Estefania Molina-El Confidencial
- El acuerdo de los partidos que integraron la mesa de diálogo entre el Govern y la comitiva monclovita de Pedro Sánchez
Esquerra Republicana no pactó el Govern con el PSC o los Comuns porque el coste electoral de separarse de Junts era tan elevado que las bases del ‘procés’ se habrían acabado comiendo por los pies a Pere Aragonès, tras las elecciones del 14-F. Sin embargo, el actual ‘president’ ha encontrado una fórmula política ideal para nadar y guardar la ropa a lo largo de esta legislatura, pese a que se hiciera evidente esta semana que está más cerca ya de las tesis del PSC que de las de Carles Puigdemont. Ese plan se puede bautizar del “Tripartit’ por la puerta de atrás”: a saber, el de los partidos que integraron la mesa de diálogo entre el Govern y la comitiva monclovita de Pedro Sánchez.
Y es que la fórmula del ‘Tripartit’ por la puerta de atrás es beneficiosa para ERC, que logra así jugar a dos barajas intentando minimizar el coste de cada una. Los días pares, Aragonès proclamará que es el Govern más “republicano” de la historia de Cataluña, revistiéndose de la pátina de soportar a sus socios de Junts, pero que le dan la solera necesaria ante los votantes independentistas. Esquerra asume así como un mal inevitable la presencia de los de Puigdemont, aunque cada vez le quede menos creíble el ‘martirologio’ a Aragonès. Fueron ellos a la postre quienes eligieron a sus socios de legislatura.
Pero los días impares, la realidad es que ERC y el PSC coinciden en la hoja de ruta más de lo que podría parecer a simple vista. En primer lugar, en la necesidad de priorizar hoy cuestiones que no tienen nada que ver con la independencia: economía, inversiones… Es la agenda del PSC: desinflamar la situación para que cada vez más ciudadanos abracen el pacto constitucional y no vean la independencia como solución a sus males. Esquerra, por su parte, a ese ínterin hasta el presunto referéndum —que nunca llegará— lo llama “gestionar el día a día”. Eso aunque alguno de los supuestos le salga rana, como en el caso de El Prat, por su necesidad constante de querer contentar a todo el mundo.
La fórmula del “Tripartit’ por la puerta de atrás” es beneficiosa para ERC
Pese a ello, lo que separa las hojas de ruta de socialistas y republicanos es el factor tiempo. La política es estrategia, es ‘marketing’, son hechos…, pero también es tiempo. En este caso, el tiempo justo que necesita ERC para que las bases del independentismo se sigan desinflamando. Las encuestas muestran hoy en Cataluña que el apoyo a la independencia sigue siendo muy notable, pero esos mismos votantes no creen que sea realista pensar en que vaya a culminar en un lapso de tiempo cercano. En consecuencia, Esquerra se beneficia de la desidia, así como de un contexto económico donde los ciudadanos piden cuestiones materiales que mejoren la situación de pymes o familias.
Pero la pregunta hoy es si el tiempo será suficiente para que Esquerra deje de jugar a las dos barajas. Es decir, la vía que le conviene —gobernar con Junts— o la única vía realista, si es que es verdad que Aragonès quiere encontrar una solución al conflicto territorial. Eso solo está en los brazos del entendimiento con Moncloa, en la semilla de ese ‘Tripartit’ encubierto.
Sin embargo, ERC tiene incentivos para seguir en la indefinición porque le permite continuar rentabilizando su posición centrípeta en el tablero político. A fin de cuentas: ERC logra con esta estrategia ponerse en el centro de la política catalana, a medio camino entre unos y otros. Por tanto, ensanchando su espacio a lado y lado, como el único partido capaz de mediar entre las dos posturas: la de la unidad de España, hoy representada por el PSC-PSOE —tras el hundimiento de Ciutadans y los pírricos resultados de la derecha el 14-F— y la del independentismo rupturista.
Ahora bien, si el tiempo no lleva a ERC a separarse de las tesis Junts, la cronificación del conflicto está garantizada. Es decir: a un juego de desgaste suma-cero entre ambos, que es el escenario actual. Para salir de esa situación, los republicanos deberían aceptar algo por debajo de la consulta soberanista, como un nuevo Estatut de Autonomía. Es lo único realista a lo que Aragonès puede verdaderamente aspirar. A saber, que por mucho que Junts caldee el ambiente, la opción no pasa hoy por más penas de prisión.
En el segundo caso, si bien Esquerra asume un coste evidente de acercarse a la idea de un nuevo Estatut, dado que Junts podría boicotearlo. La única forma de que ese escenario fuera plausible es que Aragonès no apreciara coste electoral alguno en abrazar las tesis del PSC. Es decir, que ERC ejerciera un liderazgo real sobre la mayoría irredenta del independentismo. Pues cabe recordar que el independentismo irredento es mayor al independentismo pragmático: Junts y CUP superaron en escaños a Aragonès.
A la sazón, la indefinición de ERC no dará réditos siempre. La vía de ERC reventará el día en que gobierne la derecha en España. Es decir, desbaratando los planes de Esquerra de entendimiento y distensión, dando alas de nuevo a las pulsiones más rupturistas de Junts.
Así las cosas, no hay más que quién se quedó dentro y quién fuera de la reunión para entender por qué de la foto de esta semana se beneficiaron todos los actores implicados. Sánchez saca tiempo, resistir dos años hasta elecciones y por eso no quiere plazos que no pueda cumplir. Podemos se visibiliza como la argamasa entre las dos posturas, aunque su mediación no sea ya del todo necesaria. Y ERC avala su tesis de que el PSOE se sienta porque ellos lo piden. Y mientras, Junts puede dedicarse al activismo institucional de proponer a unos presos indultados para coronar la mesa del “reencuentro”. La derecha, con el mantra de la patria que se rompe.
Pues, aunque la única vía posible de encuentro en Cataluña es hoy un nuevo Estatut, en esta legislatura no se llega ya a tiempo. Es decir, que si ERC y el PSOE quieren mantener su equilibrio de poder, necesitarían sobrevivir a otra legislatura más. Y, aunque la única vía de encuentro fuera un Estatut votado, hasta esa opción hoy sería tildada de “rompepatrias” por PP y Vox.
Mientras tanto, el ‘Tripartit’ en la sombra es casi una realidad a la que Aragonès no está dispuesto a renunciar: porque le permite ensanchar espacio electoral, y los escaños son poder para decidir qué hacer en el futuro. Aunque ese poder terminará el día en que el PSOE no esté en el poder. La ventana de oportunidad actual tiene los días contados para el ‘Tripartit’ encubierto.