Juanma Romero-El Confidencial
El presidente no quiere resultar reelegido sin un pacto con Iglesias que le garantice la estabilidad. En el PSOE reconocen que si recibe el encargo del Rey, tendría difícil declinar la propuesta
El calendario sigue perdiendo hojas y ya solo quedan 18. Son los días que restan para la disolución automática de las Cortes si no hay una investidura que prospere. El escenario más probable es ese, la repetición electoral, aunque falta por ver la desembocadura de las reuniones del PSOE con Unidas Podemos —las negociaciones entre los dos equipos se retoman este jueves por la tarde—, y no solo eso.
Porque aún podría producirse un giro último en una trama política que ha acabado haciéndose pesada, por larga, y es que en el último momento, sin acuerdo mediante, los morados decidiesen apoyar gratis a Pedro Sánchez para luego pasar a la oposición. Le reabrirían la puerta de la Moncloa, aunque le condenarían a un infierno parlamentario semana tras semana. Y eso es lo que bajo ningún concepto quieren ni el presidente ni el PSOE. El escenario idóneo para el jefe del Ejecutivo, el único que persigue, es el de una investidura atada con un pacto programático con Unidas Podemos que le garantice la «estabilidad» en los cuatro años siguientes. El problema llegaría si Sánchez fuera propuesto por el Rey, porque en ese caso tendría que aceptar la candidatura: no podría imitar a Mariano Rajoy y declinarla, advierten en la Moncloa.
El margen real para llegar a un acuerdo es de unos 10 días, hasta que arranque la ronda del Rey, probablemente en la tercera semana de septiembre
Las dos formaciones dispondrán de aproximadamente 10 días para intentar acercar posturas. Solo hasta que Felipe VI convoque una segunda y última ronda con los representantes de los partidos políticos, con la que podrá constatar si hay un candidato que cuente con los apoyos suficientes para recibir la confianza del Congreso. Si el jefe del Estado sigue sus pasos anteriores, lo previsible es que cite a las formaciones el lunes 16 y martes 17 de septiembre, para dar tiempo, en su caso, a la convocatoria del pleno de investidura. Ese será el momento en que todas las cartas hayan de quedar boca arriba. Donde todas las fuerzas han de retratarse.
En caso de que no hubiera cuajado antes un acuerdo entre PSOE y Unidas Podemos, Pablo Iglesias podría trasladar al Rey que, con el fin de evitar la repetición electoral, está dispuesto a dar el voto favorable de los 42 diputados de su grupo. Sin precio alguno para, a partir de ese momento, pasar a la oposición. Es, de hecho, el camino que IU, como avanzaba este periódico, está señalando al jefe de los morados.
¿Los números saldrían?
Con ese escenario hipotético se trabaja en la Moncloa y en Ferraz, como confirmaron a este diario distintas fuertes del Gobierno y de la cúpula. Se cree «improbable«, por el historial de Iglesias, que siempre ha insistido en que apoyar a Sánchez sin peajes sería una irresponsabilidad, porque condenaría a España a la misma inestabilidad que al final motivó el adelanto de las urnas el 28 de abril. Pero a la vez se tiene claro que no se desea ni se busca esa posibilidad. El propio presidente, en la presentación de su ‘Propuesta abierta para un programa común progresista’, el pasado martes en Madrid, ya proclamaba que su última oferta —un documento de medidas, una triple garantía de cumplimiento del pacto y cargos en instituciones y organismos fuera de la estructura del Gobierno— respondía, a su juicio, a las inquietudes de Podemos y a su negativa tajante a concederle sus «votos gratis».
Los socialistas persiguen que los morados entren en su «marco» de negociación, y a partir de ahí jugar con cuestiones como los cargos en instituciones
Esa no era una frase menor dentro de su discurso. Era toda una declaración de intenciones. Deseaba reflejar su marco idóneo de investidura: una reelección con un acuerdo por delante. No sin él.
Este miércoles, fuentes de su entorno incidían en ese mensaje: el presidente «rechaza» una investidura que conduzca a un tormento parlamentario. Porque si Unidas Podemos permite que siga en la Moncloa pero le deja aislado con sus 123 escaños, se enfrentará a un suplicio con cada iniciativa, ya que está muy lejos de la mayoría absoluta. Un aceite de ricino que ya pudo probar en el pleno extraordinario de hace una semana, cuando toda la Cámara, con pequeñas excepciones, se echó encima de la vicepresidenta, Carmen Calvo, por la gestión del Open Arms. Otros dirigentes, no obstante, preferían no ponerse en esa tesitura por adelantado. «Si se produjera la situación, le podré responder», despachó la pregunta el número tres, José Luis Ábalos, tras la cita del PNV en la sede federal.
El binomio básico
Apoyos con acuerdo. Esa es pues la formulación ideal de Sánchez. Ahora bien, ¿cabe la opción de rechazar realmente una investidura si los números salen? Porque ya solos PSOE y Unidas Podemos alcanzan los 165 escaños, que serían 173 si se apuntan en la cuenta los previsibles síes de PNV (6), Compromís (1) y Partido Regionalista de Cantabria (1). Con la abstención de ERC, que sigue sobre la mesa, bastaría. En caso de que Iglesias trasladara al Rey el apoyo de sus 42 diputados, y se comprobara que hay agua en la piscina, muy probablemente el monarca tendría que postular a Sánchez como candidato.
El líder socialista tendría entonces en su mano declinar el ofrecimiento del jefe del Estado. Justo lo que hizo Mariano Rajoy tras las generales del 20 de diciembre de 2015, una actitud que le valió las críticas de la oposición, y singularmente del PSOE. En esa tesitura, fuentes de la Moncloa resaltaban a este periódico que sería «muy rebuscado» rechazar la candidatura de Felipe VI. El presidente, arguyen, tendría que aceptar el encargo y a partir de ahí ir negociando cada una de sus medidas. «Está claro que todo sería más caro. Pero, ¿te van a votar en contra de la regulación de la eutanasia, por ejemplo? No creemos, la sacaríamos con mayoría amplísima», indicaban desde el Ejecutivo.
En el PSOE asumen que si Iglesias diera ese golpe de efecto, les colocaría en una posición muy delicada: no sería fácil entonces ir a elecciones
Un trabajo mucho más costoso en un contexto de altísima inestabilidad. La legislatura sería, probablemente, corta. Distintos dirigentes de la ejecutiva sí recordaban este miércoles que en caso de que Iglesias urdiera esa artimaña, que conciben como diabólica, el presidente tendría «difícil» explicar su no para apostar por unas elecciones el 10 de noviembre. «El problema es que ahora hay consenso para elecciones, y si Podemos se mueve, puede haber dudas», apunta una fuente de Ferraz. En el partido sí hay quien se agarra a la posibilidad de que la presión interna de IU o de las confluencias acabe venciendo a Iglesias.
«Por eso, la idea principal con la que trabajamos es investidura y estabilidad«, señalan fuentes gubernamentales. Ese binomio es fundamental para Sánchez, y el que intentará remarcar en las reuniones de los suyos con Iglesias. Encuentros que comienzan esta tarde y en los que, al menos por ahora, la dirección dice tener cierta «esperanza». Es una «buena respuesta» que los morados hayan aceptado sentarse a negociar sabiendo que el no a la coalición es absolutamente firme por parte de Sánchez.
Lo que persigue Ferraz es que UP entre «en el marco de negociación», que asuma que hay que hablar del programa primero para ir desbrozando el camino. Y que asuma también el grupo confederal que no se abrirá ninguna puerta otra vez al cogobierno. El presidente sí se abre a discutir políticas, o a hablar de qué cargos en instituciones «no supeditadas al Consejo de Ministros» podrían ser ocupados por los morados. Ahí sí habría un cierto terreno de juego. En la cúpula socialista indican que esa lista de organismos ofrecidos a UP podría variar —CIS, CNMV, CGPJ, Defensor del Pueblo…— en función de las conversaciones, pero no se volverá a ofrecer segundos escalones de la Administración (secretarías de Estado, direcciones generales…). «Si no asumen que ese es el marco, el diálogo será inútil», dicen en Ferraz.
Así que el riesgo de elecciones es real. El escenario que aún hoy es el más factible. Lo expresó este miércoles con sinceridad el presidente del PNV, Andoni Ortuzar: «Una cosa es el deseo y otra la realidad. El deseo es que no haya elecciones. Y la realidad… pues ya lo veremos mañana [por este jueves]», con la cita PSOE-Podemos.