Pablo Sebastián-Vozpópuli

Entramos en el año del gobierno elitista de Trump y del retorno al pasado de Sánchez

En contra de lo que pretenden, puede que a Pedro Sánchez Donald Trump no les va a salir bien ni las cosas ni las ambiciones que pretenden para el año 2025. Y ello por más que en España brille por su ausencia la oposición del PP, como en la UE brillan las crisis de estabilidad de Francia y Alemania. Afortunadamente, tanto en España como en la UE, la democracia y las instituciones, que tanto costaron construir, son más fuertes de lo que estos dos autócratas se imaginan.

Estamos en el año de Donald Trump y su gobierno elitista (13 millonarios con Elon Musk de capitán) que pondrá a prueba o en revisión los pilares de las democracias de Occidente. Incluso puede que camino de otros modelos como el autocrático y oligárquico.

Un tiempo nuevo e incertidumbre, en el que en España Sánchez teme quedar atrapado y del que el presidente intenta escapar para preservar su modelo autocrático de poder, ahora marcado por la corrupción

Empecemos por la democracia norteamericana cuya demolición Trump pretendió con el asalto al Capitolio y que jaleó desde el umbral de la Casa Blanca el 6 de enero de 2020. Circunstancia que no ha impedido su reelección el pasado 22 de noviembre, como no lo impidió su primera condena judicial y sus imputaciones varias, o sus machistas alardes -‘las mujeres se dejan coger el coño por los hombres ricos y famosos’, dijo en 2023 en la CNN-, o sus disparates cuando declaró que inmigrantes de Springfield ‘se comían a los perros y a los gatos’. Todo esto da una idea del vuelco conservador de una sociedad que todo se lo consientea al reelegido presidente, quien tras sufrir un grave atentado en plena campaña electoral, logró el 49,9 % de los votos frente al 48,4 % de Kamala Harris. Una importante victoria para la que Trump contó con los errores de Joe Biden y un gran apoyo de mujeres, latinos y negros que en principio parecían estar mayoritariamente con el Partido Demócrata.

Votos populares y radicales conservadores que reclaman nuevos liderazgos y discursos de fuerza, como ocurrió en Argentina con Javier Milei o en Italia con Georgia Meloni. Y con los que ahora Trump pretende instaurar un ‘nuevo orden’ político, económico y social, con ayuda de su amigo millonario, visionario y revolucionario (‘¡abajo la burocracia!’) Elon Musk.

Un tiempo nuevo e incertidumbre, en el que en España Sánchez teme quedar atrapado y del que el presidente intenta escapar para preservar su modelo autocrático de poder, ahora marcado por la corrupción. Y que se sustenta sobre una frágil y chantajista trama parlamentaria nacionalista, a la que Sánchez paga al contado y se retro alimenta en contra del interés general -‘el bien común’ lo llamó el Rey en Nochebuena- y contra la unidad y la cohesión de España.

 El retablo de las maravillas

Lo que Sánchez impulsa desde su particular ‘retablo de las maravillas’ en el que destacan sus pactos con delincuentes de Bildu, ERC y Junts (Otegui, Junqueras y Puigdemont), a los que se les incorporan el pedigüeño Ortuzar del PNV y la extrema izquierda anti española y anti europea de los de Podemos y Sumar. Un retablo que incluye pagos con fondos públicos y en especies, indultos, amnistía, supresión del delito de sedición, suelta de presos de ETA, ruptura de la unidad fiscal, vista gorda del Fiscal General imputado, e invasión por el PSOE de instituciones públicas como el BE, CNI, CiS, RTVE, EFE, etc..

Todo ello con el doble objetivo de: que Sánchez permanezca en el poder previa compra a los nacionalistas de los Presupuestos de 2025; y que pueda camuflar o frenar en el tiempo y en los juzgados, que se anuncian muy activos en 2025, la corrupción política familiar y del PSOE. Motivos por los que el presidente pretende camuflar y embarrar los procedimientos judiciales y los debates políticos y mediáticos con ‘¡el año de Franco!’.

Un recurso y un regreso a las ‘dos Españas’ de la Guerra Civil que Sánchez va a unir al ruidoso desembarco del ultra conservador Donald Trump para así erigirse en el tardío abanderado del anti franquismo y en el oportunista jefe del ‘progresismo’ anti trumpista en Europa y América Latina, desde la presidencia del Gobierno de España y de la Internacional Socialista. A pesar, curiosamente, de las coincidencias autocráticas y estéticas de Sánchez con Franco (Begoña pasaba ‘el cazo’ por la cúpula del Ibex y doña Carmen por las joyerías de Madrid); y con un Trump con el que el presidente de España compite en el ranking de las mentiras y ataques a jueces y periodistas. Pero, eso sí, al mismo tiempo, denunciando Sánchez el ‘capitalismo salvaje’ que encarna Elon Musk y alardeando de las conquistas españolas en el ‘Estado del bienestar’.

Mientras tanto, la oposición del PP de Alberto Núñez Feijóo sigue en la inopia y soñando con que los Reyes Magos le traigan un adelanto electoral, sin saber qué hacer con Trump -a quien Isabel Díaz Ayuso pronto se le ofrecerá- que tiene como aliados en España a Vox y Santiago Abascal, ni qué hacer con Sánchez. El líder gallego se quemó las manos con el fuego de Puigdemont, facilitando así el encuentro y la foto anunciada de Sánchez con el prófugo de Waterloo.

Un acto al que Felipe VI no debe asistir porque se trata de una iniciativa del Gobierno y del PSOE que no cuenta con el apoyo de una mayoría de parlamentarios constitucionalistas del Congreso y del Senado, ni con la mayoría de ayuntamientos y Comunidades Autónomas de España. Y porque, además, se dañaría la función moderadora y neutral del monarca

Así, bajo el manto del ‘año de Franco’ con el que Sánchez desentierra otra vez la momia del dictador, se procede, a sensu contrario’, a sepultar la Transición Española y la reconciliación nacional que llegó del abrazo y las manos tendidas de la Constitución Española de 1978. Para recuperar su discurso de las ‘dos Españas’ Sánchez pretende implicar al Rey a quien ha invitado para que presida y bendiga la inauguración de este su particular año del ‘jubileo franquista’ del PSOE. Un acto al que Felipe VI no debe asistir porque se trata de una iniciativa del Gobierno y del PSOE que no cuenta con el apoyo de una mayoría de parlamentarios constitucionalistas del Congreso y del Senado, ni con la mayoría de ayuntamientos y Comunidades Autónomas de España. Y porque, además, se dañaría la función moderadora y neutral del monarca, rompiendo el espíritu conciliador de la Transición y la Constitución de 1978.

Entramos, pues, en un tiempo tan apasionante como inquietante en el que Donald Trump impondrá su modelo autocrático en los EE.UU. Pero veremos cómo se desenvuelve el ‘emperador’ frente a Rusia, China y la UE. Estos otros centros de poder donde Trump a lo mejor se lleva ciertas sorpresas y alguna decepción.  Como las que Pedro Sánchez se puede llevar en este su nuevo periplo en el territorio español.

‘Franco ha vuelto’

Y que se anden con cuidado Trump y Musk en el ámbito de las libertades (el empresario ya se ha lanzado contra Wikipedia y elogiado al partido neo nazi alemán AfD, provocando una gran indignación en ese país). Y todo ello cuando en Italia se reabre por la izquierda el debate de Musolini, a quien el diario Libero, próximo a Meloni, ha nombrado ‘hombre del año’ para denunciar el uso que la izquierda italiana está haciendo de Musollini, como la izquierda española lo hace de Franco.

Ya lo anunció hace tiempo Pablo Iglesias en las elecciones de Madrid en las que se estrelló al grito de ‘¡alerta fascista!’. Aunque quien mejor ha resumido esta grotesca situación ha sido el maestro Peridis con una viñeta en la que se ve a Pedro Sánchez manipulando una marioneta de Carlos Arias Navarro que dice: ‘Españoles, Franco ha vuelto’.

Y para que no falte de nada en este asombroso país (y asombrosa Europa que está a la espera de Trump y Musk) ahora resulta que varias organizaciones de corte confesional piden a jueces y medios que condenen (o ‘lapiden’) a Lalachus por ‘blasfemia’ al mostrar en las campanadas de fin de año una estampita de la vaquilla televisiva de Gran Prix que llevaba una camiseta con imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Señor, ¡que país!