Isabel San Sebastián-ABC

  • Todos los socios del Gobierno se manifiestan a favor de los etarras presos mientras Garzón sigue siendo ministro

Estos días se percibe con especial nitidez la catadura democrática, política, intelectual y humana de los socios que mantienen a Pedro Sánchez en el poder. Los objetivos que abrazan e imponen esas formaciones al líder socialista, cuyo silencio constituye una aceptación en toda regla de su chantaje. Dicho de otro modo, de quien es rehén un presidente dispuesto a todo con tal de conservar la poltrona, salvo que se haya apuntado al carro de esos compañeros de viaje y comparta con ellos programa, concepción de España y discurso, sin atreverse a reconocerlo abiertamente ante los españoles. Juzgue el lector cuál de estas dos opciones le parece más inquietante.

Hoy mismo se celebran en múltiples localidades vascas decenas de manifestaciones a favor de los asesinos etarras, en las cuales participa uno de los integrantes del Gobierno: Unidas Podemos; las principales fuerzas que respaldan a Frankenstein en el Congreso: ERC, Bildu y PNV, así como los sindicatos de los que tanto presume la vicepresidenta Yolanda Díaz: CC.OO y UGT, junto a las centrales locales. Sale a las calles esa congregación de activistas, partidarios, defensores y demás cómplices de ETA dispuestos a justificar sus crímenes, con el propósito de exigir más beneficios penitenciarios para los terroristas encarcelados. Privilegios añadidos los que ya les ha otorgado este Gobierno traidor, para escarnio de las víctimas justa y oportunamente recordadas con cariño por el Rey en su discurso de la Pascua Militar. Más impunidad por la sangre derramada. Amnistía, dicen los más francos. Tercer grado, los más hipócritas. En definitiva, libertad, borrón, cuenta nueva y aquí no ha pasado nada. Se trató de un ‘conflicto’ entre dos partes homologables que ahora han de sellar la paz, como si una de ellas no hubiese puesto la nuca y la otra empuñado la pistola. Ese es el relato oficial que cala entre los más jóvenes, con la ayuda inestimable de una Ley de Educación redactada a la medida de los separatistas y de un jefe del Ejecutivo cuya ambición, relativismo, desmemoria y cobardía superan con creces su sentido de la dignidad, en el supuesto de que conozca el significado de esa palabra.

Todavía colean, entre tanto, las declaraciones del ministro de Consumo a ‘The Guardian’, en las cuales afirmaba, sin despeinarse, que «España exporta carne de mala calidad». Lejos de rectificar, el ínclito Alberto Garzón lleva días sosteniéndola en vez de intentar enmendarla, lo cual demuestra no solo sus escasas luces, de las que ya había hecho gala frecuentemente en el pasado, sino su total irresponsabilidad, su ausencia de cualificación para ocupar un puesto en el Gabinete, su deslealtad gravísima a un sector crucial de nuestra economía y la impotencia de Pedro Sánchez, atado de pies y manos por la cuota debida a Podemos e incapaz de dar pasaporte a un tipo cuya presencia en el Consejo de Ministros constituye un insulto a nuestra inteligencia.