Editorial-El Correo
- La disposición del presidente a reunirse con el prófugo Puigdemont y la defensa de «su» fiscal general anticipan nuevos vaivenes
Pedro Sánchez parece decidido a hacer política al límite para intentar sortear sus diferentes escollos parlamentarios y judiciales. En su balance de fin de año, dio muestras ayer de una concepción casi patrimonial del fiscal general del Estado, Alvaro García Ortiz, a quien insiste en exculpar en el caso de la filtración de datos confidenciales del novio de Isabel Díaz Ayuso, a pesar de que pudo borrar todos los mensajes de su móvil para eliminar pruebas, según la investigación de la Guardia Civil. «Tras el informe de la UCO, la confianza del Gobierno en su fiscal general es aún mayor», dijo. En la misma comparecencia, dejó la puerta abierta a entrevistarse con Carles Puigdemont antes del aval del Tribunal Constitucional a la amnistía: «No sé cuándo, pero me reuniré». Dos mensajes que anticipan nuevos vaivenes en la legislatura.
El presidente del Gobierno vino a reconocer que los siete votos de Junts que necesita para sacar adelante el Presupuesto justifican una visita a Bruselas o Suiza para reunirse con un prófugo de la Justicia con el ánimo de negociarlo, como ya hicieron miembros del PSOE para atar la investidura. O lo que es lo mismo, como le exigen los posconvergentes, que está dispuesto a «mover el culo» con tal de conservar sus apoyos.
Sánchez, que interpreta que la amnistía está avalada por su aprobación en las Cortes, se vio obligado a resucitar al líder de Junts porque no le salían las cuentas tras el recuento electoral de 2023. Y ahora «un delincuente» a los ojos de los tribunales, en palabras del expresident condenado por los delitos del ‘procés’, le marca la agenda e, incluso, le hace ver que otra alternativa es posible al unirse a PP, Vox y PNV para tumbar el impuesto a las energéticas. El Gobierno lo ha tenido que aprobar por decreto, a sabiendas de que el Congreso se lo puede volver a echar abajo.
Discrepancias que amenazan con trasladar la polarización a la economía española, que experimenta el crecimiento más sólido de la eurozona. Los indicadores económicos son la mejor noticia de una legislatura que sigue adelante, pese a la insistencia con la que -se quejó Sánchez- le interrogan «al estilo Broncano» sobre «cuánto va a durar», en alusión al tono machacón con el que el conductor de ‘La Revuelta’ pregunta a sus invitados sobre sexo y dinero en el banco. De lo primero, Puigdemont podría decir algo más, visto que lo suyo no es precisamente amor. Y de lo otro, quizá alguno de los implicados en tramas de presunta corrupción del entorno del presidente.