Pedro García Cuartango-ABC
- Su inconsistencia moral y su obsceno pragmatismo le imposibilitan para seguir al frente del partido y del Gobierno
La regeneración ética de la política española es la gran asignatura pendiente de todos los partidos. Todos los líderes llegan al poder, como hizo Sánchez, con ese compromiso, pero se olvidan de él cuando empiezan a gobernar y repartir cargos.
Sánchez ganó la moción de censura con un programa radical de regeneración y unas promesas que jamás cumplió. Traicionó sus compromisos, patrimonializó las instituciones, colocó a sus amigos en el sector público, abusó de las puertas giratorias, depositó su confianza en unos canallas y utilizó las cloacas del Estado contra sus adversarios. Nada nuevo bajo el sol.
Ahora se presenta como el dirigente que va a regenerar la vida política y que va a ser implacable contra la corrupción. Bolaños anunció ayer en el Ateneo que Sánchez expondrá mañana en el Congreso un paquete de medidas para luchar contra esta lacra. Desgraciadamente nada se puede esperar de un líder que ha incumplido reiteradamente su palabra y que no ha predicado con el ejemplo.
No podemos creer en la sinceridad de un presidente de Gobierno que ha utilizado las arcas públicas y la legalidad para unas alianzas que le permiten mantenerse en La Moncloa y que no asume ninguna responsabilidad por sus errores. Por el contrario, afirma que es el capitán que no puede abandonar el puesto de mando durante la tormenta, un discurso que vale para blindarse de cualquier desafuero en el ejercicio del poder. También se le olvidó decir que si el barco está punto de naufragar es por su falta de tino.
Hay avances sociales y logros económicos que tenemos que reconocer a Sánchez. Y también su resiliencia y sus dotes dialécticas. Pero su inconsistencia moral y su obsceno pragmatismo le imposibilitan para seguir al frente del partido y del Gobierno. La principal e inexcusable cualidad de un gobernante, por encima de las ideologías, es la honradez personal y la coherencia en la defensa de sus principios, algo que brilla por su ausencia en el presidente.
Sánchez está amortizado porque ha perdido toda su credibilidad con su conducta errática y su mal criterio al elegir a sus colaboradores. Y eso no se soluciona con vagas promesas de regeneración de un político que ha hecho todo lo que decía que no iba a hacer.
Su estrategia de supervivencia será el aumento de la polarización hasta grados insostenibles. Y seguir insistiendo en el mensaje de que los casos de corrupción del PP fueron más graves. Un recurso a la desesperada que demuestra que Sánchez se ha quedado sin discurso y que sólo aspira ya a permanecer en el poder.
Cada día que permanezca en el cargo se agudizará su agonía política y su declive. Su calvario no ha hecho más que comenzar. Si conservara un mínimo de lucidez, lo dejaría para no dañar más el proyecto socialista. Pero ha decidido morir matando y así será.