Chapu Apaolaza-ABC

  • Uno solamente cava trincheras si quiere pelear

Entre sospechas de corrupción y puterío de aparcamiento con neones, acosado por la división entre sus socios y embarrancado en una legislatura con las femorales partidas, el Gobierno se ha dispuesto a protegerse. Hace tiempo que va amontonado a su alrededor programas de televisión, presentadores, abajofirmancia, generales de la UME, coches aplastados y llenos de ramas que aparecieron en el polígono de La Torre en los que un bombero escribió ‘visto’ en señal de que dentro no había ningún cadáver. Mi Españita tenía la forma de una piel de toro y ahora parece una barricada con ‘off the record’ en el Falcon, mantas zamoranas, gresca de presentadores del ‘primetime’ y ministras de Defensa echando la bulla a la gente en los garajes de la DANA.

El intento imposible de santificación de los socios del gobierno necesita de la demonización de todo lo demás: los manifestantes de Paiporta, los tertulianos, los periódicos, los jueces y las redes sociales. No te digo la oposición y sus votantes a los que han convertido en disidencia. En la cosmología sanchista, para que Arnaldo Otegi sea visto como un tipo confiable y hasta un héroe de la democracia, mi madre tiene que aparecerse como una fascista por ver el programa de Pablo Motos. Hay gente que pone lo de Broncano como si defendiera Belchite y por las noches junta a sus hijos en el sofá en no sé qué deber cívico. A mí ‘La Revuelta’ me parece un buen programa que yo no vería porque ya casi nada me hace gracia, pero sospecho que dentro de cincuenta años la gente contará que veía a Broncano como cuando ahora cuentan que estaban en el París en el 68 metiéndole fuego a los sujetadores.

Uno ya no emite juicios críticos: ve tal programa, escucha a Taylor Swift, va en bici y suelta pestes de los Lamborghini porque el bello presidente nos tiene que definir y separar mediante las cosas más peregrinas. Sobre ellas crear una distancia insalvable entre españoles que recuerda en fondo y forma a una trinchera, y son señal de que el pedrismo va a la guerra, pues uno cava trincheras cuando pretende pelear.

Claro que el fascismo va por barrios y si se traza el esquema de las cosas, puedes llevar 37 terroristas en las listas a las municipales y ser un socio progresista, pero si mantienes tu cuenta en Twitter, estás poniendo en peligro la democracia y funcionas al servicio de la desinformación y el odio. Si me gustan los toros, voy a misa, llevo una furgoneta y no tengo pinta de votar al PSOE, seré cosas que prefiero ni pensar, empezando por un representante de la mentira, como me dijo el otro día un juez de la verdad. Todo el que dice lo que el Gobierno no quiere escuchar es un bulero. Una de las fantasmagorías actuales consiste en que Sánchez, que hizo de la mentira una acción política, se haya erigido en el juez de lo cierto, como si Ábalos diera misa ante la militancia, que viene de milicia.