Alberto Ayala-El Correo

Prácticamente nadie, salvo quienes lo ignoran todo de la política española, desconoce a estas alturas de la película que Pedro Sánchez y el PSOE negocian con el independentismo catalán la concesión de una amnistía a los cientos de imputados y procesados por saltarse la ley en el fallido ‘procés’ catalán a cambio de que Junts y ERC apoyen su investidura y le den respaldo durante la legislatura.

Ayer el líder socialista dio un pasito más. Sánchez reconoció al fin por primera vez lo obvio: que negocia la amnistía con los partidos del huido Puigdemont y de Junqueras. Eso sí, de nuevo eludió mencionar la molesta palabreja.

El presidente en funciones trató de unir los indultos que concedió la pasada legislatura a los líderes secesionistas con el movimiento que se perfila ahora como si se tratara de un todo, de dos pasos de un mismo proceso diseñado en el laboratorio de La Moncloa para desinflamar el conflicto catalán. Lástima que la realidad desmienta otra vez a Sánchez. Y es que sólo hace dos meses el líder socialista rechazaba por inconstitucional esa misma amnistía que ahora se muestra dispuesto a conceder a cambio de los votos de Junts que precisa para seguir en el poder.

El indulto no es una amnistía. El primero es una concesión graciosa del Gobierno a un reo culpable. La segunda, un despropósito en un Estado democrático como el nuestro que borraría delitos tan graves como los que perpetraron políticos soberanistas catalanes cuando alteraron el orden constitucional, según sentencia en firme del Supremo. Tenga encaje o no en nuestra Carta Magna, que ya verán como al final lo tiene.

Que esto sea lo que se negocia no quiere decir que haya ya acuerdo. Por desviación profesional, tiendo a pensar que el pacto está mucho más maduro de lo que se nos traslada. Pero sólo existirá cuando se firme y conozcamos su contenido.

La amnistía es lo mollar para el soberanismo catalán, amén de dinero y algunos traspasos. Para los vascos lo determinante es reabrir y avanzar en el melón territorial, más allá de que nos lleguen algunos traspasos comprometidos e incumplidos. Para las izquierdas supongo que lo esencial es seguir en el poder. Y luego garantizarse la aprobación de, al menos, dos Presupuestos y de nuevas medidas de consolidación del paraguas social para los sectores más perjudicados por la crisis. Y es que como bien resumió hace unos días el lehendakari Urkullu lo que se precisa esta vez es un pacto de todos, sobre todo lo esencial y que se prolongue todo el tiempo que se quiera que dure la legislatura.

Si finalmente hay compromiso, Sánchez sabe que ello le costará de entrada decenas de miles de votos. La única forma de intentar recuperarlos y de hacer frente a una previsible radicalización de la oposición por parte del PP -y ya veremos si también de una parte del viejo PSOE- es que el electorado de izquierdas acepte o perdone esa amnistía a cambio de políticas progresistas para los menos favorecidos. Esas que jamás haría Feijóo.