Fue en la universidad. Una amiga nos dijo que lo había dejado con su novio por correo electrónico. Se había atrevido a escribirle lo que no era capaz de decirle. Había descubierto un pozo lleno de oro: una sentencia, «enviada» así, es tan sólo un mensaje.
El WhatsApp se ha masificado y con él las rupturas despojadas de humanidad. Parezco un viejo, pero todavía recuerdo a mi amigo Luis, hace doce o quince años, llamando a su novia por teléfono para dejarla. Le parecía tan cruel que, en cuanto marcaba, se arrepentía y colgaba.
Las rupturas por teléfono, instalado el WhatsApp, ya entran dentro de la categoría de lo admisible. En contra de lo que dicen los manuales, la ética práctica funciona como la Liga de fútbol. Te salvas del descenso si hay alguien peor que tú.
Desde que llegué al Congreso de los Diputados, allá por 2014, he ido comprobado cómo la política va adquiriendo una facilidad pasmosa para integrar lo peor de nosotros. Antes, dicen los veteranos, ese ritmo era más lento.
Ayer contaba María Peral en estas páginas que Carlos Lesmes, el presidente del CGPJ, aceleró su dimisión tras leer los whatsapp que le remitieron Félix Bolaños (Gobierno) y Esteban González Pons (PP). En noviembre de 2018, EL ESPAÑOL reveló el whatsapp con el que Ignacio Cosidó, portavoz de los conservadores en el Senado, contaba a los suyos cómo se había repartido la Justicia con el PSOE. Y así sucesivamente.
El WhatsApp es el antiguo pasamontañas, el seudónimo, el silenciador de la pistola… y de la conciencia. Del mismo modo que las redes sociales envuelven en una especie de celofán de «cercanía» la facilidad para rechazar al otro. El ser humano, en estos días del individualismo rampante, continúa siendo una criatura configurada para el acuerdo. Pero el ser humano a solas. De uno en uno. Por parejas. Un trío, quizá. Pero poco más. La orgía acaba arruinándolo todo.
Por eso mi amiga mandó un mail. Porque, frente a frente, podía acabar creyendo que la relación tenía futuro. Por eso, PP y PSOE se han reunido tan poco últimamente, por miedo al acuerdo. Por eso en el Congreso, tradicionalmente a lomos del cinismo y el compadreo de quienes discuten en la tribuna, se ha abierto en las últimas legislaturas un abismo que separa a los distintos. No vaya a ser que juntos comiencen a…
[Dos ‘whatsapp’ a Bolaños y Pons precipitaron la dimisión de Lesmes: PSOE y PP seguían inmóviles]
La política del WhatsApp no es una casualidad, sino una tendencia. Las cosas se hacen por WhatsApp. Las corrientes de los partidos, el peloteo, las filtraciones más putrefactas, el envío de los argumentarios. El otro día nos contaba un ministro que la pandemia ha trasladado buen número de debates presenciales a conversaciones por grupos de WhatsApp: «Nos reunimos menos, discutimos menos».
Podría parecer esta una columna conservadora, y quizá lo sea, pero técnicamente busca lo contrario. La carne con la carne, las negociaciones a mordiscos. Nuestros políticos han secuestrado la política en iCloud y en Google Drive. La política de verdad, la que no se ve, ya no transcurre en coches que entran por el garaje ni en los reservados de un restaurante. La política de verdad, la que deteriora nuestro sistema, sucede en un lugar donde no hay nada más que texto, números y algoritmos.
Hasta aquí, nos hemos referido al tema con cierta seriedad. O, por lo menos, con cierta diplomacia. Pero vamos con lo sustancial. A todos nos ha pasado. Todos hemos discutido con nuestro jefe, nuestra pareja, nuestro ligue o nuestro amigo porque la red social no entiende de ironía. ¿Y si nos quedamos sin Presupuestos por tres o cuatro mensajes mal escritos… o mal entendidos?
Por no hablar del corrector. Si mi hermano le habló a su director de orquesta del «puto concierto» en lugar del «próximo concierto», ¿qué no se habrán dicho, sin darse cuenta, los negociadores? ¿Y si de tanto encerrar la política en un móvil los ciudadanos se acostumbran a prescindir de ella?
No te quepa duda. Sánchez y Feijóo apalabraron en su reunión un mensaje común para las ruedas de prensa posteriores, pero el contenido lo pactaron sus equipos… por WhatsApp.