocurrido el juego de las sillitas. Primero, ceremonia de clamor general en honor al tótem del progreso y luego que rueden las cabezas. Algunos baroncillos de provincias han mostrado cierto desapego hacia la fórmula adoptada para investir a Salvador Illa. Miles de millones de todos para la carcundia golpista y al resto de españoles, que respetan la Constitución, el Estado de derecho y hasta evitan insultar al Jefe del Estado, que les vayan dando. No es ‘cuponazo’ a la vasca sino ‘solidaridad interterritorial’, dicen los pregoneros del Gobierno. Esther (con hache) Peña bordeó las lindes del recochineo al emparejar lo que se le dará a Junqueras y Puigdemont con lo que ya reciben Teruel, Cuenca y Soria. «Financiación singular», lo han bautizado.
No hay unanimidad socialista sobre el pacto para entronizar a Salvador Illa en la Generalitat. De momento se escuchan más los pitos, aunque con sordina. Sabido es que los gestos heroicos no abundan en el rebaño de la izquierda, más dado al borreguil balido que a los arranques de dignidad. Algo dijo Page. Un poco menos Lambán. También resopló, encogidito, el asturiano Barbón. Incluso algunas cacatúas de la prensa del movimiento osaron apuntar ligeros reproches al apaño.
Cuestión de agallas
Se acabó el juego. Llegó finalmente la atronadora orden del cesarín de Tetuán. Adelanto del congreso, punto final al murmullo, prietas las filas, loor y gloria al genial timonel y adelante con los faroles. Será en Sevilla y olé a finales de noviembre. La opinión sincronizada habla de ‘gran nirvana’ cuando ahora lo que vuelve es Oasis. Será una reunión de grupis sobreactuados en torno a la figura sacrosanta del Indiscutido. Será una ceremonia para sepultar tensiones y, de paso, señalar culpables. «A ver quién tiene agallas», clamaba esa Peña en un reto chabacano a la disidencia.
El partido está hecho unos zorros, pero a ver quién lo dice. La gente está hasta el gorro pero sigue en el machito, sueldos públicos, despacho oficial, alguna prebenda disimulada y un horizonte de vida sin agobios.
En Aragón (por voluntad propia), en Madrid, en Castilla y León, en Andalucía… sillones que quedarán libres luego de que haya procedido la guillotina
Después de la exaltación, la purga. Sin prisas. «Útil es la cólera porque aleja el menosprecio y espanta a los malos». Séneca. Llegarán los congresos regionales y locales. Irán cayendo, mansamente. De uno en uno. Los críticos y los renuentes, los intrigantes y los blandos, los que cuchichean y hasta los morigerados. Ya suenan nombres de algunos monaguillos periféricos al borde del sacrificio. En Aragón (por voluntad propia), en Madrid, en Castilla y León, en Andalucía… sillones que quedarán libres luego de que haya procedido la guillotina.
Habrá también limpia en Moncloa con el baile de carteras por motivos exógenos. Escrivá que cambia de asiento en otra obscena pirueta, del Consejo de Ministros al Banco de España, y Ribera, la gorgona del ecologismo, que busca hueco en Bruselas. Falta año y medio para la próxima cita electoral. Será en CyL salvo sorpresas. Hay tiempo para el castigo y la expurgación. De momento, todos en el PSOE a juguetear a las quinielas sobre quién cae y quién llega y a mantener un prudente silencio. Como aquel senador que, al ser preguntado cómo sobrevivió tantos años en palacio lidiando con reyes, cosa inaudita, respondió: «Sufriendo atropellos y dando las gracias». Ave César y amén.