Francisco Rosell-El Debate
  • La última ocurrencia de Sánchez de proponer a la Unión Europea acabar con el cambio de huso horario, mientras los socios comunitarios le dejan fuera del núcleo duro como ayer con Ucrania, transparenta que Sánchez no quiere que la Justicia le marque la hora de la verdad

Con la reiteración que lo hace acuciado por la necesidad, los trampantojos de Pedro Sánchez, a diferencia de los que hermosean la imperial Toledo, ya son inútiles para dar esquinazo a la realidad, si es que no resultan directamente juegos fatuos por parte de quien no desmerece ese calificativo. No ya en el sentido de la inédita ópera cómica de ese título de Manuel de Falla, sino en el de las luces pálidas que desprenden ciertas materias al pudrirse, iluminando al anochecer algunos parajes cenagosos.

Con su contumacia, Sánchez transmite la impotencia de quien, como con la carta de amor y diez excusas desesperadas que escribió a la ciudadanía al ser imputada su mujer, busca emular -y más cuando la Justicia le ronda como un sereno con chuzo- al dictador Alcibíades que seccionó la cola de su hermoso perro y la arrojó en medio de la plaza para que los atenienses perdieran el tiempo especulando sobre ello en vez de criticar su desgobierno.

Sin embargo, la última ocurrencia de Sánchez de proponer a la Unión Europea acabar con el cambio de huso horario, mientras los socios comunitarios le dejan fuera del núcleo duro como ayer con Ucrania, transparenta que Sánchez no quiere que la Justicia le marque la hora de la verdad. Esa a la que parece indicar la providencia del juez Leopoldo Puente sobre posible financiación ilegal del PSOE. En vísperas de su comparecencia ante la comisión del Senado de este 30 de octubre, el instructor del mal denominado «caso Koldo» ha citado como testigos al exgerente, Mariano Moreno, a quien recolocó en la jaula de oro de la Empresa Nacional del Uranio, y a una pagadora de Ferraz para que aclaren pagos en metálico «sin respaldo documental».

Sin duda, esto trastoca los ritmos bilógicos y altera el sueño más que las manecillas del minutero a quien está hecho a que le respondan lo que a Perón al inquirir a su asistente: «¿Camporita, que hora tenés?:» «La que vos querás, mi general». Mas cuando los frentes jurídicos crecen desde que, con su retirada estratégica tras el «Begoñagate», su lugarteniente, Santos Cerdán, hoy en prisión preventiva, organizó un comando de guerra sucia contra jueces, fiscales, guardias civiles y periodistas.

Así, un juez investiga la denuncia del fiscal Ignacio Stampa a sus superiores tras intentar captarlo la fontanera Leire Díez y el empresario Javier Pérez Dolset, quienes le trasladaron que seguían una instrucción del presidente. De esta guisa, según el fiscal Stampa, quien grabó el encuentro, Sánchez sería la X de estos Gal contemporáneos -justificados por él hoy presidente la primera vez que acudió a un plató en el programa «Moros y cristianos» de Telecinco- para revertir «sin límite» y «caiga quien caiga» el encausamiento de su cónyuge por utilizar La Moncloa para sus trapicheos. En este contexto, encaja que le impusiera a su fiscal general, Álvaro García Ortiz, hoy en el banquillo, ganarle el relato revelando secretos de la pareja de Ayuso para cobrarse la pieza mayor de la presidenta madrileña.

Con el expresidente Sarkozy en presidio desde ayer por municionar su campaña presidencial con fondos del régimen criminal del libio Gadafi, al yerno del proxeneta Sabiniano Gómez se le derrumba el castillo de naipes tras transitar en dos años, entre 2012 y 2014, de no ser nadie a serlo todo. Todo ello tras entrar de rebote primero en el Ayuntamiento de Madrid y luego en el Congreso hasta catapultarse en el PSOE merced a la estupidez de la entonces presidenta andaluza, Susana Díaz, que le cedió el sitio para que se lo mantuviera caliente hasta le pluguiera entrar bajo palio. Juzgó que «Pedro no sirve, pero nos sirve», según le deslizó a su mesa camilla del Palacio de San Telmo.

Aunque Sánchez se curaba en salud en el dispensario de la Ser, al admitir que «seguro» que en alguna ocasión pudo recibir «ese tipo de liquidaciones de gasto», pero que «no hay ningún indicio que apunte a una supuesta financiación irregular del PSOE porque (…) todos los gastos han sido contabilizados, acreditados y auditados», lo cierto es que nadie autorizado refrenda tamaña afirmación -ya sea el Tribunal de Cuentas o la auditora externa- porque sólo pudieron aprobar lo que les exhibieron. «Si yo les digo a los partidos que me den sus cajas b, no nos las van a dar», sentenció la presidenta de órgano fiscalizador, Enriqueta Chicano, en el Senado. Puro brindis al sol como apelar al folio 28 del informe patrimonial de la UCO sobre Ábalos y Koldo García para refutar una financiación ilegal que no era objeto de investigación.

Después de abrirse diligencias contra Cerdán por mentir en el Senado «Noverdad» Sánchez puede verse en un serio brete la próxima semana, pero ello contribuiría a regenerar la democracia retrotrayéndose a una época en la que mentir costaba presidencias como a Nixon por el «escándalo Watergate». Empero, como manifestaba el otro día Curro Romero con su senequismo, este mundo está del revés porque ahora «la gente cree en la mentira» entregada a demagogos que hacen de su capa un sayo.

A muchos la corrupción sanchista les rememora el tardofelipismo, pero hay dos diferencias que la agravan. De un lado, al felipismo lo corrompió el ejercicio absoluto del poder, de acuerdo con la máxima de lord Acton, pero el sanchismo ya llegó pútrido al poder al estarlo desde su raíz. Como lo prueban sus plagios, sus pucherazos y su financiación anómala para que Sánchez recobrara la secretaría general en 2017 con aquella asociación sin ánimo de lucro «Bancal de Rosas» que se hubo de suspender el crowdfunding y por la que, según detalla Sánchez en su «Manual de resistencia», «el dinero literalmente llovía». De aquel bancal este fangal. Y, de otro lado, González aceptó la derrota y no conspiró contra ella. Algo que nadie puede asegurar con quien ya es presidente sin ganar las elecciones. Si montó una cloaca en defensa de su mujer, ¿qué no hará este Narciso para sí? Ante eso, como refiere Camus sobre las plagas y las guerras, lo peor es que el ciudadano se consuele susurrándose: «Esto no puede durar, es demasiado estúpido».