- El éxito de la política exterior de Napoleonchu y Sánchez es de tal magnitud que ya no somos convocados ni a las cumbres regionales a once. Y digo regional, porque en esta reunión audiovisual de ayer no estaban ni China, ni la India, ni Brasil o Canadá
Aunque no me crean, yo les juro que el pasado 25 de marzo, en un programa audiovisual de una plataforma del PSOE el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, más conocido como Napoleonchu, proclamó que «Nunca en su historia España ha tenido el peso internacional que tiene hoy en día, ni su voz había sido tan escuchada». Ni con Oreja, ni con Castiella, ni con Felipe II ni mucho menos con Carlos V que repartía sus intereses entre las diferentes partes de su Imperio. El verdadero poder de España se puso de manifiesto ayer cuando Sánchez no fue invitado a participar en la conferencia on line de once dirigentes europeos que intentaban fijar una posición de apoyo a Ucrania frente a lo que aquí llamamos en su día el ‘Espíritu del 12 de febrero’. En esa fecha fue cuando Putin y Trump se pasaron horas al teléfono repartiéndose el futuro de Ucrania y, por lo tanto, de Europa, sin escuchar ni a Ucrania, ni al resto de Europa. No fue muy ejemplarizante.
Desde entonces la actitud de Sánchez ha sido la de plantar cara a Trump buscando el apoyo de China. La del resto de Europa ha sido la de intentar negociar con el más fuerte al que hay que intentar volver a traer al ámbito natural para los Estados Unidos: el vínculo atlántico. Pues ayer tuvimos un perfecto ejemplo de en qué ha quedado eso. Se celebró una video conferencia para tratar con Trump la posición en que quedará Ucrania tras su reunión con Putin en Alaska mañana viernes. La reunión de ayer fue convocada por el canciller alemán, Friedrich Merz, para sentar a once dirigentes atlánticos: además de Donald Trump y Volodímir Zelenski y los líderes de Francia, Reino Unido, Italia, Polonia y Finlandia. Además de estos ocho dirigentes de diferentes países también fueron invitados los presidentes de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y del Consejo Europeo, Antonio Costa, así como el secretario general de la OTAN, Mark Rutte.
El éxito de la política exterior de Napoleonchu y Sánchez es de tal magnitud que ya no somos convocados ni a las cumbres regionales a once. Y digo regional, porque en esta reunión audiovisual de ayer no estaban ni China, ni la India, ni Brasil o Canadá. Y no creo que su ausencia fuera por una supuesta irrelevancia de ninguno de ellos. Aquí lo que se trató ayer fue de encontrar un punto común de los europeos en la forma de acabar con la guerra que mantiene Rusia en su agresión a Ucrania. Y por más que Sánchez llame y manifieste su apoyo a los ucranianos, de lo que, como español, me alegro, lo cierto es que, para las grandes potencias europeas, España se ha convertido en un pigmeo y Sánchez en un pelele del que no se fían. Ya no contamos más que para charletas de segunda división como la llamada Coalición de Voluntarios a los que se les cuenta lo que han hablado los importantes.
Pero descuiden. Si algún periodista tiene la ocasión de preguntar a Napoleonchu estos días si todavía mantiene que «nunca en su historia España ha tenido el peso internacional que tiene hoy en día, ni su voz había sido tan escuchada» le dirá que sí, con pleno desparpajo. Total, ¿qué más da decir la verdad o mentir?