Ana Sánchez-ABC

  • Cuanto más acorralado, más dispuesto a pagar su supervivencia con el sistema constitucional de España

Pedro Sánchez está contra las cuerdas. Pero también está dispuesto a aguantar. El líder socialista prefiere morir a golpes contra un rincón del ring que desplomarse sobre la lona. Y esto lo vuelve mucho más peligroso, ya que por seguir en pie durante una campana más está dispuesto a cruzar nuevas líneas. Lo advirtió José María Aznar este miércoles durante la presentación de su libro, ‘Orden y libertadd’, en Pozuelo. «Sánchez va a intentar salir de esta crisis provocando otra mayor: la crisis constitucional», dijo. Con Aznar sucede lo mismo que con Felipe González. Se puede estar de acuerdo o no con sus ideas pero si se quiere tener una visión anticipatoria de la política hay que escuchar sus proyecciones. Ambos son los dos únicos expresidentes de la etapa democrática que salieron del Gobierno convertidos en estatistas. A ellos, los árboles no les impiden ver el bosque.

Lo peor es que el aviso del expresidente popular ha ido cobrando gravedad según han ido pasando los días. El miércoles la UCO aún no había registrado dos ministerios –uno de ellos la vicepresidencia primera–, ni se conocía el alcance del Me Too del PSOE, del que aún quedan muchas páginas por escribir. De estas dos crisis, esta última es la que hace temblar más a los socialistas por su mayor impacto en términos de voto que los casos de corrupción. De hecho, los señalamientos internos no paran en las filas socialistas, fruto de ese nerviosismo: se anticipan posibles acusaciones de acoso a diputados, senadores, algún representante institucional e incluso otro cargo de confianza de Moncloa. Todos ellos se comentan con nombres y apellidos. ¿Realidad, ficción o ajuste de cuentas? Lo sabremos en las próximas semanas, pero ni siquiera los propagandistas oficiales del Gobierno son capaces de asegurar que el Me Too ha terminado de sumar denuncias. Por algo será.

Cuánto más cerca de la muerte esté Sánchez, más peligroso se volverá. Las pistas sobre sus próximos pasos las veremos en sus socios porque son ellos a los que debe comprar tiempo de supervivencia. Con el PNV, que el viernes apuntaba a posibles elecciones en 2026, lleva meses negociando más cesiones de competencias para cumplir íntegramente el Estatuto de Guernica. En esas conversaciones se han puesto sobre la mesa cuestiones que desbordan completamente lo estatutario. ¿Una relación de bilateralidad entre Moncloa y Ajuria Enea? ¿El reconocimiento del País Vasco como nación? ¿El derecho a decidir y la organización de una consulta? ¿La supresión del artículo 155? ¿El recorte de la inviolabilidad del Rey? ¿La eliminación de la función de las Fuerzas Armadas como garantía del ordenamiento jurídico y la integridad territorial? No crean que exagero. Es lo que reclaman Junts, ERC y Bildu, y el PNV admite que ha puesto todo ello sobre la mesa del PSOE.

La corrupción sistémica y el acoso sexual normalizado provocan que lo peligroso no sea que Aitor Esteban reclamen todo eso, sino que esas peticiones lleguen a un boxeador contra las cuerdas y exhausto que no está en posición de negarse a nada.