Jesús Cuadrado-Vozpópuli
  • No podía haber mejor noticia que la ruptura de Vox con el PP, especialmente plausible para los votantes de centroizquierda indecisos

Si España se mira en el espejo de la política francesa, Sánchez sería el equivalente al izquierdista Mélenchon del Frente Popular y Abascal, a la derechista Le Pen del viejo Frente Nacional. Hay un capítulo en el libro sobre extremismos políticos de Pierre Rosanvallon, titulado “Populismo de derecha y populismo de izquierda”, que parece escrito para demostrar el gran parecido entre las prácticas de estos dos políticos españoles. En la instrumentalización de la confrontación ideológica, cada uno es funcional al otro. Como señala el investigador francés, para los demagogos populistas, no cuentan los proyectos de gobierno, sino las narrativas para cohesionar a sus parroquias.

La construcción de un buen enemigo es lo que importa. La amenaza de los inmigrantes, para Abascal, y la de la ultraderecha, para Sánchez. Si te fijas en sus ideas sobre economía, por ejemplo, compruebas qué poco importa la gestión concreta. En el caso de los primeros, pueden declararse admiradores del programa libertario del argentino Javier Milei y a la vez aliarse con Marine Le Pen, que tiene un programa económico para Francia que multiplica el déficit ya descontrolado. Por su parte, los sanchistas se proclaman socialdemócratas nórdicos, pero tienen ministros como el de Derechos Sociales, Pablo Bustinduy, admirador confeso del modelo social de Fidel Castro.

Ambos utilizan la inmigración solo para la movilización electoral. En el caso de Vox, se apela al sentimiento de amenaza a la identidad nacional. Desde el PSOE sanchista, se agita la bandera de supuestos valores humanitarios, tras seis años de absoluta inacción y fracaso de sus políticas migratorias. Nadie sensato podría oponerse al control en frontera ni al trato respetuoso de menores extranjeros que ya están en el país, pero eso les importa poco a Sánchez y Abascal. Hasta la ministra Robles ha caído en el fango de la demagogia populista inventándose una supuesta prohibición constitucional para la utilización de medios militares. Como si las Fuerzas Armadas pudieran apagar incendios con la UME, pero no controlar fronteras. Ni políticas en origen, ni control en frontera, ni medidas racionales ante una inmigración descontrolada que llegó a casi 700.000 en 2022 y ha multiplicado en meses el porcentaje de extranjeros hasta el sorprendente18% actual.

Abascal ha ofrecido un ejemplo asombroso de flexibilidad. En 48 horas, de aliarse con el grupo de Giorgia Meloni en el Parlamento Europeo, asumiendo la vicepresidencia del mismo, pasó a unirse a Marine Le Pen

Los populismos demagógicos tienen eso; no les importan resultados y rendición de cuentas, solo improvisar munición ideológica para la movilización de la tribu. Un ejemplo entre mil. Hace unos años. Sánchez calificó a los independentistas catalanes como los Le Pen españoles para, cuando necesitó sus votos, identificarlos como “progresistas”. Son así. Lo que importa ahora es desmontarles los camuflajes, a ellos y a sus propagandistas a sueldo, de Prisa a La Sexta. A su vez, los líderes de Vox aún mantenían la víspera de la ruptura con el PP que, para mantener los pactos, solo les exigían “oponerse a la inmigración ilegal y hacer lo posible para frenar el efecto llamada”. Hasta que Abascal decidió otra cosa; qué más da.

Estos días, Abascal ha ofrecido un ejemplo asombroso de flexibilidad. En 48 horas, de aliarse con el grupo de Giorgia Meloni en el Parlamento Europeo, asumiendo la vicepresidencia del mismo, pasó a unirse a Marine Le Pen en el grupo Patriotas Europeos, sin aportar una explicación inteligible. No es asunto menor, si se tiene en cuenta que estos, liderados por el primer ministro húngaro, son abiertamente partidarios de Putin, que está masacrando a la población ucraniana y boicoteando la construcción europea con la cooperación imprescindible del dictador chino Xi Jinping. Las “explicaciones” del portavoz Jorge Buxadé en una entrevista en El Mundo no podrían ser más ridículas y cínicas. Pactan con Orban -el de la “misión de paz” ante Rusia y China-, pero están con Meloni, dice.

Una oportunidad única

Eso Abascal, pero Sánchez no defrauda. La semana pasada se celebró una Cumbre de la OTAN en Washington centrada en la respuesta de las democracias liberales a las dictaduras de China, Rusia o Corea del Norte, que están coordinando una nueva guerra fría contra las sociedades occidentales, como se refleja en detalle en el duro comunicado. Allí nuestro caudillo bolivariano se destapó con una intervención alucinante, en la que se refirió Gaza en contraposición a Ucrania. No sorprendería a quienes ya saben que en el Consejo de Ministros de España se defiende a los terroristas de Hamas y a Putin, se ataca a la OTAN o se rechaza la asociación de Ucrania con la UE. Eso, cuando Rusia está instalando misiles balísticos en Libia capaces de alcanzar ciudades españolas, solo protegidas por la defensa antimisiles estadounidense de Rota. Así están las cosas.

En este contexto, no podía haber mejor noticia que la ruptura de Vox con el PP, especialmente plausible para los votantes de centroizquierda indecisos. Sin pretenderlo, Abascal proporciona un regalo impagable al líder de la única alternativa posible a Sánchez. Como antes el laborista Starmer en Reino Unido y el popular Tusk en Polonia, Núñez Feijóo tiene una oportunidad única para librar a España del populismo sanchista, desde la defensa de la democracia liberal y de la la cohesión de la UE.