José Antonio Zarzalejos-El Confidencial
Redondo es algo más que un ‘spin doctor’. Es un estratega que hasta el momento creímos era solo un táctico. Y en definición del profesor Lawrence Freedman, la estrategia «es el arte de crear poder»
La trayectoria de Pedro Sánchez desde que en octubre de 2016 fue destituido de la secretaría general del PSOE por el Comité Federal de su partido está consistiendo en un caso de éxito. De lo que parecía un hombre acabado para la política ha ido surgiendo un líder que en la misma medida en que sus adversarios tratan de devaluar sus partidarios engrandecen. La clave consiste en localizar cuáles son las razones de esta propulsión personal y política tan poco común como la del presidente en funciones.
Una de ellas —y creo que importante— es que Sánchez ha profesionalizado el ejercicio de la política a la que añade, además de su propia intuición, la labor de personas con algunos talentos particulares. Singularmente, de Iván Redondo, director de su Gabinete y su más reputado ‘spin doctor’ que, según Antoni Gutiérrez Rubí, experto en la materia, es «una figura del ‘metier’ de la política que todos los partidos utilizan. Entre sus tareas está aconsejar, animar, analizar, pensar y negociar». Todas estas funciones las desempeña, sin duda, Iván Redondo que acompaña a Pedro Sánchez desde que comenzó la larga batalla de las primarias contra Susana Díaz para recuperar el mando en el PSOE.
Pero Redondo es algo más que un ‘spin doctor’. Es un estratega que hasta el momento creímos era solo un táctico. Y en definición del profesor Lawrence Freedman, autor de ‘Estrategia. Una historia’ (Editorial Esfera de los libros, 2016), «la estrategia es el arte de crear poder». En una entrevista a propósito de esta gran obra de más de mil páginas, Freedman declaró que «la clave de la estrategia es que implica la existencia de un conflicto entre dos o más actores determinados a conseguir un objetivo».
Supongo que Iván Redondo habrá leído a Freedman —que de las artes bélicas deriva sus reflexiones a la empresa y la política— porque el joven consultor se ha convertido —en profunda simbiosis con Sánchez— en un estratega, es decir, en un creador de poder. El autor de ‘Estrategia’ advierte de que «ninguna campaña militar, ninguna inversión empresarial o iniciativa gubernamental puede recibir respaldo de nadie a menos que disponga de una estrategia que pueda evaluarse. Su decisión puede describirse como ‘estratégicamente relevante’, desde luego será más importante que cualquier otra de naturaleza rutinaria. Por extensión, las personas que toman tales decisiones son más importantes que aquellos que solo ofrecen consejos».
«La clave de la estrategia es que implica la existencia de un conflicto entre dos o más actores determinados a conseguir un objetivo»
La dupla Sánchez-Redondo es una máquina de «crear poder» como resultado de lo que inicialmente se veía como una sucesión de golpes tácticos y que ha terminado por componer una estrategia. Gracias a ella, el actual secretario general del PSOE —tras renunciar a su acta en el Congreso en 2016— no solo recuperó el liderazgo del partido, sino que —caso inédito en la democracia española— ganó en junio de 2018 una moción de censura, y desde entonces hasta el 28 de abril pasado gobernó con un grupo de 84 diputados en un Congreso de 350. Y en las últimas elecciones generales logró 123 diputados —todos afectos— dejando a la oposición del PP en 66. El sondeo del CIS del pasado día 3 pronosticaba que, de celebrarse nuevas elecciones, Sánchez obtendría el 40% de los votos lo que equivaldría a un número de diputados cercano a los 170.
Siguen Sánchez y Redondo «creando poder» como resultado de una estrategia que ya alcanza un horizonte a largo plazo. Sánchez no quiere más «sanchismo», es decir, más ‘funambulismo político’. Pretende desempeñar la presidencia del Gobierno sin las apreturas de los pasados meses, siempre dependiente del humor de Iglesias y de las emboscadas nacionalistas. Ni por asomo admite la posibilidad de presidir «dos gobiernos» (el del PSOE y el de Unidas Podemos), ni exponerse a las exigencias inviables del separatismo catalán.
Desde el 28 de abril pasado, y tras comprobar el balance del 26 de mayo (bueno, pero no excepcional), y no sin antes pesar y medir lo que suponen las tres derechas, por una parte, y la extremada debilidad interna y electoral de Unidas Podemos, por otra, Redondo en modo estratega está haciendo lo propio de su condición según el profesor Freedman: encontrar la fórmula de crear más poder en una progresión que avance al ritmo de los últimos 12 meses. Y esa estrategia, siguiendo también al historiador británico, comporta evitar las medidas «rutinarias» y apostar por otras más audaces.
Redondo en modo estratega está haciendo lo propio de su condición según el profesor Freedman: encontrar la fórmula de crear más poder
La más audaz de todas es situar a las demás fuerzas políticas —y en particular a Pablo Iglesias— y al propio electorado, entre la espada y la pared hasta que colectivamente se asuma la opinión del presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, según el cual «las encuestas dicen que si hay elecciones en noviembre algún partido tendría más escaños y tendríamos un país más tranquilo. Pues igual es mejor esperar a noviembre». De nuevo, el arte de crear poder —es decir, el contenido material de la estrategia política— va a dar resultado a Sánchez y Redondo.
No habrá coalición de gobierno con UP, tampoco de cooperación con los morados, Ciudadanos se ha echado al monte y el PP vuelve a resultar la mejor réplica de todas las posibles al socialismo español. El independentismo catalán arde en la combustión del ‘procés’. Seguir creando poder —para Sánchez y para el PSOE— es una de las labores de Iván Redondo. Tiene acreditada competencia para ello. Está en condiciones de entregarle a Sánchez lo que Sánchez le ha pedido: más poder. Con el del presidente en funciones seguirá creciendo también el suyo. Seguramente, el 10 de noviembre vayamos otra vez a las urnas.