- Si la generalidad dice que no espera nada y Moncloa dice que no hay referéndum ¿para qué se ven? Se lo cuento
A nadie se le escapa que Sánchez miente con la misma sangre fría que un tratante de borricos jubilados. Y de Aragonés qué les voy a decir. Pertenece al separatismo melifluo, el que hace pucheritos mientras sus colegas apedrean, queman contenedores o se apoderan de una facultad. Ya me dirán qué puede salir de una reunión en la que el pescado está todo vendido antes de empezar. Porque Sánchez ha indultado a los golpistas lazis, se ha rilado ante la desobediencia de la generalidad en la sentencia del 25% en español, tiene a Illa más atado que un paquete embalado por una abuela desconfiada y ha dado toda la pasta que podía en materia de inversiones al presidentín. Poco queda pues.
Pero la capacidad de Su Pedridad en materia de retorcer la filástica es infinita, y ya lo anunciaba el otro día Iceta: “Que venga Puigdemont, ya encontraremos soluciones felices”. Y como parece que en Europa empiezan a espabilar – estos siempre han llegado tarde con respecto a España cuando de problemas de orden público se ha tratado, recuerden a ETA y sus santuarios en Francia y Bélgica – los separatas andan con la mosca detrás de la estelada. Dice el abogado general del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, Jean Richard de la Tour, que Bélgica no es nadie para denegar la extradición de Puigdemont y mucho menos basándose en la argumentación falaz del susodicho aduciendo que en España no tendría un juicio justo. Es decir, le da la razón al juez Llarena porque la tiene, cosa que quienes no vivimos drogados por el mantra lazi sabíamos desde el minuto cero. Claro está que lo que diga don Jean Richard no es vinculante, pero no es menos cierto que los jueces que componen la Gran Sala del Tribunal de Justicia Europeo suelen hacerle caso. Ya tenemos el primer tema para negociar. Si viene Puigdemont porque Bélgica – un país inexistente que recoge lo mejor de cada casa, digámoslo claramente – lo extradita, ¿qué se hace con el muchacho? Ahí entra la solución feliz de Iceta que vaya usted a saber en qué consistirá, pero para eso Sánchez tiene claro de quién depende la fiscalía.
Siguiendo con temas ideológicos y humanitarios, seguro que sale a colación otro tema judicial. Ya sabrán que a la actual presidenta del parlamento catalán, Laura Borrás, Fiscalía le pide 144.000 euros de multa más seis años de cárcel y veintiuno de inhabilitación por un presunto delito de falsedad documental, agravado por el de prevaricación. Y como sea que se niega a dimitir y los suyos, Junts, no tienen pelendengues para obligarla – ¿qué sabrás, Laurita, qué sabrás? – seguramente la señora de marras también entrará en esa discusión de soluciones felices que tan bien sabe sacarse de la chistera el gobierno social comunista. Me cuentan enanitos infiltrados que lo que podría proponer Sánchez sería bien visto por Aragonés. Y es que el de Waterloo estorba tanto al uno como al otro y facilitándole la libertad pero inhabilitándolo, dándole un cargo de relumbrón que no tenga ninguna base y asegurándole una vida cómoda se lo sacan de encima y ya no hay exiliados. Oficialmente, Aragonés, claro, dirá que reclama la amnistía para todo separatista que tenga alguna deuda con la justicia, aunque sea una multa de aparcamiento. Pero vamos que, conociendo a los dos, seguro que acabarán pactando la vuelta de Cocomocho y una salida digna para la giganta de amarillo. Que también se ha puesto muy pesadita y a Esquerra no le gusta el ruido, salvo cuando es ella quien lo protagoniza.
¿Qué no es posible? Díganselo a los enanitos. Pero acuérdense de cuando Sánchez decía que nunca concedería indultos a los lazis o que jamás pactaría con Bildu y como ha acabado la cosa.